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      Al otro lado de la puerta 
      Quiero transmitir una reflexión, fundamentalmente para
      mi misma y por qué no, para todos los que tratamos con pacientes
      críticos y SUS FAMILIAS. 
      Desde nuestra posición de médicos especialistas o
      super-especialistas, cargados de conocimientos, con “casi” todos los
      medios y técnicas a nuestro alcance, con la posibilidad de ofrecer a
      nuestros pacientes todo lo que necesitan para recuperarse... (siempre que
      sea médicamente posible), desgraciadamente y en muchas ocasiones, hacemos
      gala de una tremenda falta de humanidad y una gran dosis de prepotencia,
      también lo podríamos definir como paternalismo, carencia de los más
      básicos conocimientos de la bioética, miedo a perder el protagonismo o a
      asumir las consecuencias de nuestras propias decisiones, o quizá
      simplemente, desinterés por conocer y respetar los valores del paciente y
      su familia (el objetivo, el medio y el fin de nuestros actos). 
      Se ha escrito, se escribe y supongo que seguiremos
      escribiendo y opinando sobre la AUTONOMÍA DEL PACIENTE, sobre la
      capacidad de decidir sobre su futuro (voluntades anticipadas ¡que bien
      suena!), sobre el papel de la familia como garante de estas voluntades,
      sobre el derecho a una INFORMACIÓN VERAZ, sobre la CAPACIDAD Y
      COMPETENCIA del que tenemos enfrente... Sí, de todo esto escribimos,
      hablamos, incluso redactamos documentos y capitaneamos conferencias de
      consenso, pero a la hora de la verdad, cuando el paciente está delante de
      nosotros y la familia al otro lado de la puerta, hacemos lo que queremos
      nosotros, lo que NUESTROS valores nos dictan, lo que nos parece más
      lógico, más oportuno o más recomendable (lo que está indicado) a
      nuestro parecer, por supuesto, y todo ello dentro del marco más legalista
      (decisiones colegiadas), para el mejor beneficio del paciente. 
      ¿Y la familia?, “no se puede hablar con ellos”,
      “no entienden lo que les decimos”, aunque a lo mejor sean médicos,
      incluso trabajen en unidades como nosotros (pero de otro hospital), quizá
      sean abogados, economistas, químicos, biólogos, secretarias... “pero
      sometidos a tan gran tensión”.. ¡no entienden nada!. 
      Y yo pienso, ¿no seremos nosotros los que no
      entendemos o no queremos entender de autonomía?, ¿los que no nos sabemos
      hacer entender?, ¿los que no sabemos cómo plantear una situación
      difícil?. 
      Lamentablemente ayer fui familia y me sentí mal al
      otro lado de la puerta, ignorada y engañada, seguro que se tomaron las
      decisiones adecuadas, seguro que ha sido lo mejor para mi familiar, seguro
      que todos ahí dentro hablaron, valoraron, llegaron a un acuerdo y
      decidieron. Pero nos sentimos ignorados, porque nadie nos preguntó antes
      de decidir y os aseguro que había más de uno que podía entenderlo TODO,
      y engañados, quizá esto fue lo más doloroso, porque no fueron capaces,
      incluso ante la pregunta directa, de confirmar que lo que se había
      decidido era limitar el esfuerzo terapéutico. 
      Yo y todos mis familiares hubiéramos compartido esa
      decisión como la más acertada, pero no nos dieron la oportunidad.
      Directamente decidieron mantenernos engañados, de forma gratuita. 
      Ante la deformación profesional que te induce a mirar,
      en lugar de la cara de tu familiar, el monitor y las medidas de apoyo
      farmacológico que se están administrando (minutos antes me habían
      informado técnicamente acerca de dobutamina, noradrenalina...), vi, con
      extrañeza y no con discrepancia profesional, que todo eran sueros
      limpios. 
      Solo entonces, reconocieron que en decisión colegiada
      y muchas horas antes se había decidido LET. 
      Desde mi punto de vista ¡LAMENTABLE!. 
      Yo he tomado buena nota personal, para que cuando este
      dentro de la unidad, nadie al otro lado de la puerta se sienta así de
      defraudado. 
      Dejemos de escribir tanto y de hablar solo para
      escucharnos entre nosotros y empecemos a conversar con las familias, a
      darles la participación que se merecen y a la que creo firmemente tienen
      derecho. 
      Gloria Forés Moreno 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Diciembre 2002. 
      Enlaces: 
      
        - Ordenes de no reanimar y limitación del
          esfuerzo terapéutico en las UCIs francesas Ramón Díaz Alersi. REMI
          2001; 1 (3): 65.
        
 - ¿Son competentes para
          la toma de decisiones los pacientes graves?
 
          Eduardo Palencia Herrejón. REMI
          2001; 1 (9): 158. 
        - Estudio internacional sobre directivas de reanimación
 
          Ramón Díaz Alersi. REMI
          2001; 1 (12): 273. 
        - Participación de los pacientes críticos en la toma de
          decisiones asistenciales
 
          Ricardo Abizanda Campos. REMI
          2002; 2 (1): E9. 
        - Limitación del esfuerzo
          terapéutico en las UCI españolas
 
          Eduardo Palencia Herrejón. REMI
          2002; 2 (1): 280. 
        - Implicaciones de la denegación del ingreso en UCI
 
          Eduardo Palencia Herrejón. REMI
          2002; 2 (1): 281. 
        - ¿Son competentes los familiares de los pacientes críticos para
          la toma de decisiones?
 
          Eduardo Palencia Herrejón. REMI
          2002; 2 (1): 296. 
        - Legislación: Ley
          41/2002, que regula la autonomía del paciente y los derechos y
          obligaciones en materia de información y documentación clínica.
 
       
      Palabras clave:
      Competencia, Toma de decisiones, Limitación del esfuerzo terapéutico,
      Etica, Cuidados Intensivos.
       
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