Discusión
En épocas prehispánicas, enfermedades como la tuberculosis (Ortner y Putschar 1981:166; Allison, Mendoza y Pezzis 1973; Buikstra y Williams 1991), treponematosis o sífilis (Baker y Armelagos 1988), artritis reumatoidea (Dieppe 1989; Rothschild, Woods y Turner 1989), tripanosomiasis, leishmaniasis (UTA), fiebre oroya, verruga peruana, infecciones por estafilococos y estreptococos, gastroenteritis, infecciones por hongos (McNeill 1984; Crosby 1991; Merbs 1992; Sotomayor 1992; Rodríguez, J. V. 1999), enfermedades gastrointestinales y parásitos intestinales (Callen y Cameron 1960), hypertrosis porótica (Ubelaker 1990) infecciones respiratorias como la bronconeumonía y la neumonía lobar (Allison 1984) entre otras, afectaban a las poblaciones indígenas americanas.
Estas aseveraciones se han fundamentado en la evidencia de condiciones patológicas manifestadas en los restos óseos de varias poblaciones prehispánicas en américa (Verano y Ubelaker 1996).
En la población
que construyó la pirámide del "Morro del Tulcán",
según lo que nos demuestran los análisis, no
sufrió de enfermedades de tipo genético y/o degenerativo. En los individuos 1, 8 y 9,
podemos observar una influencia de agentes posiblemente infecciosos que alteraron el
normal desarrollo de estos individuos en la etapa de amelogénesis que dura
aproximadamente 13 años (6 meses en el útero hasta 12 años). La gran variabilidad
(heterogeneidad) de los eventos que provocaron la hipoplasia en el esmalte, descarta la
posibilidad de deficiencias nutricionales ligadas a costumbres particulares en la dieta en
relación con la edad, lo cual nos lleva a pensar en la incidencia de un ajente
infeccioso.
Existe una relación sistémica entre los factores que ocasionan alteraciones en las etapas de desarrollo y crecimiento y las deficiencias provocadas por estresores de magnitud biocultural.
Cuando los sistemas jerárquicos sectorizan los excedentes de producción, ocasionan focos bioculturales propicios para las enfermedades infecciosas y el parasitismo, los cuales, están relacionados directamente con problemas de saneamiento y con aspectos nutricionales. Estas características se desarrollan gracias al incremento acelerado del sedentarismo, el crecimiento poblacional y la intensificación de la agricultura (Verano, 1996). Dentro de un proceso adaptativo hacia nuevas condiciones sociales, políticas, económicas y religiosas, los cambios en relativamente poco tiempo son focos propicios para el surgimiento marcado de estresores que ocasionen deficiencias en las etapas de desarrollo y crecimiento individual (como las hambrunas por ejemplo). Esto ligado a condiciones culturales específicas (roles) puede se una explicación valedera del origen y causa de las manifestaciones hipoplásicas y óseas.
Los individuos enterrados en la pirámide del "Morro del Tulcán", pertenecen a un estrato social alto e importante dentro de su población (Cubillos, 1959). El esfuerzo que requirió la construcción de este sitio de características monumentales se puede asociar a los factores mencionados anteriormente. Esto se demuestra en la baja incidencia de hipoplasia en el esmalte 33.3 %, y las casi nula presencia de anormalidades (tanto en forma como en textura, densidad y composición) de los fragmentos de esqueleto craneal y postcraneal.
Los representantes de elevadas posiciones sociales dentro de su comunidad fueron enterrados en esta pirámide y ellos nos representan un nivel bajo pero significativo de alteraciones metabólicas en la etapa de amelogénesis, lo cual indica un posible estresor de tipo infeccioso que en su momento atacará sin distingo de edad, sexo ni posición social a una parte de la población. Pero si este posible estresor hubiese existido, tambien existió la cura para este mal, un manejo cultural de este factor que aportó un conocimiento sobre la enfermedad y su posible cura, pues las alteraciones metabólicas en la etapa de amelogénesis se presentan en un estado primigeno de desarrollo. Con estas características encontramos un medio propicio para enfermedades de tipo infeccioso. En otras palabras, los individuos que se vieron afectados por el ajente infeccioso sobrevivieron a él y no murieron de este, probablemente debido a la resistencia y manejo de la enfermedad.
En conclusión, por un lado encontramos una baja incidencia de manifestaciones hipoplasicas provocadas por agentes infecciosos lo cual indica un buen estado de salud en la población prehispánica del "Morro del Tulcán", pero por otro lado se evidencia en el esqueleto craneal y postcraneal presencia de proceso de erosión y esclerosis, además de actividad ósea sobre las márgenes vertebrales. Teniendo en cuenta las demostraciones anteriormente decritas sobre el proceso de salud - enfermedad de la población de el "Morro del Tulcán", nos atrevemos a plantear dos hipótesis que expliquen y condensen las causas de la presencia de la enfermedad infecciosa y su ajente causante en ese momento histórico.
Hipótesis I:
Conocimiento y manejo de la enfermedad infecciosa (preventívo y aplicado). Los médicos tradicionales encargados de curar las enfermedades de la población a partir del manejo ritual de las plantas, lograban controlar el desarrollo de esta en el huesped, evitando que este muriera de la misma. Este proceso de contagio se producia en edades tempranas, donde el sistema inmune se encontraba en proceso de reconocimiento de factores exógenos que alteraban su normal funcionamiento, provocando manifestaciones visibles en huesos y dientes. Dicho proceso era una consecuencia de deficiencias nutricionales, relacionadas con la cantidad y calidad de los recursos alimeticios distribuidos en el grupo de personas que construian la piramide de el "Morro del Tulcán". Toda la población sin distingo de edad ni sexo se vio afectada por el manejo y redistribución de los recursos alimenticios entrando en un estado de deficiencia nutricional, siendo este un estadio propicio para el desarrollo de focos infecciosos.
Hipótesis II:
La Hipótesis I implica que los individuos analizados (9) no necesariamente hayan sido enterrados todos al tiempo, sino que representan diferentes épocas de una misma tradición cultural. La Hipótesis II implica que todos los individuos hayan sido enterrados al tiempo.
Lamentablemente no nos es posible desarrollar más el proceso de comprobación científica, ya que el estado actual de los restos óseos analizados no es el ideal. Sin embargo, su conservación como patrimonio biocultural de los pueblos amerindios del sur occidente colombiano, y más investigaciones sobre ellos permitirá en un futuro corroborar o descartar estas hipótesis.