| 
        Hasta la publicación en 1978 del primer 
      caso de Streptococcus pneumoniae (SP) resistente a antibióticos 
      beta-lactámicos (BL) y otros grupos de antibacterianos en Sudáfrica [1], 
      las infecciones por dicho germen no habían despertado gran interés desde 
      el punto de vista terapéutico, dada la gran susceptibilidad a dicho grupo, 
      y en particular a la penicilina, del patógeno en cuestión. Desde entonces, y principalmente debido al 
      efecto aditivo de las mutaciones, la diseminación de los clones 
      resistentes a la penicilina y la selección resultante de la presión 
      antibiótica, hemos asistido al incremento mundial de la prevalencia de la 
      infección por SP resistente a penicilina, siendo más frecuente en unos 
      lugares que en otros. En este contexto, los sistemas de 
      vigilancia epidemiológica representan la principal herramienta de trabajo, 
      tanto para la detección del problema, como para su control en cada área 
      geográfica. En este sentido, es importante destacar la diferente 
      metodología utilizada para la obtención de resultados por cada sistema, 
      pudiendo diferenciar dos filosofías: utilizar los datos obtenidos en cada 
      laboratorio, con su propia metodología, o recoger las muestras y estudiar 
      la sensibilidad en un laboratorio centralizado. Parece lógico que este 
      sistema sea más exacto por la unificación del método y la interpretación 
      de los resultados. Sin embargo, es difícil de mantener en el tiempo por 
      razones logísticas [2]. Así mismo, los criterios que categorizan a 
      una cepa como sensible o resistente pueden variar, dadas las diferencias 
      en los puntos de corte que establecen las distintas sociedades 
      microbiológicas, unos con base en la presencia de mecanismos de 
      resistencia en el germen, y otros puramente de eficacia clínica. Para 
      minimizar estos problemas es necesario que las redes de vigilancia de 
      resistencia a antibióticos manejen datos cuantitativos (concentración 
      mínima inhibitoria - CMI -) que puedan ser comparados entre sí. Dirigido a unificar los antibióticos 
      mínimos que deben de figurar testados en el antibiograma de un aislamiento 
      de SP por el laboratorio local enrolado en un sistema de vigilancia, el 
      “Drug-Resistant Streptococcus Pneumoniae Therapeutic Working Group” (DRSPTWG) 
      define: penicilina, cefotaxima (o ceftriaxona), eritromicina, doxiciclina 
      (o tetraciclina), clindamicina y una fluorquinolona. Recomienda otros dos 
      agentes, vancomicina y cotrimoxazol, como deseables dependiendo de los 
      recursos de dicho laboratorio [3]. A modo de referencia, los estándares para 
      definir la susceptibilidad o resistencia del SP a los antimicrobianos, 
      según el National Committee for Clinical and Laboratory Standards (NCCLS) 
      [4], establece tres niveles: sensible, intermedio y resistente, que pueden 
      resumirse en la tabla 1. Es de reseñar la sugerencia del DRSPTWG 
      [3] para los aislamientos de SP en caso de neumonías, que colocaría los 
      puntos de corte en < 1, 2 y > 4 microgr/mL para sensible, intermedio y 
      resistente respectivamente. Tabla 
      1.- Categorización de la 
      sensibilidad del SP a antibióticos (NCCLS). 
        
          | 
          ANTIBIOTICO | 
          CMI 
          (microgr/mL) |  
          | 
          SENSIBLE | 
          INTERMEDIO | 
          RESISTENTE |  
          | 
          Penicilina | 
          ≤ 0,06 | 
          0,1-1 | 
          ≥ 2 |  
          | 
          Amoxicilina | 
          ≤ 2 | 
          4 | 
          ≥ 8 |  
          | 
          Eritromicina | 
          ≤ 0,25 | 
          0,5 | 
          ≥ 1 |  
          | 
          Cefuroxima | 
          ≤ 1 | 
          2 | 
          ≥ 4 |  
          | 
          Cefotaxima, 
          Ceftriaxona | 
          ≤ 0,5 | 
          1 | 
          ≥ 2 |  
          | 
          Cefepima | 
          ≤ 0,06 | 
          0,12-2 | 
          ≥ 2 |  
          | 
          Imipenem | 
          ≤ 0,12 | 
          0,25-0,50 | 
          ≥ 1 |  
          | 
          Meropenem | 
          ≤ 0,25 | 
          0,5 | 
          ≥ 1 |  
          | 
          Ciprofloxacino | 
          ≤ 1 | 
          2 | 
          ≥ 4 |  
          | 
          Levofloxacino | 
          ≤ 2 | 
          4 | 
          ≥ 8 |  
          | 
          Rifampicina | 
            | 
            | 
          ≥ 4 |  
          | 
          Clindamicina | 
            | 
            | 
          ≥ 1 |  
          | 
          Tetraciclina | 
            | 
            | 
          ≥ 8 |  
          | 
          Trimetroprim-Sulfametoxazol | 
            | 
            | 
          ≥ 4 y ≥ 76 |  
          | 
          Cloranfenicol | 
            | 
            | 
          ≥ 8 |  
      Los mecanismos de resistencia más 
      extendidos, referidos a las diferentes familias de antibióticos en el caso 
      del SP, los podemos resumir en [5]: 
        
        Resistencia a betalactámicos: alteración 
        de las proteínas de unión a la penicilina (PBP), con baja afinidad por 
        el fármaco.
        Resistencia a macrólidos: modificación 
        de la metilasa ribosómica (gen ermAM) y expulsión activa (gen
        mefE).
        
        Resistencia a fluorquinolonas: mutación 
        de la topoisomerada IV. La mutación en parC confiere resistencia de bajo 
        nivel, y una segunda mutación en parC, o la mutación simultánea de parC 
        y gyrA, confieren resistencia de alto grado. 
      Sin detrimento de lo expuesto 
      anteriormente, el concepto de susceptibilidad y resistencia a un 
      antibacteriano, se puede ver largamente modificado, como veremos a 
      continuación, por el órgano afectado por la infección, la dosis de 
      antibiótico utilizada y la ruta de administración del fármaco [6]. 
      Así mismo, es importante destacar la mayor 
      proporción de cepas resistentes a macrólidos y cefalosporinas de tercera 
      generación entre las cepas que presentan resistencia intermedia o alta a 
      la penicilina [7]. 
      La perspectiva de la infección invasora 
      por SP desde el punto de vista del intensivista, viene condicionada por la 
      infección adquirida en la comunidad, dada la baja incidencia global de las 
      infecciones nosocomiales propias de intensivos causadas por dicho 
      patógeno. 
      2.1 
      Infección nosocomial 
      El sistema de vigilancia de infección 
      nosocomial en UCI, ENVIN-UCI, es un estudio de incidencia desarrollado por 
      intensivistas españoles desde el año 1994 (Grupo de Trabajo de 
      Enfermedades Infecciosas de la SEMICYUC - GTEI/SEMICYUC -), y ampliamente 
      extendido en nuestros Servicios (han participado desde su creación, de 
      forma continua o esporádica, más de 300 Servicios de Medicina Intensiva). 
      Hasta el informe global del año 2001 ha monitorizado 32.801 pacientes, 
      para neumonía asociada a ventilador (NAV), infección urinaria referida a 
      Foley, bacteriemia primaria y relacionada con catéter. Excepto en el caso 
      de la NAV, la presencia del SP fue nula. 
      Durante los años 1998-2001, se aislaron 
      1.657 microorganismos responsables de NAV, estando implicado el SP en 71 
      ocasiones (4,28%). En 62 de ellas (7,05%) la NAV ocurrió en los 7 primeros 
      días de ventilación mecánica y en 9 ocasiones (1,16%) la NAV ocurrió a 
      partir del séptimo día. El informe no contempla marcadores de resistencia 
      a antibióticos del SP [8], por lo que no podemos extraer conclusiones en 
      este sentido. 
          
      
      2.2 Infección adquirida en la comunidad 
      Para conocer la frecuencia global de 
      aparición de SP resistente a la penicilina en nuestro entorno en la 
      actualidad, nos referiremos a diferentes estudios nacionales y regionales 
      que han documentado un rápido incremento hasta 1989 (6% en 1979 frente a 
      44% en 1989) [9], para estabilizarse a lo largo de la década de los 90 
      (los mismos autores la cifran en el 42%) [10], si bien documentan un 
      incremento de cepas resistentes a eritromicina. 
      En otro estudio de un hospital 
      universitario durante los años 1997-1999, donde el 88% de las infecciones 
      por SP fueron adquiridas en la comunidad, el 43% de las cepas fueron 
      resistentes a penicilina y el 20% a la cefotaxima [11]. 
      En cuanto a la situación en nuestro país 
      durante los últimos 5 años, los estudios establecen figuras algo menos 
      elevadas; así, Betriu y col. refieren en su estudio de prevalencia (dos 
      cortes de 1 semana de duración) [12] el 28,6% de SP resistentes a la 
      penicilina, oscilando entre el 25-50% para las diferentes Comunidades 
      participantes. 
      Recientemente han sido publicadas por la 
      European Antimicrobial Resistance Surveillance System (EARSS) [13] los 
      datos pertenecientes a España para infecciones invasoras por SP 
      (infecciones sanguíneas y de líquido cefalorraquídeo - LCR -) durante el 
      año 2000. La muestra proviene de 33 hospitales, que representan 
      aproximadamente el 25% de la población española, y objetiva 622 pacientes 
      con aislamientos de SP en las localizaciones reseñadas, constatando que el 
      33% mostraban sensibilidad disminuida para la penicilina (22% intermedia y 
      11% alta), el 11% resistentes a la cefotaxima y el 21% resistentes a la 
      eritromicina. 
      Entre los factores de riesgo 
      epidemiológicos que se asocian a la presencia de infección por SP 
      resistente a penicilina, destacan la edad inferior a 15 años, localización 
      respiratoria o de oído medio de la infección, paciente seropositivo para 
      el VIH, la administración previa (6 meses) de betalactámicos y la 
      adquisición nosocomial de la infección [14]. 
        
          | 3. Infecciones 
          por S. pneumoniae de interés en Cuidados Intensivos |  
      De las infecciones con origen en la 
      comunidad de interés para el intensivista, cuyo responsable sea el SP, 
      destacan la neumonía, la meningitis y las bacteriemias derivadas de dichos 
      procesos. 
          
      
      3.1 Neumonía comunitaria grave (NCG) por S. pneumoniae 
      Los diferentes estudios epidemiológicos 
      que ofrece la literatura, establecen en torno al 45% los casos de NCG sin 
      filiar microbiológicamente, y aproximadamente el 25% de los filiados son 
      producidos por SP [15, 16]. 
      Dada la necesidad de utilizar 
      antibioterapia empírica hasta disponer de la información microbiológica 
      necesaria para dirigir el tratamiento, y la asociación entre la adecuación 
      de la misma y el pronóstico [17], cabría pensar que la presencia de SP 
      resistente a penicilina incrementaría la mortalidad. Sin embargo, esto no 
      ocurre así, como demuestran Pallarés y col. [18], Georges y col. [19] y 
      Moroney y col. [20] en sus estudios. 
      El estudio de Pallarés [18] objetiva la 
      ausencia de incremento de la mortalidad por la presencia de SP resistente 
      a penicilina  y SP resistente a cefalosporinas de tercera generación, en 
      neumonías comunitarias debidas a SP, en una serie de 10 años (504 
      pacientes), una vez corregidos los factores de gravedad. 
      En el estudio de Georges (neumonías 
      comunitarias causadas por SP) [19], estudian por separado la adecuación de 
      la antibioterapia, que sí se asocia a mortalidad (p = 0,01) y la presencia 
      de resistencia a la penicilina, que no lo hace (p = 0,44). También 
      demuestran la asociación con mal pronóstico de la presencia de 
      disfunciones orgánicas referidas a sepsis, leucopenia, complicaciones 
      propias de UCI y edad superior a 65 años. A conclusiones similares llega 
      también Moroney en su estudio [20], si bien aporta una serie 
      retrospectiva. 
      En otro estudio realizado en Barcelona 
      [21], tampoco se asocia a mortalidad la presencia de neumonía debida a SP 
      resistente a penicilina, pero se identifica con peor pronóstico la 
      presencia en este grupo de bacteriemia. En el mismo sentido, aunque con 
      menor calidad de evidencia por referirse a datos retrospectivos, el 
      estudio realizado por Metlay [22], que tampoco encuentra diferencias en 
      cuanto a mortalidad por el aislamiento de SP resistente a penicilina 
      (aunque sí en cuanto a incremento en complicaciones supurativas), aporta 
      la asociación de mortalidad con el subgrupo en el que se detecta 
      bacteriemia por SP resistente a penicilina. 
      El incremento de las cepas de SP 
      resistente a penicilina durante los últimos años, y el hecho de no haber 
      aumentado el número de fracasos terapéuticos en los estudios clínicos, 
      hacen pensar que el éxito terapéutico resida más en la consecución de una 
      penetración tisular y acumulación de antibiótico en el tejido pulmonar, 
      que en la consecución de ciertos niveles séricos del fármaco. 
      Esto es lo que ocurre habitualmente cuando 
      utilizamos betalactámicos, macrólidos y fluorquinolonas, en el caso de la 
      neumonía neumocócica, pues se acumulan en el tejido pulmonar varias veces 
      por encima de su concentración sérica (hasta 10 veces), haciendo 
      susceptibles a gérmenes que están por encima del valor de resistencia 
      establecido por la NCCLS [23]. Sin embargo, cuando la neumonía no se 
      limita al parénquima pulmonar y se produce bacteriemia, sí parece lógico 
      que aumente la mortalidad cuando se produce la inadecuación de la 
      antibioterapia, como objetivan los estudios previamente referidos. 
      Si el objetivo de la terapia es mantener 
      durante al menos el 50% del intervalo entre dosis una CMI superior a la 
      del SP aislado, con dosis de 8-15 millones UI/día de penicilina, dividida 
      en 4-6 administraciones, podemos considerar sensibles a SP con CMI < 4 ugr/mL, 
      en el caso de neumonías del adulto no bacteriémicas, ni con extensión 
      meníngea [24]. 
      Por otro lado, los macrólidos no son buena 
      alternativa al tratamiento con betalactámicos en neumonías por SP 
      resistentes a penicilina, dado que aproximadamente el 60% de estos 
      organismos son resistentes también a este grupo de fármacos [25], si bien 
      este punto no está absolutamente aclarado. 
      A la vista de los datos publicados hasta 
      la actualidad, la alternativa más razonable para este grupo de pacientes 
      afectos de infección pulmonar por SP con alta resistencia a penicilina y 
      macrólidos es el uso de una nueva fluorquinolona, del tipo del 
      levofloxacino [26, 27]. Recordemos que la rifampicina no debe ser 
      utilizada como monoterapia, dada la rápida emergencia de resistencias 
      [28]. La 
      antibioterapia empírica en pacientes afectos de neumonía de gravedad 
      moderada (ingresados en hospital y fuera de Intensivos), debe ser 
      combinada, incluyendo una cefalosporina de segunda (cefuroxima) o tercera 
      generación (cefotaxima o ceftriaxona), y un macrólido (eritromicina o 
      claritromicina), recomendando reservar la fluorquinolona (levofloxacino en 
      nuestro medio) para los casos comprobados de aislamientos de SP con alta 
      resistencia a penicilina (CMI > 4 ug/mL) [3]. 
      En cuanto a la antibioterapia empírica de 
      pacientes afectos de NCG (críticos ingresados en Intensivos), debe de ser 
      combinada, incluyendo una cefalosporina de tercera generación (cefotaxima 
      o ceftriaxona), combinada con un macrólido (eritromicina o claritromicina) 
      o una fluorquinolona (levofloxacino) [3]. La combinación de una 
      cefalosporina de tercera generación y una fluorquinolona parece lo más 
      adecuado en casos de bacteriemia y/o extensión de la infección neumocócica 
      a otros órganos, como quedó explicado anteriormente. 
      La vancomicina en el entorno del paciente 
      crítico afecto de NCG no ha sido todavía bien documentada, pero caso de 
      incluirla en el régimen empírico, ha de ser retirada lo antes posible dada 
      la aparición de posibles resistencias, habiéndose ya documentado SP con 
      tolerancia a vancomicina [29]. 
      Así mismo, ya se han descrito casos de SP 
      con susceptibilidad reducida a fluorquinolonas en Canadá [30]. Por los 
      motivos expuestos, considerar la emergencia de resistencias a la hora de 
      seleccionar la antibioterapia, tanto empírica como dirigida, parece 
      rentable desde el punto de vista clínico. 
      En último término, y al hilo de lo 
      expuesto anteriormente, los casos que ocurren en pacientes alérgicos a 
      betalactámicos serían candidatos para recibir una fluorquinolona en 
      monoterapia, combinada o no a vancomicina, o rifampicina. 
      
          
      
      3.2 Meningitis neumocócica 
      Para esta localización de la infección por 
      SP, es para cuando las CMI estandarizadas como sensibles, intermedias y 
      altas definidas por el NCCLS, referidas en este texto previamente, 
      alcanzan toda su importancia. 
      En cuanto a la incidencia, es en la 
      actualidad, una vez generalizada la vacunación conjugada frente a
      Haemophilus influenzae y Neisseria meningitidis del grupo C, la 
      más frecuente en niños (excepto el periodo neonatal) y adultos, junto con 
      la producida por la Neisseria meningitidis del grupo B, y a 
      distancia por Listeria monocytogenes [31]. 
      Centrando el problema en nuestro país, las 
      figuras más recientes publicadas de aislamientos de SP y su resistencia a 
      antibióticos pertenecen al estudio de Oteo y col. [13] para la Red Europea 
      de Vigilancia de Resistencia a Antibióticos, y se refieren al año 2000. 
      Incluye 622 aislamientos (LCR -5,5%- y sangre -94,5%-); el 33,1% 
      presentaron sensibilidad disminuida para la penicilina (22,2% intermedia y 
      10,9% alta). Fueron no sensibles a cefotaxima el 11%, el 21,1% resistentes 
      a la eritromicina y el 2,4% resistentes a ciprofloxacino. 
      Si comparamos estas cifras con las del estudio de Navarro y 
      col. [32], que publica los datos de la Comunidad de Aragón durante los 
      años 1995-1996 en 301 aislamientos clínicos, refiriendo un 61,8% de cepas 
      con sensibilidad disminuida para la penicilina (20,6% de alta 
      resistencia), siendo resistentes a eritromicina, cloranfenicol, 
      tetraciclina, cotrimoxazol, ciprofloxacino, cefotaxima y cefepime del 
      30,9%, 30,2%, 40,9%, 66,4%, 13,3%, 13,8% y 14,9% respectivamente, el 
      problema de la resistencia antibiótica del SP parece estabilizado y con 
      tendencia al decremento. 
      Es de reseñar que la mayoría de las cepas 
      que mostraban resistencia a eritromicina, ciprofloxacino y cefotaxima, 
      estaban en el grupo de la sensibilidad disminuida para la penicilina en 
      los dos estudios analizados. 
      Globalmente, la etiología neumocócica de 
      la meningitis es la que causa mayor mortalidad, pues la debida a Listeria 
      es más grave, pero mucho menos frecuente. Desde el punto de vista 
      clínico-epidemiológico, también hay que hacer referencia a que muchas veces es 
      producida por una infección en la vecindad, como es el caso de la otitis 
      media, localización en la que es más frecuente el aislamiento de SP 
      resistente a la penicilina [33]. 
      En lo referente a las secuelas, la 
      situación no es menos preocupante, pues se presentan hasta en el 25% de 
      los casos, siendo las alteraciones cognitivas y la incapacidad para el 
      aprendizaje las más frecuentes y discapacitadoras; se consideran 
      secundarias a la apoptosis neuronal a nivel del hipocampo, de la que 
      parece responsable la traslocación del Factor Inductor de Apoptosis 
      Neuronal (FIA) inducida por las toxinas bacterianas del SP, y en 
      particular, la neumolisina y el H2O2 [34, 35]. 
      Si tenemos en cuenta que en estudios 
      experimentales en conejos, se ha determinado que se han de alcanzar 
      concentraciones de antibiótico en el LCR 8-10 veces superiores a la CMI 
      del germen responsable para tener respuestas clínicas satisfactorias [36], 
      y que las concentraciones máximas alcanzables de penicilina en LCR son de 
      1 microgr/mL, es predecible una mala respuesta cuando la cepa de SP 
      muestra algún grado de sensibilidad disminuida para este antimicrobiano. 
      Siguiendo el mismo razonamiento teórico, cefotaxima y ceftriaxona pueden 
      alcanzar concentraciones en LCR entre 3-15 microgr/mL, y además muestran 
      CMI 2-4 veces menores que para penicilina, por lo que constituyen la base 
      del tratamiento empírico, hasta conocer el perfil de resistencia del 
      germen en el caso particular [37], 
      siendo las dosis utilizadas de cefotaxima 300-400 mg/kg/día (máximo 24 gr/día) 
      y las de ceftriaxona 70 mg/kg/día (máximo 4 gr/día). 
      Se desprende de lo antedicho que niveles 
      de resistencia altos para estos antibióticos han conducido a fracasos 
      terapéuticos, por lo que en zonas con alta prevalencia de resistencia a 
      beta-lactámicos, se asocia vancomicina al tratamiento empírico [14, 
      38-40], a dosis de 30 mg/kg/día. 
      Esta asociación parece haber demostrado 
      sinergia en el modelo animal, por lo que es ampliamente recomendada tanto 
      para el tratamiento empírico, como para el dirigido frente a una cepa que 
      presente cualquier grado de resistencia a la cefotaxima, pero no debe  
      darnos una seguridad absoluta, tanto porque esta sinergia no está 
      comprobada en el humano cuanto por el uso hoy en día generalizado de la 
      terapia adyuvante con dexametasona, que puede hacer disminuir la 
      concentración de ambos antibióticos en el LCR [41-44]. 
      Además, y como ya hemos referido 
      anteriormente, la reciente descripción aunque no bien documentada, de 
      cepas de SP tolerantes a la vancomicina, acentúan el problema y obligan a 
      plantearnos otras alternativas [29, 45]. 
      Como medida de seguridad, debemos seguir recomendando la punción lumbar de 
      control a las 24-48 horas de iniciar el tratamiento en todos los 
      pacientes. 
      Otra pauta antibiótica que tiene bastante 
      aceptación entre los casos de meningitis por SP resistente a cefotaxima, 
      si bien todavía no tiene refrendo documentado en ensayos clínicos 
      controlados que aporten un nivel elevado de calidad de la evidencia, es la 
      asociación de cefotaxima/ceftriaxona y rifampicina, pues el nivel de 
      resistencia del SP para este último es muy escaso, y las CMI habituales 
      son menores de 0,12 mcg/mL, alcanzándose concentraciones en el LCR en 
      torno a 1 mcg/mL con dosis de 600 mg/día. 
      Sin embargo, es de sobra conocida su 
      capacidad de inducir resistencias cuando se utiliza en monoterapia, por lo 
      que su uso debe ser combinado con otro antibiótico, excepto cuando se 
      administra para la profilaxis de la enfermedad meningocócica (durante dos 
      días). En el caso de asociación con cefalosporinas, se ha documentado en 
      un estudio realizado en niños afectos de meningitis por SP resistente a 
      cefalosporinas un aumento significativo de la acción bactericida de la 
      ceftriaxona [46]. 
      Ante la alta prevalencia en nuestro medio 
      de resistencia al cloranfenicol por parte del SP, ya no se considera como 
      tratamiento electivo en pacientes alérgicos a betalactámicos; en estos 
      casos, la asociación de vancomicina y rifampicina muestra un buen perfil 
      de seguridad, y cabe también como aproximación al tratamiento 
      antimicrobiano en casos de SP con resistencia elevada a cefalosporinas. 
      Esta asociación se ha testado experimentalmente en el modelo de meningitis 
      del conejo, junto con la administración de dexametasona, comprobando la 
      ausencia de sinergia, pero consiguiendo una erradicación bacteriológica de 
      las meninges en 48 horas, mostrando la misma eficacia que cada uno de 
      ellos por separado. La combinación de ambos permite el uso de rifampicina 
      sin riesgo de aparición de resistencias y mantiene concentraciones de 
      vancomicina en LCR más elevadas cuando se administra conjuntamente 
      dexametasona, que si se trata con vancomicina en monoterapia [47, 48]. 
      La situación actual de conocimientos, nos 
      lleva a pensar que probablemente el futuro no está en los betalactámicos, 
      siendo una buena alternativa teórica las fluorquinolonas, pues presentan 
      una buena penetración en LCR y una excelente actividad frente a SP. Así, 
      han sido testadas tanto experimentalmente como en la clínica, siendo 
      referidos unos resultados prometedores, observándose un aumento de la 
      actividad bactericida de la combinación cefotaxima/ceftriaxona y 
      levofloxacino [49-51]. 
      El gran problema surge de la emergencia de 
      resistencias a este grupo terapéutico durante los últimos años [52-54], 
      con el consiguiente incremento de las CMI que hará inviable su utilización 
      para esta patología, por lo que no han sido testados hasta la actualidad 
      en ensayos clínicos para esta patología, quedando como opción puntual en 
      casos de multirresistencias, si bien se ha de tener en cuenta que la 
      aparición de una susceptibilidad disminuida para penicilina en el SP, 
      suele condicionar otras resistencias a antimicrobianos, como es el caso de 
      las fluorquinolonas. 
      Otro antimicrobiano útil en casos 
      aislados, pero no controlado mediante ensayos clínicos para la indicación 
      de meningitis producida por SP resistente a cefalosporinas e incluso 
      quinolonas, es cefepime, que ha sido testado en el modelo experimental de 
      meningitis del conejo, mostrando una elevada concentración en LCR (5,3-10 
      mcg/mL para una dosis de 100 mg/kg) que permite el tratamiento de 
      bacterias con CMI de hasta 4 mcg/mL [55, 56]. 
      El grupo de carbapenemas también puede 
      ofrecer una alternativa válida en casos de SP resistentes a cefalosporinas; 
      entre ellos, el perfil farmacológico más favorable lo presenta el 
      meropenem, dado que no produce crisis convulsivas, como es el caso del 
      imipenem. 
      El meropenem ha sido probado 
      experimentalmente en el modelo de meningitis del conejo, obteniendo unas 
      concentraciones en LCR bactericidas para SP con resistencia alta a 
      penicilina (> 4 mcg/mL), habiendo sido ensayado en monoterapia y 
      combinado con vancomicina, rifampicina y ceftriaxona, sin documentarse 
      sinergia con ninguno de ellos, excepto en el caso de asociarse a 
      levofloxacino [57-60]. 
      Por último, haremos referencia a la 
      reciente alternativa que supone el linezolid, perteneciente al grupo de 
      las oxazolidinonas, que presenta una CMI entre 0,4-4 mcg/mL para el SP 
      con sensibilidad disminuida a penicilina. Su farmacocinética permite el 
      paso a través de la barrera hematoencefálica (BHE), alcanzando unas 
      concentraciones en el LCR entre 1,6-7 mcg/mL con dosis de 40 mg/kg/día, 
      persistiendo hasta 6 días de tratamiento, o sea, una vez la BHE ha sido 
      restablecida en parte, o por completo. Estas razones le hacen valorable en 
      casos de infección meníngea por SP resistente a penicilina, así como por 
      otros gérmenes gram-positivos multirresistentes. Sin embargo, es de 
      reseñar la menor efectividad de linezolid frente a SP sensible a 
      penicilina comparado con cefotaxima/ceftriaxona, así como su escasa 
      capacidad bactericida marginal, que, junto con un retardo de 4 horas en su 
      acción antibacteriana a nivel meníngeo, hacen que su papel en la infección 
      meníngea por Streptococcus pneumoniae, tanto sensible como con 
      sensibilidad disminuida para la penicilina, sea realmente incierto [61, 
      62]. 
        
        Jacobs MR, Koormhof HJ, 
        Robins-Browne RM, et al. Emergency of multiply resistant pneumococci. N 
        Engl J Med 1978; 299: 735-740.
        Oteo J, Campos J. Valor de los sistemas 
        de vigilancia de resistencia a antibióticos. Enferm Infecc Microbiol 
        Clin 2003; 21: 123-125.
        Heffelfinger JD, Dowell SF, 
        Jorgensen JH, Klugman KP, Mabry LR, Musher DM, et al. Management of 
        Community-Acquired pneumonia in the era of pneumococcal resistante. Arch 
        Intern Med 2000; 160: 1399-1408.
        National Committee for 
        Clinical Laboratory Standards. Methods for dilution antimicrobial 
        susceptibility test for bacteria that grow aerobically: approved 
        standards. 5th ed. Wayne, Pa: National Committee for Clinical 
        and Laboratory Standards, 2000: 14. Publication M100-S10.
        Ruiz J, Simarro E, Gomez J. Resistencias 
        y tratamiento de Streptococcus pneumoniae. Enfrm Infecc Microbiol Clin 
        2001; 19: 191-195.
        Musher DM, Bartlett JG, 
        Doern GV. A fresh look at the definition of susceptibility of 
        Streptococcus pneumoniae to betalactam antibiotics. Arch Intern Med 
        2001; 161: 2538-2544.
        Baquero F, García-Rodríguez 
        JA, García de Lomas J, Aguilar L and the Spanish Surveillance Group for 
        Respiratory Pathogens. Antimicrobial Resistance of 1,113 Streptococcus 
        pneumoniae Isolates from Patients with Respiratory Tract Infections in 
        Spain: Results of a 1-Year (1996–1997) Multicenter Surveillance Study. Antimicrob Agents Chemother 1999; 
        43: 357-359.
        Alvarez-Lerma F. Neumonía relaccionada 
        con la ventilación mecánica. En: Grupo de Trabajo de Enfermedades 
        Infecciosas de la SEMICYUC (GTEI-SEMICYUC). Estudio Nacional de 
        Vigilancia de la Infección Nosocomial en UCI (ENVIN-UCI). Madrid. Jarpyo 
        Ed. 2002; pp: 53-72.
        Fenoll A, Martín-Bourgon C, 
        Muñoz R, Vicioso D, and Casal J. Serotype distribution and antimicrobial 
        resistance of Streptococcus pneumoniae isolates causing systemic 
        infections in Spain, 1979–1989. Rev Infect Dis 1991; 3:56–60.
        Fenoll A, Jado I, Vicioso 
        D, Pérez A, Casal J. Evolution of Streptococcus pneumoniae Serotypes and 
        Antibiotic Resistance in Spain: Update (1990 to 1996). J Clin Microbiol 
        1998; 36: 3447-3454.
        Viciana MA, García-López MV, Mariscal A, 
        Sánchez-Bernal MA, Clavijo E, Martín E, Rodríguez-Ortega R, Pinedo A. 
        Aspectos microbiológicos y clinicoepidemiológicos de los aislados de 
        Streptococcus pneumoniae durante los últimos dos años. Enferm Infecc 
        Microbiol Clin 2004; 22: 13-17.
        Betriu C, Ali Sánchez B, Picazo JJ y 
        Grupo G + R. Estudio epidemiológico de la infección por grampositivos 
        resistentes (Estudio G + R). Enferm Infecc Microbiol Clin 2003; 21: 
        7-11.
        Oteo J, Cruchaga S, Campos J, Sáez-Nieto 
        JA, Baquero F y miembros españoles del Grupo del European Antimicrobial 
        Resistance Surveillance System (EARSS). Resistencia a antibióticos en 
        622 Streptococcus pneumoniae aislados de líquido cefalorraquídeo y 
        sangre en 33 hospitales españoles de la Red Europea de Vigilancia de 
        Resistencia a Antibióticos (2000). Enferm Infecc Microbiol Clin 2003; 
        21: 12-19.
        Bedos JP, Chevret S, 
        Chastang C, Geslin P, Regnier B. Epidemiological features of and risk 
        factors for infection by Streptococcus pneumoniae strains with 
        diminished susceptibility to penicillin: findings of a French survey. Clin Infect Dis 1996; 22: 63-72.
        Ruiz M, Ewig S, Marcos MA, 
        Martinez JA, Arancibia F, Mensa J, Torres A. Etiology of 
        community-acquired pneumonia: impact of age, comorbidity, and severity. Am J Respir Crit Care Med 1999; 
        160: 397-405.
        Ruiz M, Ewig S, Torres A, Arancibia F, 
        Marco F, Mensa J, Sanchez M, Martinez JA. Severe community-acquired 
        pneumonia. Risk factors and follow-up epidemiology. Am J Respir Crit 
        Care Med 1999; 160: 923-9.
        Arancibia F, Ewig S, 
        Martínez JA, Ruiz M, Bauer T, Marcos MA, Mensa J, Torres A. 
        Antimicrobial Treatment Failures in Patients with Community-acquired 
        Pneumonia: Causes and Prognostic Implications. Am J Respir Crit Care Med 
        2000; 162: 154–160.
        Pallarés R, Linares J, 
        Vadillo M, Cabellos C, Manresa F, Viladrich PF, Martin R, Gudiol F. 
        Resistance to penicillin and cephalosporin and mortality from severe 
        pneumococcal pneumonia in Barcelona, Spain. N Engl J Med 1995; 333: 
        474-80.
        Georges H, Leroy O, 
        Vandenbussche C, Guery B, Alfandari S, Tronchon L, Beaucaire G. 
        Epidemiological features and prognosis of severe community-acquired 
        pneumococcal pneumonia. Intensive Care Med 1999; 25: 198-206.
        Moroney JF, Fiore AE, 
        Harrison LH, Patterson JE, Farley MM, Jorgensen JH, Phelan M, Facklam 
        RR, Cetron MS, Breiman RF, Kolczak M, Schuchat A. Clinical outcomes of 
        bacteremic pneumococcal pneumonia in the era of antibiotic resistance. Clin Infect Dis 2001; 33: 
        797-805.
        Ewig S, Ruiz M, Torres A, 
        Marco F, Martinez JA, Sanchez M, Mensa J. Pneumonia acquired in the 
        community through drug-resistant Streptococcus pneumoniae. Am J Respir Crit Care Med 1999; 159: 
        1835-42.
        Metlay JP, Hofmann J, 
        Cetron MS, Fine MJ, Farley MM, Whitney C, Breiman RF. Impact of 
        penicillin susceptibility on medical outcomes for adult patients with 
        bacteremic pneumococcal pneumonia. Clin Infect Dis 2000; 30: 520-8.
        Drusano GL. Pharmacology of 
        anti-infective agents. In: Mandel GL, ed. Principles and practice of 
        infectious disease. 4th ed. New York, NY: Churchill 
        Livingstone, 1995; 225-233.
        Craig WA. Pharmacokinetic/pharmacodynamic 
        parameters: rationale for antibacterial dosing of mice and men. Clin 
        Infect Dis 1998; 26: 1-12.
        Ednie LM, Visalli MA, Jacobs 
        MR, Appelbaum PC.
        Comparative activities of clarithromycin, erythromycin, and azithromycin 
        against penicillin-susceptible and penicillin-resistant pneumococci. Antimicrob Agents Chemother 1996; 
        40: 1950-2.
        Klugman KP, Capper T, 
        Bryskier A. In vitro susceptibility of penicillin-resistant 
        Streptococcus pneumoniae to levofloxacin, selection of resistant 
        mutants, and time-kill synergy studies of levofloxacin combined with 
        vancomycin, teicoplanin, fusidic acid, and rifampin. Antimicrob Agents Chemother 1996; 40: 
        2802-4.
        Kahn JB, Wiesinger BA, 
        Xiang J. Macrolide-Resistant Streptococcus pneumoniae in 
        Community-Acquired Pneumonia: Clinical and Microbiological Outcomes for 
        patients treated with Levofloxacin. Clin Infect Dis 2004; 38 (suppl I): 
        S24-S33.
        Klugman KP. Pneumococcal 
        resistance to antibiotics. Clin Microbiol Rev 1990; 3: 171-196.
        Normark HB, Novak R, 
        Ortqvist A, Kallenius G, Tuomanen E, Normark S. Clinical isolates of 
        Streptococcus pneumoniae that exhibit tolerance of vancomycin. Clin Infect Dis 2001; 32: 552-8.
        Chen DK, McGeer A, de 
        Azavedo JC, Low DE. Decreased susceptibility of Streptococcus pneumoniae 
        to fluoroquinolones in Canada.
        Canadian Bacterial Surveillance Network. N Engl J Med 1999; 341: 233-9.
        Soult Rubio JA, Rangel Pineda C, Muñoz 
        Sáez M, Parrilla Parrilla JS, Díaz Fernández F, López Castilla JD, et 
        al. Meningitis neumocócica: características epidemiológicas, clínicas y 
        bacteriológicas. An Esp Pediatr 2001; 55: 315-320.
        Navarro C, Egido P, Aspiroz C, Durán E, 
        García C, Rubio C, Gómez-Lus R. Resistencia a penicilina y otros 
        antimicrobianos en 301 aislamientos clínicos de Streptococcus 
        pneumoniae. Enferm Infecc Microbiol Clin 2000; 18: 314-318.
        Fernández Viladrich P, Cabellos Mínguez 
        C. Diagnóstico y tratamiento actual de las meningitis por Streptococcus 
        pneumoniae. En: Alvarez-Lerma F, ed. Problemática actual en el 
        tratamiento de infecciones por bacterias grampositivas en pacientes 
        hospitalizados. Barcelona: Pfizer, 2003; 89-105.
        Meli DN, Christen S, Leib 
        SL, Tauber MG. Current concepts in the pathogenesis of meningitis caused 
        by Streptococcus pneumoniae. Curr Opin Infect Dis 2002; 15: 253-257.
        Braun JS, Sublett JE, Freyer 
        D, Mitchell TJ, Cleveland JL, Toumanen EI, et al. Pneumococcal pneumolysin 
        and H2O2 medate brain cell apoptosis during 
        meningitis. J Clin est 2002 ; 109 : 19-27.
        Schaad UB, McCraken GH, 
        Loock CA, Thomas ML. Pharmacokinetics and bacteriologic efficacy of 
        moxalactam, cefotaxime, cefoperazone, and rocephin in experimental 
        bacterial meningitis. J Infect Dis 1981; 143: 156-163.
        Amsden GW, Schentag JJ. 
        Tables of antimicrobial agent pharmacology. En: Mandell DL, Bennett JE, 
        Dolin R, eds. Principles and Practice of infectious diseases (4th 
        ed.) New York, N.Y.: Churchill Livingstone, Inc, 1995; 492-528.
        Kaplan SL, Mason EO. 
        Management of infections due to antibiotic-resistant Streptococcus 
        pneumoniae. Clin Microbiol Rev 1998; 11: 628-644.
        Catalán MJ, Fernández JM, Vázquez A, 
        Seijas EV, Suárez A, Quirós JCLB. Failure of cefotaxime in 
        the treatment of meningitis due to relatively resistant pneumococcal 
        meningitis: case report and review. Clin Infect Dis 1994; 18: 766-769.
        John CC. Treatment failure 
        with use of a third-generation cephalosporin for penicillin-resistant 
        pneumococcal meningitis: case report and review. Clin Infect Dis 1994; 
        18: 188-193.
        Friedland IR, Paris M, 
        Ehrett S, Hickey S, Olsen KD, McCraken GH. Evaluation of antimicrobial 
        regimens for treatment of experimental penicillin and cephalosporin 
        resistant pneumococcal meningitis. Antimicrob Agents Chemother 1993; 37: 
        1630-1636.
        Paris MM, Ramilo O, McCraken GH. Management of meningitis 
        causes by penicillin-resistant Streptococcus pneumoniae Antimicrob 
        Agents Chemother 1995; 39: 2171-2175.
        Friedland IR, McCraken GH. 
        Management of infections causes by antibiotic-resistant Streptococcus 
        pneumoniae. N Engl J Med 1994; 331: 377-382.
        Quagliarello VJ, Scheld WM. 
        Treatment of bacterial meningitis. N Engl J Med 1997; 336: 708-716.
        McCullers JA, English BK, 
        Novak R. Isolation and characterization of vancomycin-tolerant 
        Streptococcus pneumoniae from the cerebrospinal fluid of a patient who 
        developed meningitis. J Infect Dis 2000; 181: 369-373.
        Klugman KP, Friedland IR, 
        Bradley JS. Bactericidal activity against cephalosporin-resistant 
        Streptococcus pneumoniae in cerebrospinal fluid of children with acute 
        bacterial meningitis. Antimicrob Agents Chemother 1995; 39: 1989-1992.
        Paris MM, Hickey SM, Uscher 
        MI, Shelton S, Olsen KD, McCraken GH Jr. Effect of dexamethasone on 
        therapy of experimental penicillin and cephalosporin-resistant 
        pneumococcal meningitis. Antimicrob Agents Chemother 1994; 38: 
        1320-1324.
        Martínez-Lacasa J, Cabellos 
        C, Martos A, Fernández A, Tubau F, Viladrich PF, Liñares J, Gudiol F. 
        Experimental study of efficacy of vancomycin, rifampicin and 
        dexamethasone in the therapy of pneumococcal meningitis. J Antimicrob 
        Chemother 2002; 49: 507-513. 
      
      Nau R, Schmidt T, Kaye K, Froula JL, Tauber MG. Quinolone 
      antibiotics in therapy of experimental pneumococcal meningitis in rabbits. Antimicrob Agents Chemother 1995; 39: 
      593-7.
         Tarasi A, Capone A, Tarasi 
        D, Cassone M, Bianco G, Venditti M.
        Comparative in-vitro activity of moxifloxacin, penicillin, ceftriaxone 
        and ciprofloxacin against pneumococci isolated from meningitis. J 
        Antimicrob Chemother. 1999; 43: 833-5.
      
      Scotton PG, Pea F, 
      Giobbia M, Baraldo M, Vaglia A, Furlanut M. Cerebrospinal fluid 
      penetration of Levofloxacin in patients with spontaneous acute bacterial 
      meningitis. Clin Infect Dis 2001; 33: e109-111.
      
      Chen DK, McGeer A, De 
      Azavedo JC, Low DE, for the Canadian Bacterial Surveillance Network. 
      Decreased susceptibility of Streptococcal pneumoniae to fluorquinolones in 
      Canada. N Engl J Med 1999; 341: 233-239.
      
      Whitney CG, Farley MM, Hadler J, Harrison LH, Lexau C, Reinglod A, Lefkowitz L, Cieslak PR, 
      Cetron M, Zell ER, Stat M, Jorgensen JH, Schuchat A, for the Active 
      Bacterial Core Surveillance Program of the Emerging Infections Program 
      Network. N Engl J Med 2000; 343: 1917-1924.
      
      Urban C, Rahman N, 
      Zhao X, Mariano N, Segal-Maurer S, Drlica K, Rahal JJ. Fluorquinolone-resistant 
      Streptococcus pneumoniae associated with Levofloxacin therapy. J Infect 
      Dis 2001; 184: 794-798.
      
      Gerber CM, Cottagnoud M, Neftel K, Tauber MG, Cottagnoud P. 
      Evaluation of cefepime alone and in combination with vancomycin against 
      penicillin-resistant pneumococci in the rabbit meningitis model and in 
      vitro. J Antimicrob Chemother 2000; 45: 63-8.
      
      Cottagnoud P, Acosta 
      F, Cottagnoud M, Tauber MG. Cefepime is efficacious against penicillin- 
      and quinolone-resistant pneumococci i nexperimental meningitis. J 
      Antimicrob Chemother 2002; 49: 327-330.
      
      Cottagnoud P, Cottagnoud M, Acosta F, Flatz L, Kuhn F, Stucki A, 
      Entenza J. Meropenem prevents levofloxacin-induced resistance in 
      penicillin-resistant pneumococci and acts synergistically with 
      levofloxacin in experimental meningitis. Eur J Clin Microbiol Infect Dis 2003; 22: 
      656-62.
      
      Gerber CM, Cottagnoud M, Neftel KA, Tauber MG, Cottagnoud P. 
      Meropenem alone and in combination with vancomycin in experimental 
      meningitis caused by a penicillin-resistant pneumococcal strain. Eur J Clin Microbiol Infect Dis 1999; 18: 
      866-70.
      
      van de Beek D, Hensen EF, Spanjaard L, de Gans J, Enting RH, 
      Dankert J. Meropenem susceptibility of Neisseria meningitidis and 
      Streptococcus pneumoniae from meningitis patients in The Netherlands. J Antimicrob Chemother 1997; 40: 895-7.
      
      Kim BN, Woo JH, Kim YS, Ryu J, Kim MN, Pai CH. Time-kill studies of 
      antimicrobial combinations including cefotaxime, ceftriaxone, vancomycin 
      and meropenem against cephalosporin-resistant Streptococcus pneumoniae. Chemotherapy 2000; 46: 303-8.
      
      Cottagnoud P, Gerber 
      CM, Acosta F, Cottagnoud M, Neftel K, Tauber MG. Linezolid against 
      penicillin-sensitive and penicillin-resistant pneumococci in the rabbit 
      meningitis model. J Antimicrob Chemother 2000; 46: 981-985.
      
      Villani P, Regazzi MB, 
      Marubbi F, Viale P, Pagani L, Cristini F, Cadeo B, Carosi G, Bergomi R. 
      Cerebrospinal fluid Linezolid concentrations in postneurosurgical central 
      nervous system infections. Antimicrob Agents Chemother 2002; 46: 936-937. 
      Miguel Ángel Alcalá Llorente,César Pérez Calvo
 Fundación Jiménez Díaz, Madrid
 ©REMI,
      
      http://remi.uninet.edu. Septiembre 2004.
 
      Palabras clave: 
       
      Streptococcus pneumoniae 
      multirresistente, Control de infecciones, Resistencia a antibióticos, 
      Cuidados Intensivos.
       
 Busque en REMI con Google: 
 
 Envía tu comentario para su 
      publicación |