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      Sobre
      la participación de los pacientes críticos en la toma de decisiones
      asistenciales 
      El mayor cambio que se ha producido en el patrón de las relaciones
      entre médico y paciente radica en un factor positivo y otro negativo. La
      calificación de positivo y negativo no tiene nada que ver con el valor
      moral intrínseco del cambio, sino mas bien con un concepto casi contable.
      Podríamos decir debe y haber. 
      El factor positivo es la asunción por parte del paciente de unos
      determinados derechos que hasta ahora no se le habían reconocido Este
      ahora es laxo. Depende de países, patrones culturales, situación clínica,
      etc. Pero son dependencias secundarias. El paciente tiene derecho a... Eso
      es incontrovertible. Y los derechos básicos no pueden ser derogados,
      como máximo los derechos cívicos pueden ser suspendidos (es el caso de
      delincuentes en prisión), y nunca de forma absoluta. Pero insisto, los
      derechos básicos, no pueden ser ignorados. El individuo hará con ese
      derecho lo que quiera. Lo puede ejercer o no. Puede delegarlo. Pero ese es
      su privilegio. El de él. No hace falta recordar ahora que el derecho a la
      vida y como consecuencia a la salud y su conservación, es uno de esos
      derechos básicos 
      El factor negativo afecta al médico, al profesional sanitario, que ha
      pasado de una posición casi mágica, sacerdotal, a una posicion
      participativa en la que ejerce su capacidad y saber con la aquiescencia
      del paciente y nunca pese a el. Ese factor negativo se traduce en la
      desaparición de aquello de "yo sé lo que es mejor para el
      paciente...". Porque es posible que el sanitario, el médico, sepa lo
      que es mejor, pero el paciente tiene derecho a aceptarlo o no, cuando
      dispone de los suficientes elementos de análisis, la capacidad para
      realizar este análisis y la posibilidad de actuar consecuentemente. A
      esto, en terminología mas anglosajona que española, se le llama
      competencia. 
      En este simple planteamiento se basan cosas como el reconocimiento a
      decidir sobre la propia vida (eutanasia), el reconocimeinto a la
      coresponsabilización de la decisión (consentimiento informado con sus
      eximentes ya conocidos) y el reconocimiento a negarse al encarnizamiento o
      a gozar de la más razonable de las formas posibles de tratamiento (LET). 
      Pero centrémonos ahora en dos hechos que no pueden olvidarse,
      fundamentalmente si estamos frente a un paciente en situacion crítica. 
      Uno. los modelos culturales pueden envidiarse, pero no imitarse de
      forma indiscriminada. En nuestro modelo mediterraneo-judeo-cristiano, con
      la aceptación tácita generalizada de un poder superior (Dios?) es
      frecuente que el paciente renuncie a ejercer de forma plena los derechos
      que afectan a su propia subsistencia. Y, es tambien frecuente que los
      delegue. En familiares, y las más de las veces en el médico (Lo que Vd.
      considere Dr...). Esto ha sido así, es así, y posiblemente lo será por
      mucho tiempo. Y en estas situaciones, a veces violenta más el derecho del
      individuo forzarlo a tomar una decisión que negarle la posibilidad de
      renunciar a ese derecho y delegar (a esta cesión de capacidad decisoria se
      le llama "waiving"). 
      El otro es el de la competencia de los pacientes críticos. Desde los
      trabajos de Drane sobre los múltiples aspectos de la competencia,
      aceptamos que no todos los individuos tienen una capacidad decisoria idéntica y una competencia igual. Si a ello añadimos los
      gravísimos
      trastornos del equilibrio fisiológico que padece un paciente crítico, es
      fácil suponer que la competencia del mismo puede estar muy mermada.
      Dejemos desde ahora el paciente sometido a sedación o sedo-analgesia
      profunda. Este es un ejemplo obvio. Pero, el paciente con fiebre alta, pO2
      inferior a 50, y TA que requiere vasopresores, ¿es competente para
      decidir si quiere o no ser conectado a soporte ventilatorio o tratado
      mediante técnicas no invasivas?. Yo creo que no. 
      Una vez más en un modelo cultural como el nuestro donde las directrices
      avanzadas (Testamentos Vitales o Delegaciones de Representación) son aun
      una asignatura pendiente, la responsabilidad del médico es más difícil de
      ejercer. ¿Quién toma la decisión?. 
      Pero no debemos olvidar que son los allegados, familiares (en
      anglosajon, "relatives") los que mejor conocen las preferencias
      y deseos del paciente, y los que mejor pueden juzgar cual sería su postura,
      y no se les debe hurtar la posibilidad de participar en esas complejas
      decisones asistenciales, lo que exige una información delicada,
      exhaustiva, comprensible y adecuada. Con tiempo y sensibilidad, no en un
      pasillo, entre las 12:01 y las 12:03 p.m. 
      Estamos en una fase en que muchas de estas cuestiones pugnan por
      hacerse menos conflictivas, pero que nunca perderán su carácter de difíciles, comprometidas y angustiantes. 
      Lo mejor que podemos hacer los médicos es recordar dos verdades no
      cuestionables. El paciente tiene derecho a decidir y sus allegados son los
      mejores representantes de su voluntad (cuando no exista duda sobre la
      honestidad de su representación). Otra cosa que no puede ni debe olvidarse
      es que el paciente puede optar por no ejercer su derecho. Y que la
      competencia de los pacientes críticos puede estar marcadamente mermada,
      pero esto es un hecho, no una excusa. Y en base a ello, las decisones difíciles, por absoluto consenso de todo el equipo asistencial, con
      transparencia absoluta y recordando que además de "justicia",
      "autonomía" y "beneficiencia", hay un principio ético
      (el más clásicamente reconocido) que es el de "No dañar". Y
      corremos el peligro de dañar por exceso y por defecto.  Ojala
      sepamos evitarlo. 
      Ricardo Abizanda Campos 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital General de Castelló 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Enero 2002. 
      Enlaces:
       
        - Recommendations for End-of-Life Care in the ICU. Crit
          Care Med 2001 Dec; 29: 2332-2348. [PDF]
 
        - Ethical and Moral Guidelines for the Initiation, Continuation, and
          Withdrawal of Intensive Care: American College of Chest
          Physicians/Society of Critical Care Medicine Consensus Panel. Chest
          1990; 97: 949-958. [Texto
          completo HTML]
 
       
      Artículos relacionados en REMI:
       
        - Eduardo Palencia Herrejón. ¿Son
          competentes para la toma de decisiones los pacientes graves?. REMI
          2001; 1 (9): 158.
 
        - Eduardo Palencia Herrejón. ¿Son competentes los familiares de los
          pacientes críticos para la toma de decisiones?. REMI
          2002; 2 (1): 296.
 
       
      Palabras
      clave: Competencia, Toma de decisiones, Limitación del esfuerzo
      terapéutico, Etica, Cuidados Intensivos.
       
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      Revista
      Electrónica de Medicina Intensiva 
      Comentario al editorial nº 9. Vol 2 nº 1, enero 2002. 
      Autor: Eduardo Palencia Herrejón Querido
      amigo: Echo
      en falta en tu comentario una cuestión, a mi juicio importante, que es la
      de la competencia de los familiares o allegados. ¿Es su estado psicológico
      y emocional el más adecuado para entender la situación y obrar en
      consecuencia?. Yo creo que en muchos casos no. Desde hace tiempo, procuro
      introducir en los familiares de enfermos que valoro en Planta o en
      Urgencias (no siempre enfermos críticos) o que ingreso en UCI, elementos
      de reflexión acerca de un futuro más o menos cercano en el que se pueda
      llegar a plantear la LET, aunque no sea algo inminente en esos momentos.
      Es una reflexión que se esquiva muchas veces en Planta, por parte de los
      médicos que atienden a sus pacientes durante años, y que los familiares
      son incapaces de resolver cuando se les plantea la cuestión "de
      sopetón" y cuando el desenlace puede ser inmediato. Pero el hecho es
      que muchas veces (quizá la mayoría) se da esa situación de choque con
      una problemática terrible e inesperada para la que no están preparados. Pocas
      veces hay dudas acerca de la (in)competencia de la mayoría de los
      pacientes críticos, quizá debiéramos desviar el punto de mira hacia los
      familiares. Cuántas veces nos sentamos intentando explicar las cosas como
      mejor sabemos, con el tiempo de que disponemos, y al final el pariente
      pregunta: "¿entonces cómo le ve, doctor?", o después de
      hablar largo y tendido sobre la irrecuperabilidad del paciente, recibir
      esa pregunta "¿entonces está grave?". ¿De verdad somos
      tan malos dando explicaciones, o es que estamos hablando con personas que
      no pueden enfrentarse ("cope" en inglés) adecuadamente a una
      situación que les supera?. Y si es así: ¿qué hay que hacer?
       Eduardo Palencia Herrejón 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Enero 2002.
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      Revista
      Electrónica de Medicina Intensiva 
      Comentario al editorial
      nº 9. Vol 2 nº 1, enero 2002. 
      [Ricardo Abizanda Campos:
      "Sobre la participación de los pacientes críticos en la toma de
      decisiones asistenciales". REMI 2002; 2 (1): E9.] 
      Autor: Ricardo Abizanda
      Campos 
      Amigo Eduardo: 
      Vamos a ver, coincido en
      mucho contigo. Las razones son varias. 
      
        - 
          
El mejor momento para decidir aprender a nadar no
          es cuando te caes del barco. La mayoría
          de familiares no están
          preparados para que "su enfermo" esté
          en riesgo de muerte, ni siquiera cuando el proceso es consecuencia
          evolutiva lógica de un
          padecimiento crónico. Si la
          situación es aguda (IAM, TCE,
          sepsis, etc que tu quieras), la pregunta es ¿por qué
          a mi, ahora, aquí? Es casi
          imposible aceptar que el panorama vital y afectivo
          se puede ir al traste. Cuando preguntan "y a Vd que le
          parece?", no muestran su imcompetencia, sino su sorpresa, su
          indefensión, su ira y su
          deseo de que alguien que al parecer sabe y puede más,
          les de el camino para encontrar la salida del laberinto. Piden ayuda,
          no más explicaciones.  
        - 
          
Está bien
          descrita por ahí la evolución
          psicológica ante el trauma
          emocional, que sigue las fases de Ross (negativa, ira, pacto,
          aceptación, etc) que tan bien describió
          Tolstoi (creo) en lo de "Un
          dia en la vida de...". Y
          esa evolución es la de las
          familias también. Cuando la
          información tiene la
          oportunidad de prolongarse en el tiempo (porque el paciente aguanta),
          es evidente que se pasa de la fase de sorpresa, a la desconfianza, a
          la indignación y al final a
          la de rendición con armas y
          bagajes. Pero en mi pobre experiencia, eso sucede en una semana, mínimo,
          de promedio.  
        - 
          
A pesar de nuestros esfuerzos, los médicos
          somos una especie zoológica
          impenitente. Estamos convencidos de que sabemos y de que los demás
          saben casi tanto como nosotros. Yo
          tenía un jefe
          (afortunadamente desaparecido del mapa profesional) que les hablaba de
          la PIC, la PCP, la pO2 y la PEEP. Evidentemente no entendían
          nada. No hace falta caer en esos extremos ridículos.
          Cuando uno está angustiado,
          prefiere que le hablen con refranes que con intentos de proporcionar
          educación médica
          similar a la del Diccionario Salvat. Personalmente, nunca doy
          explicaciones médicas o
          pseudomédicas, excepto que me
          las pidan. Y aun así, procuro
          salirme por peteneras: "El paciente está
          jodido, puede morirse y vamos a intentar que eso no pase. Cuando
          veamos que puede sobrevivir nos plantearemos en qué
          condiciones, mientras a esperar". Es, evidentemente, una
          simplificación,
          pero ilustrativa.  
        - 
          
Cuando realizamos EURICUS I, comentaba Reis Miranda
          que le había llamado la
          atención que el hallazgo más
          frecuente, en las UCIs europeas, era un cartel que decía
          "UCI. Prohibida la entrada...".
          Actitudes de ese tipo favorecen la desconfianza y el ocultismo.
          A ello no ayuda un diseño arquitectónico
          basado aún en las ideas de
          los 60 y 70 (pasillos perimetrales de visitas), o
          una actitud en la que la presencia del familiar es aún
          considerada como "disturbing" (estorban).
          Una política de
          incremento de horarios de visita, medidas
          más laxas de flujo de
          familias, autorizaciones de estancia permanente, incorporar e
          involucrar a la familia en los cuidados de enfermería,
          y cosas así, es buena y
          necesaria. Igual lo es dar más
          información y mejor. Siempre
          en despachos, salvo urgencias vitales, sentados y con un límite
          de tiempo inexistente (incluso en plantas). Creo que cosas así
          mejoran la comunicación y
          despiertan la aparente "competencia".  
        - 
          
Para finalizar. Cuando el fontanero me explica por
          qué ha de cambiar el
          termo eléctrico, o el mecánico
          intenta decirme que el manguito que protege el engranaje de la
          direccion está mal por causas
          no aclaradas, yo soy
          igualmente incompetente y mi respuesta es: "Haga lo que crea
          oportuno". No podemos pretender que los allegados actúen,
          en cosas mucho más
          importantes, de forma distinta. No
          intentemos educarles mientras, eso debe hacerse antes o después,
          y con la colaboración
          imprescindible del "cabecera" que suele ser más
          un contrario que un aliado, porque él
          tampoco entiende lo que hacemos (para
          él el enfermo está
          descerebrado o no lo está, lo
          del Galgow es una broma mal explicada). Por tanto simplicidad, y
          comunicación entendible
          incluso con los "enterados", y tengamos siempre temor del
          familiar listo, que suele venir de Barcelona, o que es un Jefe de
          Servicio en un Hospital de Madrid. La información
          directa al allegado más próximo
          (esposo/a, hijos, padres, hermanos). A los demás,
          frialdad y guardando distancias.  
       
      Si esto motiva más
      discusión, pues adelante. 
      Ricardo Abizanda
      Campos 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital General de Castelló 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
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