DISCUSIÓN

Frecuencia
Los linfomas óseos primarios
constituyen, después de los gastrointestinales y de los de piel y tejidos blandos, los linfomas extraganglionares más frecuentes. Son en la mayoría de los casos No Hodgkin Linfomas y preponderantemente de células grandes. Sin embargo, el linfoma de Hogkin primario de hueso es la excepción. Se considera un linfoma óseo como primario, cuando la exploración cuidadosa y los estudios radiológicos, gammagráficos y tomográficos no muestran evidencia de enfermedad fuera del hueso afectado. Shoji et al., consideran que debe esperarse un plazo de seis meses sin evidencia de enfermedad sistémica para aceptar un linfoma óseo como primario, y que la presencia de enfermedad en ganglios linfáticos regionales no invalida este diagnóstico. Histológicamente, no es posible diferenciar un linfoma óseo primario de uno secundario o metastásico.

La mayoría de los pacientes con linfomas óseos, son varones de más de 30 años de edad y, aún cuando pueden afectar cualquier hueso del organismo, son más frecuentes en fémur, tibia y mandíbula, como es el caso nuestro.

Síntomas y Signos
Los síntomas varían según la localización; sin embargo, los más frecuentes son:

  1. dolor de intensidad y duración variable

  2. tumor palpable o visible

  3. incapacidad funcional del hueso y/o región afectada.

Por otra parte, en algunos pacientes la manifestación inicial de la enfermedad, es una fractura patológica. Los estudios radiológicos muestran, como en nuestro caso, una lesión lesión destructiva extensa, con escasa reacción perióstica y focos aislados de esclerosis, así como frecuente extensión a los tejidos blandos adyacentes.

Diagnóstico
Debido a que las manifestaciones clínicas y los hallazgos radiológicos, tomográficos y computados no permiten hacer el diagnóstico de un linfoma óseo primario, este se establece por medio de una biopsia por punción aspiración o incisional, representativa de la lesión. La preparación y revisión de improntas, frotis o preparaciones por aposición, son de gran ayuda diagnóstica. En ocasiones, hay que recurrir a la microscopía electrónica de transmisión y a la inmunohistoquímica para confirmar el diagnóstico de linfoma, ya que existen diversos procesos no-neoplásicos y tumores malignos de células redondas, primarios y metastásicos, que lo simulan.

Diagnóstico diferencial
La osteomielitis es la enfermedad no-neoplásica que clínica, radiológica e histopatológicamente simula con mayor frecuencia el linfoma óseo, principalmente en pacientes en quienes el tratamiento médico enmascara la fiebre y el curso séptico de la enfermedad. La diferenciación entre ambos procesos se logra, mediante un amplio muestreo y estudio histológico de la lesión como fue necesario en nuestro caso.

La histiocitosis x de células de Langerhans, localizada o diseminada, es considerada en la actualidad una enfermedad de origen y naturaleza desconocida, que afecta a pacientes menores de 30 años de edad, con producción de lesiones osteolíticas (principalmente en los huesos del cráneo, la mandíbula, el húmero, la costilla y el fémur) de aspecto moteado y neoformación ósea periosteal cuando hay destrucción del hueso cortical. Histológicamente, las células que proliferan son grandes (15 a 25 micras), con abundante citoplasma acidófilo o claro y núcleo vesiculoso de bordes con frecuencia muy irregulares, con nucleolos poco aparentes y mitosis ocasionales. En la mayoría de los casos se observan células gigantes multinucleadas de tipo Langhans y un número variable de eosinófilos. La fagociytosis es rara. La microscopía electrónica de transmisión muestra, en el citoplasma de las células atípicas, estructuras trilaminares denominadas gránulos de Birbeck o Langerhans. La inmunohistoquímica revela positividad para la proteína S-100 y los anticuerpos monoclonales OKT-6, Leu-3 y Leu-6, características de las células de Langerhans, cuya proliferación es responsable de este tipo de lesión.

Los tumores óseos malignos primarios que más frecuentemente simulan linfomas son: el sarcoma de Ewing, el mieloma múltiple y las leucemias agudas; y ocasionalmente el osteosarcoma de células redondas. Entre los tumores metastásicos hay que considerar los carcinomas indiferenciados, el tumor de Wilms, el neuroblastoma, el meduloblastoma y el rabdomiosarcoma.

El sarcoma de Ewing constituye hasta el 12% de los tumores óseos malignos, es más frecuente en pacientes del sexo masculino de la segunda década de la vida y afecta, con mayor frecuencia, los huesos de las extremidades y la pelvis.Las manifestaciones clínicas principales son: dolor, fiebre y leucocitosis; las fracturas patológicas son raras. Los estudios radiológicos generalmente ponen en evidencia extensa destrucción ósea con contornos mal definidos, destrucción parcial o completa de la cortical ósea y masa tumoral radiolúcida en los tejidos blandos. La reacción subperióstica en forma laminada («hojas de cebolla»), descrita como característica del sarcoma de Ewing, es muy frecuente en localización diafisaria, pero también se ve en otros tumores óseos y en procesos inflamatorios. La reaccción perióstica radiada y espiculada, se presenta en algunos casos. Al comienzo no hay reacción perióstica y sólo se ve lesión permeativa o moteada mal definida, similar a un linfoma. La microscopía convencional presenta numerosas células pequeñas (3 a 11 micras), de citoplasma escaso y núcleos ovoides o redondos con grados variables de hipercromatismo y mitosis.Existen extensas áreas de necrosis y bandas irregulares de de tejido fibroso que dividen en comportamientos grupos de células tumorales. En la mayoría de los casos se identifica glucógeno en el citoplasma de las células neoplásicas. La microscopia electrónica de transmisión confirma la presencia de glucógeno, complejos de unión rudimentarios y la ausencia de la membrana basal.

El mieloma múltiple-plasmocitoma, se presenta principalmente en pacientes del sexo masculino mayores de 50 años de edad y afecta con mayor frecuencia los huesos del cráneo, las vértebras, las costillas y la pelvis. Los síntomas más frecuentes predominantemente en la forma diseminada son: dolores óseos, infecciones, hipercalcemia, manifestaciones neurológicas, y fracturas patológicas.Los estudios radiológicos muestran lesiones óseas destructivas con aspecto de «saca bocado» y bordes escleróticos. Las características histológicas varían de una proliferación de células plásmaticas bien diferenciadas a otra de células primitivas y/o pleomóficas, siendo estas últimas las que pueden confundirse con linfomas. La ultraestructura de transmisión, revela cantidades variables de retículo-endoplásmico rugoso dispuesto paralelamente en el citoplasma de las células. La inmunohistoquímica, demuestra en la mayoría de los casos, la presencia intracitoplasmática de una sola clase y un solo tipo de inmunoglobulina, principalmente IgG e IgA Kappa.

De las leucemias agudas, las mieloides son las que pueden confundirse con linfomas óseos, principalmente las formas aleucémicas localizadas (sarcomas granulocíticos o cloromas). El estudio de las improntas, frotis o preparaciones por aposición teñidas con peroxidasa o sudan negro establece en la mayoría de los casos el diagnóstico.En material fijado en formol, el empleo de la técnica con el naftol ASD-cloroacetato de estearasa, permite su identificación.Ocasionalmente, hay que recurrir a la microscopía electrónica de transmisión y la inmunohistoquímica para lograr su diferenciación.

El ostesarcoma representa el 22% de los tumores óseos malignos, es más frecuente en varones de la segunda década de la vida y afecta principalmente la zona metafisiaria del fémur y el húmero. Las manifestaciones clínicas más frecuentes son dolor y tumor palpable o visible; las fracturas patológicas son raras. Radiológicamente la lesión es, en la mayoría de los casos, osteolítica y osteoblástica, de límites mal definidos, con destrucción del hueso cortical y neoformación ósea subperióstica y por fuera del hueso. Microscópicamente, el osteosarcoma de células redondas, variedad poco frecuente, es el que pueda simular linfoma óseo; sin embargo, la presencia de osteoide permite la diferenciación.

Epílogo
En conclusión, los linfomas óseos pueden ser diagnosticados con certeza, en la mayoría de los casos, por medio del estudio con microscopía convencional de cortes histológicos, frotis o improntas de óptima calidad técnica. En ocasiones, es necesario el empleo de métodos especiales para lograr su diferenciación con diversos procesos, reactivos y neoplásicos, que los simulan. La mayoría de los pacientes con linfomas óseos primarios son tratados con radioterapia local, algunos requieren quimioterapia adyuvante y otros amputación. El pronóstico depende principalmente del tipo histológico de linfoma, la supervivencia libre de enfermedad puede ser hasta el 64 % a los cinco años.

ARTE en Pinar del Río

 

Ramón Vázquez
Se quema mi valle
60 x 75 cm - acrílico/tela
1996