- 
      
Gloria Forés 
      Moreno 
         
        - 
      
Baldomero 
      Jimeno Torres: "Deterioro de la Medicina Intensiva" 
         
        - 
      
María José 
      Linares Gil: "No siempre el enemigo viene de fuera" 
         
        - 
      
Joan Cardona 
      Peretó 
         
        - 
      
Luis 
      Alberto Ceruto Santander: "Comentario de un cubano" 
         
        - 
      
Vicente 
      Gómez Tello: "Sí, pero con autocrítica" 
         
        - 
      
Juan 
      Carlos Montejo González 
         
        - 
      
Eduardo 
      Mora 
         
        - 
      
Eduardo Palencia Herrejón: 
      "Autocrítica sí, autoestima también" 
         
        - 
      
Carlos 
      Antón Tomás 
         
        - 
      
Patricia 
      Santa Teresa Zamarro 
         
        - 
      
Alejandro 
      F. Luque Coqui 
         
        - 
      
Carmen Gomar 
         
        - 
      
Concepción Madurga Gil: 
      "Cuidados críticos" 
         
        - 
      
Beatriz 
      Sánchez Artola: "Realización armónica, pero sin supresiones" 
         
        - 
      
Jose Manuel 
      Añón Elizalde 
         
       
       
      
      Comentario nº 1: Gloria Forés 
      Moreno 
      
      Soy médico anestesista, dedicada desde hace años a la 
      atención al paciente crítico, en unidades gestionadas por anestesia. Las 
      reflexiones hechas en este foro sobre la especialidad de intensivos, sobre 
      su futuro y sobre todo, sobre su pugna con otras especialidades, 
      especialmente la mía, me producen un profundo pesar. 
      Primero porque tengo buenos amigos en intensivos, 
      segundo porque tengo buenas relaciones personales y profesionales con mis 
      compañeros intensivistas del hospital y tercero, porque duele ver como un 
      colectivo de especialistas, muy capacitados y con muchos años de 
      formación, se sienten amenazados. 
      Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con afirmaciones 
      como el "robo de cartera de servicios" al referirse al control 
      del postoperatorio de pacientes de alto riesgo o pacientes 
      politraumatizados. Nuestra formación como especialistas también nos 
      capacita para realizar estas funciones, que por otro lado, están 
      reconocidas en la ley de especialidades, como parte de nuestra 
      capacitación profesional. Y desde mucho antes que surgiera la especialidad 
      de Medicina Intensiva. 
      Por otro lado, me gustaría aclarar que en ningún foro 
      de Anestesia-Reanimación al que haya asistido, y ya he asistido a muchos, 
      he oído nunca expresiones de desprecio hacia la especialidad 
      de Intensivos. Y ni mucho menos es un tema que se aborde en nuestros 
      congresos. Para bien o para mal, tenemos muy claro donde estamos, cuales 
      son nuestras competencias y nuestras capacitaciones y nuestros 
      representantes en cada área de la especialidad intentan ir modelando 
      nuestra formación y la estructura de nuestros servicios, con el fin 
      de adaptarse a los cambios que las nuevas formas de gestión hospitalaria 
      exigen. 
      La especialidad de Intensivos intenta crecer, ampliando 
      su actividad en diferentes campos, todos aquéllos donde un paciente 
      desarrolle o esté en riesgo de desarrollar una situación crítica; esto es 
      comprensible y lícito. Sin embargo, casi todas las situaciones críticas 
      tienen un substrato patológico de base, la mayoría de las veces 
      encuadrable en algún órgano o sistema, del que también entienden otros 
      especialistas. 
      Esta última reflexión intenta defender la teoría del 
      conocimiento compartido. No me gusta pensar que el saber es poder, creo 
      que el saber, el de todos, ha de estar al servicio del paciente y si esto 
      es así, es fácil entender cómo los conocimientos de diferentes 
      profesionales pueden solaparse, ¡pero nunca entrar en pugna!. En sumar y 
      no en dividir deberíamos centrar nuestros esfuerzos, en beneficio de todos 
      y fundamentalmente del paciente. No confundamos nuestro principal objetivo 
      como médicos. 
      Una última reflexión; a veces cuando la preocupación 
      atenaza, se pierde la objetividad, y se acusa de pasividad a unos y de 
      conductas agresivas a otros, dando la impresión de una situación de 
      "alerta roja". Como observador externo a la especialidad de Intensivos 
      creo que no es precisamente pasiva la actitud de la SEMICYUC. Pero supongo 
      que como el resto de las sociedades científicas han de velar por lo suyo 
      en el marco de la legalidad. Y como observador interno desde la 
      especialidad de Anestesia-Reanimación, nadie agrede a nadie, simplemente 
      nos dedicamos a ejercer las tareas para las que nos hemos formado. 
      La adaptación a los cambios unas veces es difícil y 
      otras hasta dolorosa, pero oponerse a ellos rara vez proporciona el éxito. 
      Gloria Forés Moreno 
      Servicio de Anestesia y Reanimación. 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      Volver al principio de esta página 
      
      Envía tu comentario para su 
      publicación 
       
      
      
      Deterioro de la Medicina Intensiva 
      
      
      
      Comentario nº 2:
      Baldomero Jimeno Torres 
      
      
      Me llama la atención en su carta la 
      advertencia de que, como en otros campos, en los servicios especiales de 
      112 de algunas Comunidades Autónomas se valore exactamente igual nuestra 
      especialidad que otras especialidades, como son la cardiología, la 
      traumatología, la medicina de familia. Pero ésto no nos debe sorprender, 
      pues hemos permitido que se consagre a nivel nacional. Como médico 
      intensivista fue enorme mi sorpresa cuando, en la OPE extraordinaria, en 
      las plazas de Facultativos de Urgencias de Atención Primaria la única 
      especialidad a la que se reconocía 16 puntos era la de Medicina de 
      Familia. Somos pocos los Intensivistas en los antiguos Servicios 061, 
      actuales 112, pero la mayoría hemos realizado numerosas clases 
      teórico-prácticas para nuestros compañeros, incluidos los médicos de 
      Familia, que reconocían nuestra mayor preparación en diversas técnicas, 
      como vías centrales, diagnostico y tratamiento de arritmias, utilización 
      de fibrinolíticos, etc., tan necesarias en nuestras actuaciones. 
      
      Quizás todavía no sea tarde, pero hemos 
      visto cómo nuestra sociedad científica no ha reivindicado la medicina de 
      urgencias y emergencias extrahospitalaria, un ejemplo más de posiciones 
      acomodadas y desidia que llevará a nuestra especialidad a su desaparición. 
      
      Creo sinceramente, que debemos unificar 
      nuestro esfuerzos y reivindicar los numerosos campos de la medicina actual 
      donde nuestra formación y preparación nos hacen ser de los profesionales 
      mejor cualificados: posoperatorios críticos, urgencias, emergencias 
      extrahospitalarias. 
      
      Baldomero Jimeno Torres. 
      Doctor en Medicina y Cirugía. Médico Especialista en Medicina Intensiva. 
      Emergencias Sanitarias de Extremadura 112. 
      
      Volver al principio de esta página 
      
      
      Envía tu comentario para su 
      publicación 
       
      
      
      No siempre 
      el enemigo viene de fuera 
      
      
      Comentario nº 3: María José Linares Gil 
      
      Apreciado compañero servidor de la 
      sanidad pública española, 
      He leído tu carta con detenimiento y me 
      llama la atención la fijación de algunas personas pertenecientes a vuestro 
      colectivo en querer ver al anestesiólogo-reanimador y terapeuta del dolor 
      (históricamente internista-intensivista del paciente quirúrgico y paciente 
      en situación crítica de emergencia) como vuestro enemigo, y no analizar en 
      profundidad los problemas inherentes a vuestra especialidad y la inclusión 
      de España en la comunidad internacional después de 40 años de dictadura 
      franquista (CEE) (España no iba a ser diferente "in eternis"). 
      Vuestros problemas no tienen nada que 
      ver con nosotros, los anestesiólogos, que asumimos nuestro trabajo con 
      dignidad y responsabilidad, razón por la cual la necesidad de salas de 
      reanimación postquirúrgicas o de cuidados intensivos quirúrgicos como 
      prefieras llamarlos, existentes en toda  E uropa y  América y necesarias 
      para realizar nuestro trabajo correctamente y de forma ética. 
      Quizás desconozcas nuestro trabajo y es 
      por eso que nos ataques, dedicaré algo más de tiempo en explicartelo: 
      
        - 
        
Los Anestesiólogos somos médicos.  
        - 
        
Hemos accedido a la especialización 
        mediante examen MIR.  
        - 
        
Durante los 4 años en mi caso 4 años y 
        3 meses de prórroga nos hemos especializado en anestesiología, 
        reanimación y terapéutica del dolor en mi caso de los 4 años roté 
        durante 4 meses por la UCI postquirúrgica (muy bien llevada por 
        intensivistas que no desconocían nuestro trabajo y de los cuales tengo 
        un grato recuerdo).  
        - 
        
Las situaciones de urgencia inmediata 
        siempre eran atendidas bien por anestesiólogos o intensivistas, 
        dependiendo de las unidades y de cada hospital.  
        - 
        
Nosotros somos responsables junto al 
        especialista quirúrgico de la preparación preoperatoria, en nuestro caso 
        nos responsabilizamos de compensar las enfermedades asociadas del 
        paciente en el caso de que no lo estén, no dudamos de consultar si 
        tenemos alguna duda con los especialistas que creamos pertinentes.  
        - 
        
Tenemos responsabilidad compartida con 
        el especialista quirúrgico de las condiciones en que sometemos al 
        paciente a la intervención quirúrgica, información al paciente y su 
        familia de los riesgos anestésico-quirúrgicos, del tipo de anestesia y 
        cuidados postoperatorios que va a necesitar y del pronóstico de nuestra 
        actuación.  
        - 
        
No sé si sabes que nuestro trabajo no 
        acaba con la salida del paciente del quirófano, también nos encargamos 
        del alta de la sala de reanimación a la planta lo cual se tiene que 
        realizar en las condiciones adecuadas de estabilidad cardiocirculatoria 
        y respitatoria, que en ciertos pacientes requiere más tiempo del 
        habitual, a veces días.  
        - 
        
Tambien nos encargamos de la analgesia 
        postoperatoria mediante bombas de PCA en la cirugía que está indicada, 
        siendo fundamental para la correcta recuperación del paciente en 
        condiciones de bienestar.  
        - 
        
Tratamos las posibles complicaciones 
        que puedan derivar del ejercicio de nuestro trabajo.  
        - 
        
Y por último somos protagonistas en 
        las unidades del dolor crónico.  
       
      No sé si después de leer un somero 
      resumen de lo que supone nuestro trabajo diario que ejercemos con orgullo 
      y dignidad sigues opinando que somos tus enemigos. 
      Quizás si el tiempo que dedicas a 
      meterte con los anestesiólogos (yo lo interpreto como prepotente) lo 
      dedicaras a analizar fríamente cuál es el problema de vuestra especialidad 
      y cuál es la solución de futuro, sacarías mejores conclusiones y no solo 
      no te meterías con nuestro colectivo y nuestra sociedad, sino que seguro 
      que alentarías a tus compañeros al diálogo y no a la guerra. Pactar 
      siempre es mejor que cualquier guerra. 
      Un saludo cordial, 
      María José Linares Gil  
      Especialista en Anestesiologia Reanimación y Terapeútica del dolor 
      Hospital de Viladecans, Barcelona 
      
      Volver al principio de esta página  
      
      
      Envía tu comentario para su publicación
      
       
      
      
      Comentario nº 4:
      Joan Cardona Peretó 
      
      
      
      
      He leído tu carta abierta, y comprendo 
      tus tribulaciones, pero debo puntualizar una serie de cosas: 
      Pertenezco a la SEDAR y a la SEMICYUC. Desde 
      hace muchos años me dedico indistintamente a la atención tanto de los 
      enfermos críticos de todas las categorías como a la anestesia en 
      quirófano. 
      No es cierto que los intensivistas solos 
      seáis los poseedores del pozo de la ciencia, debo recordarte que antes de 
      la aparición de la Medicina Intensiva en España, ya habían servicios 
      de Anestesia que cuidaban de los enfermos críticos. Nunca han dejado 
      de hacerlo, esto no es una cuestión nueva, aunque evidentemente 
      hemos aumentado nuestra presencia en el sector. Por otra parte 
      legalmente estamos perfectamente capacitados para ello, y nuestros 
      resultados asistenciales son impecables y por supuesto en muchos casos muy 
      por encima del nivel medio de UCIS de M.I., entre otras cosas porque 
      hemos trabajado para ello, cuando vosotros pensábais que lo teníais 
      todo amarrado. A nivel de formación sí que reconocemos que 
      nuestros residentes deben mejorar en algunos aspectos muy concretos, pero 
      debo decirte que nada insalvables. 
      Creo que sería mejor solución para 
      vosotros que os sentárais a hablar seriamente con la Sección de Críticos 
      de la SEDAR, sin engaños ni mentiras como la vez anterior. Recordad que 
      nosotros podemos hacer el camino que nos falta sin vosotros, aunque 
      estamos dispuestos a buscar una solución negociada, pero no estáis en la 
      mejor posición de fuerza en la actualidad. 
      Atentamente 
      Dr. Juan Cardona Peretó 
      Hospital Marina Alta. Denia (Alicante). 
      
      Volver al principio de esta página 
      
      
      Envía tu comentario para su publicación 
      
       
      
      Comentario de un cubano 
      
      
      Comentario nº 5: Luis Alberto Ceruto 
      Santander 
      
      Bueno, en fin, me he leído todo en la intimidad de mi sanctum (el sitio 
      en que estudio). 
      He 
      meditado mucho. Nuestra situación es distinta desde el punto de vista de 
      política de salud y de escuela. 
      Durante 
      casi 15 años los intensivistas nos hemos formado a partir de otra 
      especialidad. Yo soy clínico (internista) hace 20 años e intensivista hace 
      15. Nuestra familia no comenzó con especialistas sino con diplomados y 
      cursos acreditativos de un año o más de duración. Hace apenas 4 años brotó 
      como especialidad. 
      Pero... 
      A los 
      cursos o diplomados de UCI teníamos acceso los especialistas, esto era un 
      requisito. De manera que los alumnos de un diplomado éramos de diferentes 
      ramas: medicina interna, cirugía, anestesia, neurología, cardiología, 
      neurología, etc. Es decir, aquellas gentes que necesitábamos en algún 
      momento de la UCI. 
      Esto nos 
      nutrió de interdisciplinarismo (palabreja, creo que es inventada, pero que 
      sirve). Es decir, los intensivistas no nos diferenciamos, sino que nos 
      parecemos. Al hacernos intensivistas desde especialidades distintas, nos 
      convertimos en especialistas que compartimos conocimientos y habilidades 
      comunes. 
      Esta 
      diversidad, que es la ley de la naturaleza y de la democracia, nos hace 
      nutrirnos mutuamente constantemente. Es más, cuando conformamos una UCI, 
      aspiramos a que tenga intensivistas provenientes de distintas 
      especialidades. Esto en lugar de disgregar el pensamiento o el criterio, 
      al contrario, lo mejora, lo hace más colectivo, más colegiado, más 
      interdisciplinario. Cada cual ofrece lo mejor de sí por su especialidad 
      específica, al mismo tiempo que habla la lengua de los intensivistas. 
      Nadie se siente huérfano ni distinto ni mejor. Es decir, cada cual aporta 
      su grano de arena y todos formamos parte de la misma piedra. 
      Creo que 
      es cuestión de enfoque, de intereses creados y de una competencia triste 
      que al final afecta al último que debía hacerlo, al paciente. 
      Sé que 
      vivo en un país sui generis, pero nuestra realidad es ésta, 
      innegable y arrolladora. 
      Los 
      conflictos de ustedes, con todo el respeto del mundo y líbreme Dios de 
      cometer una tontería al expresarme, son ajenos a nuestra realidad, pero no 
      nos son ajenos en nuestro corazón. 
      Creo que 
      sólo ustedes pueden resolverlo. Deben luchar por ello por el bien de la 
      humanidad que se beneficia de lo mejor de todos ustedes y que a pesar de 
      todas estas intrigas de Palacio reciben lo mejor de vuestros corazones. 
      Que nunca 
      deje de ser así, es mi deseo y mi convicción. 
      Mi nombre 
      es Luis Alberto Ceruto Santander. Soy jefe de una UCI que tuve el don 
      cósmico de inaugurar hace 15 años y ahí sigo, tengo 49 años y le pido a 
      Dios todos los que Él pueda concederme en plenitud para dar lo mejor que 
      se pueda. 
      Amigos, 
      compañeros de desgracia, hacen bien en ventilar estos conflictos, 
      convérsenlos con la misma sinceridad con que lo hacen en esta lista. 
      Háganlo luego cara a cara y verán que los que quieren la armonía 
      perdurarán y los que no se irán disipando. 
      Gracias 
      por permitirme este comentario. Me  siento intruso por extranjero, pero no 
      por intensivista. 
      Ceru 
      
      Volver al principio de esta página 
      
      Envía tu comentario para su publicación 
        
      
       
      
      
      
      Sí, pero con autocrítica 
      
      
      
      Comentario nº 6: Vicente Gómez Tello 
      
      Apreciados suscriptores de REMI: 
      En primer lugar, comparto el sentir de Demetrio 
      Carriedo y resto de compañeros de la SCLMICYUC.  
      A nivel institucional desconozco los esfuerzos, 
      iniciativas, acuerdos o desacuerdos que la SEMICYUC, SEDAR, SEMES, hayan 
      compartido o no en el pasado. Se me escapan los aspectos políticos, que 
      deberán ser aclarados y explicados por sus responsables.  
      Desde mi limitada experiencia, y con el respeto que me 
      merecen todos los participantes en esta discusión, yo haría las siguientes 
      puntualizaciones, apelando a la autocrítica. 
      
        - 
        
El nivel competencial y la cartera de servicios que 
        los intensivistas españoles tenemos en cada centro no depende sólo de 
        nosotros, sino de la historia y circunstancias de ese hospital y de la 
        influencia de otros especialistas. Existen centros donde las UCI 
        realizan labores fuera de su ámbito (modelo andaluz con integración de 
        la urgencia) y hospitales con nula presencia fuera de las puertas de la 
        Unidad. ¿Es ésto culpa en concreto de alguien? La mayoría de las veces 
        no; es resultado de una política impuesta o pactada previamente. Pero en 
        ocasiones, es clara responsabilidad nuestra. 
         
        Puedo hablar con conocimiento de causa. En mi etapa final de residente ví 
        como los médicos adjuntos de mi Unidad, en un hospital puntero de 
        Madrid, se negaron a asumir la Unidad Coronaria que los cardiólogos iban 
        a abandonar. Las razones que se adujeron fueron: "estamos muy cansados; 
        ya somos muy mayores; reciclarse ahora es terrible; pero ¿vamos a cobrar 
        más?". De ese modo se perdieron de cuatro a cinco nuevos puestos de 
        trabajo para las personas más jóvenes (entre ellos el mío), y la 
        posibilidad de asumir una parcela de trabajo importante con peso 
        específico en ese centro. 
         
        Es conveniente repasar nuestras propias responsabilidades (incluso a 
        título individual) en los problemas que sufrimos. Creo que, sin llegar a 
        ser ni mucho menos una regla, nos abandonamos en una cierta complacencia 
        ante la realidad que luego otros transforman de la noche a la mañana, 
        para nuestro escarnio. Quien haya leído el libro "¿Quién se ha llevado 
        mi queso?" sabe de qué hablo. 
   
        - 
        
En segundo lugar, estaremos de acuerdo que gran parte 
        de nuestros problemas devienen del particular diseño de nuestra 
        especialidad. Ante todo he de decir que yo no me considero un 
        especialista quemado y que elegí Medicina Intensiva con conocimiento de 
        causa tras realizar antes otra especialidad. Por tanto sabía qué me iba 
        a encontrar. 
         
        Pero nuestra especialidad tiene que cambiar para que podamos, de acuerdo 
        a una carrera profesional, poder realizar otras labores que aprovechen 
        nuestra experiencia y minimizen nuestro desgaste con los años. No es de 
        recibo idealizar nuestra especialidad -que tiene un enfoque integral del 
        enfermo -su principal riqueza- para enjugar quejas y frustraciones. 
        Intensivos debe seguir existiendo como disciplina autónoma, pero su 
        acceso debe necesariamente diversificarse para ofrecer un futuro más 
        flexible. La ausencia de futuro y de calidad de vida produce, con razón 
        o sin ella, el trasfondo de la carta del Dr. Carriedo.  
       
      No debemos buscar chivos expiatorios en políticos, 
      gerentes, sociedades, y menos en nuestros compañeros de otras 
      especialidades. Nuestro futuro también depende de nosotros. Debemos en 
      cada hospital (porque no valen políticas generales desde la Sociedad), 
      ponernos a pensar qué actividades podemos realizar, e incluso compartir 
      con otros, para que nuestro peso específico se haga evidente. Seguro que 
      encontramos soluciones. La política de "bunker" no es razonable. Aguzemos 
      un poco el ingenio. Publicitemos con hechos nuestras capacidades y 
      hagámonos conocer. No estamos acostumbrados a pensar en clave 
      "empresarial" ni de marketing. Otros lo han hecho con éxito y no son 
      superiores en talento.  
      En mi centro, con la ventaja de ser un hospital 
      privado, nosotros hemos asumido la Unidad de Reanimación y Cuidados 
      Medios y estamos en proceso de ofertar una cartera de servicios al 
      gerente. Nos podrá salir bien o mal, porque no somos utópicos, pero pensar 
      estimula y es un buen remedio contra la autocompasión. 
      Agradezco a Demetrio el lanzar su alegato para 
      reflexionar sobre este tema, el más vital ahora mismo en nuestra 
      especialidad. 
      Vicente Gómez Tello 
      Unidad de Cuidados Intensivos. 
      Clínica Moncloa. Madrid 
      Volver al principio de esta página 
       
      
      
      Envía tu comentario para su publicación
       
      
      
      
      Comentario nº 7: Juan Carlos Montejo 
      González 
      
      
      
      
      Como intensivista, puedo decir que no me ha sorprendido 
      leer la "carta abierta" de Demetrio Carriedo y comprobar el sentimiento de 
      pesimismo que se desprende de la misma. Eso no es nuevo. Se lleva 
      oyendo mucho tiempo... 
      Lo que sí es, al menos para mí, nuevo y bienvenido es 
      el comentario que lanza Gloria Forés, colega en la Medicina aunque en una 
      especialidad diferente. Cuando uno puede reflexionar desde la serenidad 
      que proporciona el poder ver que en el "otro lado" hay planteamientos 
      positivos, es entonces cuando uno se da cuenta de que, quizá, "sean muchas 
      más las cosas que nos unen que las que nos separan". No creo ser el único 
      intensivista de este reino que tenga que reconocer y agradecer las 
      enseñanzas recibidas de anestesistas a lo largo de los años. Los 
      anestesistas hacían cuidados intensivos antes de que nosotros 
      llegásemos (no es anatema, es historia...). Lo único que pasó es que un 
      grupo entusiasta de médicos de diversa procedencia decidió impulsar el 
      conocimiento y la práctica clínica en Medicina Intensiva y crear, movidos, 
      sin duda, por los más nobles intereses, una nueva especialidad médica en 
      nuestro país. El desarrollo de la especialidad ha sido tan importante que 
      hoy día la Medicina Intensiva española cuenta con un reconocimiento 
      internacional que no admite discusión en el terreno científico y, 
      probablemente, tampoco en el organizativo. 
      No obstante, la Medicina Intensiva ha venido 
      funcionando desde su creación como especialidad sin haberse adaptado a los 
      requerimientos que el entorno sanitario ha requerido: Una UVI actual puede 
      que no se diferencie en mucho de una de hace 30 años si consideramos el 
      espíritu de quienes allí trabajamos diariamente. Nadie más que los propios 
      intensivistas tenemos la culpa de no habernos sabido adaptar a los 
      cambios, salvo en entornos muy concretos. 
      Está claro que las actuales Unidades de Medicina 
      Intensiva tienen problemas: plantillas sobredimensionadas y poco 
      aprovechadas en muchos casos, políticas de "puerta cerrada" y "síndrome 
      del castillo" en numerosas ocasiones, intensivistas "mayores" para el 
      esfuerzo necesario en la atención continuada de los enfermos y algunos 
      otros problemas que cualquiera puede descubrir. ¿Alguien cree 
      sinceramente que una Unidad de Medicina Intensiva puede seguir funcionando 
      hoy con el mismo esquema de hace 30 años?. Está claro que no, y también 
      que la solución no es la de echarle la culpa a alguien "de fuera". La 
      solución no pasa por otro camino que el de la adaptación. Por este camino 
      marchan también otras especialidades médicas con las que habrá que 
      dialogar y "hacer camino al andar". Al fin y al cabo, se supone que todos 
      tenemos un objetivo común: conseguir que quien enferma no se muera antes 
      de lo que debiera. 
      Si hay que defender algo, defendámoslo con pasión si se 
      trata de algo que merece la pena. Pero no tiremos las piedras en la 
      dirección equivocada... 
      Juan C Montejo 
      Medicina Intensiva 
      Hospital 12 de Octubre. Madrid. 
      Volver al principio de esta página 
      Envía 
      tu comentario para su publicación 
       
      
      
      
      
      Comentario nº 8:
      Eduardo Mora 
      
      
      
      
      
      
      
      Resulta curioso que se acuerden de 
      las urgencias hospitalarias y 061 cuando el paro en su especialidad 
      amenaza a los nuevos especialistas que van terminando su preparación MIR. 
      Si no hay más intensivistas en los servicios 
      extrahospitalarios, quizá sea porque en el momento de la formación 
      de estos servicios aparecieron más bien pocos interesados en formar parte 
      de ellos. Por otra parte, a quien se extrañe de la puntuación otorgada a 
      la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en la OPE de Urgencias 
      de Atención Primaria, le diré que es lo lógico, ya que habitualmente son 
      las urgencias que se atienden en los centros de salud, es decir, muy de 
      cuando en cuando algún paciente crítico que ha de ser atendido sin muchos 
      medios y derivado vía 061 al servicio de urgencias hospitalario. Me cuesta 
      imaginar que algún intensivista desee, después de 5 años de formación en 
      atención al paciente crítico, recetar pomadas de corticoides para las 
      dermatitis o amoxicilina para una amigdalitis. 
      
      Eduardo Mora 
      Especialista en Medicina 
      Familiar y Comunitaria 
      Servicio de Urgencias, Hospital de Figueres 
      Volver al principio de esta página 
      
      
      Envía tu comentario para su 
      publicación 
      
       
      
      Autocrítica sí, autoestima también 
      Comentario nº 9: Eduardo Palencia Herrejón 
      Vaya por delante que suscribo al 100 % 
      todos y cada uno de los comentarios de la "Carta abierta a los 
      intensivistas españoles" de Demetrio Carriedo y otros compañeros de la 
      SCLMICYUC. 
      Coincido también con Vicente Gómez Tello, que 
      sin duda ha puesto el dedo en la llaga, al plantear una autocrítica y 
      hacer un llamamiento a la imaginación y el esfuerzo por ofrecer una 
      propuesta atractiva como especialistas: estamos capacitados para ello. 
      También estoy de acuerdo con Juan Carlos Montejo, en que la la única vía 
      posible es el diálogo, el entendimiento. Pero el diálogo tiene que partir 
      de la base del respeto. El sentido de mi carta, para no repetir lo que 
      otros ya han dicho, es reflexionar sobre el respeto que nos debemos a 
      nosotros mismos, y que los demás nos deben. Existe una especialidad, que 
      es la única legalmente reconocida en España, desde hace muchos años, que 
      es la Medicina Intensiva, cuyo objetivo es la atención, no exclusiva, pero 
      sí protagonista, del enfermo crítico. Esta especialidad tiene cinco años 
      de periodo formativo, cinco años que están dirigidos, desde el primer al 
      último día, a formar especialistas en Medicina Intensiva. Anestesiología y 
      Reanimación (el dolor lo tratamos todos los médicos) es otra especialidad, 
      legalmente establecida, con cuatro años de periodo formativo (de las más 
      cortas en nuestro país), dirigidos a formar especialistas con un perfil 
      bien distinto al de los 
      intensivistas. Nadie puede pensar que se puede atender 
      igual al enfermo crítico desde ambas especialidades. ¿tienen los 
      anestesiólogos el doble de cerebro que nosotros, para, en cuatro años, ser 
      capaces de aprender las complejidades de la anestesia, y, ¡además! estar 
      preparados para atender a los enfermos críticos?. 
      Yo, como Vicente, soy intensivista por 
      vocación: después de ser residente de Medicina Interna volví a pasar por 
      segunda vez el examen MIR, para acceder a esta parcela de la medicina, la que me 
      gustaba y me gusta. No soy de los más viejos, pero en aquella época apenas 
      existían libros de la especialidad. Con mi escaso sueldo de residente me 
      suscribí a la revista Critical Care Medicine, y cada año compraba los 
      "Estados del Arte", recopilación de revisiones de la SCCM, y los "Goulon" 
      franceses. Leía y admiraba las publicaciones de los primeros intensivistas 
      españoles (Abizanda, Esteban de la Torre, Gómez Rubí, Vázquez Mata, y otros 
      muchos), con 
      un nivel que se me antoja que no hemos sabido reproducir muchos de los que hemos 
      venido después. Desde entonces he estudiado, prácticamente a diario, para atender lo mejor posible a mis pacientes críticos. Y 
      tengo muchas, muchas lagunas en su conocimiento. 
      Porque conozco mi esfuerzo y mis 
      limitaciones, me produce sorpresa leer comentarios como 
      el que pretende que se puede uno dedicar a atender "enfermos críticos de 
      todas las categorías" y al mismo tiempo dedicarse a la anestesia en 
      quirófano (¡qué envidia!), o el que dice "roté durante mi residencia en 
      Anestesiología cuatro meses por 
      una UCI postquirúrgica". Siento un profundo 
      respeto hacia todos mis colegas de Anestesiología y Reanimación, y a ellos 
      ese mismo respeto no se lo pido, se lo exijo. 
      Yo también roté en mi residencia por 
      muchas especialidades que no son la mía, y lo hice durante 
      tres meses por el Servicio de Anestesiología, como María José Linares rotó 
      por una UCI, y ni se me ocurre, por respeto hacia mis colegas y hacia los 
      pacientes, pensar que estoy capacitado para trabajar como anestesiólogo. Y 
      quien lo dice sabe manejar la vía aérea, muchos de los fármacos 
      anestésicos, muchos de los aparatos anestésicos, hojea desde siempre 
      varias de sus revistas. Sé que su trabajo es de una gran complejidad y 
      exige una gran preparación, unos conocimientos profundos y una 
      actualización constante en los mismos. ¿me permitirán hacer un curso 
      puente de unos meses para reciclarme como anestesiólogo?. La Medicina ha evolucionado, lo 
      hace cada día a mayor ritmo, a un ritmo endiablado, y cada vez somos 
      capaces de abarcar menos. Amigo Joan Cardona, sé que eres un profesional 
      preparado, pero no creo que puedas dedicarte a la vez a la Anestesia y los 
      Cuidados Intensivos indistintamente con todas las garantías que la 
      medicina moderna exige. Y eso no quiere decir que no puedas atender 
      enfermos críticos, seguro que sí. Pero si te dedicas a ellos, con todas 
      sus consecuencias, te quedarás irremediablemente atrasado en conocimientos 
      relacionados con la Anestesiología, y si te dedicas a ésta, no sabrás 
      manejar adecuadamente a los enfermos críticos. 
      Que la Medicina Intensiva es una 
      especialidad "con todas las de la Ley", es una cosa que nadie pone en 
      cuestión; y si alguien lo hace, es que se toma muy a la ligera su 
      profesión, se exige muy poco a sí mismo, o no sabe de lo que está 
      hablando. Las discrepancias surgen cuando se plantea cuál es el sistema 
      idóneo para su formación. En España, la Medicina Intensiva es una 
      especialidad primaria, lo cual quiere decir que es desde el principio 
      independiente de otras, y se dirige en exclusiva desde el primer momento a 
      formar en la atención del enfermo crítico. ¿es éste el sistema idóneo? Yo 
      creo que sí, pero no me considero poseedor de la verdad absoluta. Se puede 
      estudiar y dialogar sobre la oportunidad de cambiar el sistema de 
      especialidades en España; si se cambia, los que quieran acceder a la 
      especialidad de Medicina Intensiva, tendrán que seguir los pasos que 
      marque la Ley, que serán iguales que ahora o distintos. Pero nada de 
      componendas, por respeto a la sociedad y a la profesión. 
      No tienes razón, Gloria, amiga, cuando 
      dices que no se oyen en los foros de Anestesia expresiones de desprecio 
      hacia mi especialidad. Los residentes de 
      primer año de Anestesiología, según he ido oyendo a los míos año tras año, las pronuncian. Antes de aprender lo que es 
      el propofol muchos ya han aprendido que la especialidad de Medicina Intensiva 
      en España va a desaparecer, que ellos serán los intensivistas del 
      futuro. Quizá no saben que eso mismo se lleva oyendo desde hace dos 
      décadas. O quizá no sepan que nadie les va a regalar nunca ningún título, 
      que tendrán que ganárselo con una formación completa, larga y continuada, 
      al menos tan completa y larga como la que hemos tenido nosotros, porque la 
      medicina nunca va a dar pasos atrás. 
      Parece que la SEDAR está pensando en 
      alargar el tiempo de formación en la especialidad de Anestesiología y 
      Reanimación a cinco años, porque es ahora mismo de las especialidades con 
      periodo de formación más corto, y, posiblemente, aspire a, con un año más, 
      el sexto, acceder a la subespecialización en Medicina Intensiva. Esta 
      pretensión violentaría profundamente la realidad española, en base a unos 
      intereses particulares, dejando en la estacada a los actuales 
      especialistas, que son los únicos legalmente reconocidos y 
      profesionalmente preparados. Y si la 
      SEDAR pretendiese arrogarse la representatividad de 
      los Cuidados Intensivos españoles en Europa, esa pretensión supondría una 
      usurpación en toda regla, porque los únicos que podemos representarla 
      somos los intensivistas españoles. Que en los foros europeos sean miembros de la SEDAR 
      los que representando a nuestro país discutan el futuro de la especialidad 
      de Medicina Intensiva en Europa, donde no estamos representados los 
      especialistas españoles sería, sencillamente, intolerable. 
      En estas páginas se publicó hace pocos 
      meses un comentario de un anestesiólogo español, representante de su 
      especialidad en Europa, miembro de la "Sección de Críticos" de la SEDAR, 
      que nos dedica al colectivo de intensivistas españoles no una, sino varias 
      frases despectivas, por no decir insultantes: "los intensivistas 
      'primarios' españoles pretenden ignorar la realidad", "pretender mantener 
      en España una especialidad primaria de Medicina Intensiva es ir contra la 
      construcción europea"; nos acusa de engañar a nuestros residentes, y 
      termina con la amenaza nada velada de imponernos una solución desde el 
      exterior. Ante estas agresiones no podemos mirar a otro lado. Y tiene 
      razón Juan Carlos Montejo en que no debemos tirar piedras en la dirección 
      equivocada, pero creo que tiene más razón Demetrio en que debemos saber 
      desde dónde nos las tiran para defendernos. 
      Eduardo Palencia Herrejón 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid. 
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página 
      
      Envía tu comentario para su 
      publicación  
      
      Comentario nº 10:
      Carlos Antón Tomás 
      
      Prácticamente estoy de acuerdo con lo expuesto por 
      nuestro compañero Demetrio. Parte del problema nos lo hemos buscado 
      nosotros (los intensivistas), al no buscar al paciente crítico allí donde 
      se encuentre, ni luchar por él en cualquier parte del hospital. 
      ¿Realmente creéis que  la dirección de los hospitales 
      buscan calidad en la atención?. Si realmente fuera así, muchos servicios 
      de urgencias o unidades de postquirúrgicos estarían controladas o 
      coordinadas por intensivistas. Los gestores hospitalarios buscan 
      resultados. 
      No es cuestión de compararnos con otras especialidades, 
      somos intensivistas y estamos formados para atender al paciente crítico en 
      cualquier lugar. Hasta que nosotros mismos no luchemos por tratar al 
      paciente "en cualquier sitio" y luchemos por eso, estamos abocados al 
      fracaso. Para algunos cuesta salir de la UCI (urgencias, plantas de 
      hospitalización, implantación de MP, intermedios...). A estos últimos, les 
      digo que son cortos de vistas y hacen un flaco favor a nuestra 
      especialidad. A los que tienen posibilidades de salir, que salgan y a 
      pelear por nuestra especialidad. 
      También creo necesario un poco de marketing por parte 
      de nuestra especialidad para hacernos conocer y así que los pacientes 
      demanden al especialista idóneo para su problema. 
      
      Carlos Antón Tomás 
      Unidad de Vigilancia Intensiva 
      Hospital de la Ribera, Alzira, Valencia. 
      
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página 
      
      Envía un comentario para su publicación 
       
      
      Comentario nº 11: 
      Patricia Santa Teresa Zamarro 
      
      
      Creo que lo primero es presentarme, soy 
      residente de intensivos de primer año (ya casi R2), es decir, que acabo de 
      poner los pies en este mundo que es la medicina intensiva. Elegir esta 
      especialidad creo que ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi 
      vida y mi cara de felicidad así lo demuestra, pero ese es otro tema. 
      
      Aún hay muchas cosas de esta especialidad 
      que desconozco, demasiadas, y sobre todo lo referente a la burocracia (o 
      “burrocracia” como dice un buen amigo mío), pero me parece interesante dar 
      el punto de vista de un recién llegado acerca de esta polémica. Me estoy 
      refiriendo a la poca ilusión que me transmitieron algunos intensivistas 
      cuando hace un año me paseé por multitud de hospitales para informarme. 
      
      En la primera UCI a la que fui existía 
      tal pesimismo acerca del futuro de la especialidad que casi se negaron a 
      informarme, me dijeron que con mi edad aún estaba a tiempo de empezar otra 
      carrera si intensivos era mi única opción, puesto que desaparecería del 
      mapa si seguían así las cosas. Tanto me desanimaron que durante un par de 
      días borré esta opción de mi mente, me convencieron. Pero afortunadamente, 
      tras volver al ataque (si me conocieran sabrían que soy muy cabezota), 
      encontré a médicos de otras UCIs que me transmitieron la ilusión que 
      necesitaba. 
      
      Recorrí prácticamente todas las UCIs de 
      Madrid, hablé y pregunté de la especialidad en sí y del futuro de la 
      misma, también pasé por servicios de anestesia (porque el amigo que me 
      acompañó en el “tour hospitalario” quería cogerla). He de decir que 
      percibí una enorme rivalidad en algunos casos entre intensivistas y 
      anestesistas, ambas partes muy seguras de sus convicciones, lo cual me 
      entristeció. Encontré opiniones para todos los gustos, múltiples versiones 
      de una misma incógnita dignas de ser escritas: que las plazas para 
      residentes de intensivos desaparecerían en un año, que en poco tiempo sólo 
      existirían UCIs-especializadas de cada servicio llevadas por internistas, 
      cirujanos, cardiólogos, neurólogos…, que con un “curso puente” de uno o 
      dos años los anestesistas recibirían el título de 
      anestesista-intensivista, etc. 
      
      Otra sorpresa fue que para trabajar en 
      una UVI móvil quienes más puntos reciben son los médicos de familia, ¡más 
      que un intensivista o anestesista!, en fin. 
      
      Se pueden imaginar mi cara de asombro y 
      las dudas que se crearon en mi cabeza ante tanta incertidumbre en lo que 
      se supone que iba a ser mi futuro profesional. 
      
      El desenlace ya lo conocen, seré 
      intensivista (o eso espero), y aunque me resulta difícil dar una opinión, 
      porque como dije al principio aún soy joven en esto, sí sé que no me 
      gustaría perder el manejo de distintos pacientes (politrauma, cardio, 
      postrasplante…), lo cual ya está ocurriendo a mi alrededor, y quedarse con 
      los brazos cruzados no es el mejor camino. También sé que se están matando 
      muchas ilusiones de gente que se quiere dedicar a esto (todos los MIR que 
      han venido este año a informarse de la especialidad preguntaban sobre la 
      eterna polémica), y eso no me agrada. Yo seguí el consejo que mi padre me 
      dio al elegir la carrera y de nuevo al elegir la especialidad, “haz 
      aquello que realmente te guste, y no te preocupes demasiado del futuro, 
      pues aún no ha llegado y la vida da muchas vueltas”, porque la verdad es 
      que si me hubiera preocupado del futuro ni siquiera habría empezado 
      medicina. 
      
      
      Patricia Santa Teresa Zamarro 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página  
      
      Envía un comentario para su publicación
       
      
      Comentario nº 12: Alejandro F. Luque Coqui 
      
      El ciclo se repite. 
      Esta discusión la 
      escuche por primera vez en el año de 1978 cuando yo era residente de 
      segundo año de "Medicina Crítica y Terapia Intensiva", en esa epoca en mi 
      pais México los "grandes" intensivistas mexicanos eran el Dr Villazón 
      Sahagún (cirujano general), el Dr Rodríguez de la Fuente anestesiólogo), 
      etc., solo por nombrar a dos de ellos, o sea, eran personas que no tenían 
      una formación académica universitaria como intensivistas sino 
      especialistas que se dieron cuenta que el enfermo grave, el enfermo en 
      estado crítico requería de un especialista, o sea de un médico que se 
      dedicase en tiempo completo a el, y no solo un especialista 
      (anestesiólogo, cardiólogo, cirujano general, urólogo, internista, 
      neumólogo, etc.) al cual le "gustaba" atender pacientes graves. En México 
      se implantó la especialidad de Medicina Crítica y Terapia Intensiva con 
      reconocimiento uuniversitario en 1979. Es obvio que cualquier 
      esspecialidad nueva va a ser ejercida al inicio "empíricamente" por 
      aquellos que quieren dedicarse a ella, lo mismo pasa con las 
      subespecialidades, pero una vez dominada la famosa "curva de aprendizaje", 
      desde mi punto de vista no puede permitirse a especialistas "disel" 
      (dice él que es especialista, sarcasmo mexicano), como tampoco pueden 
      permisterse cardiólogos, o cirujanos o anestesiólogos "disel"; perdón, y 
      lo digo con todo respeto pero, decir que cualquier anestesiólogo está 
      preparado para ser intensivista me parece fuera de contexto, como decir 
      que cualquiera que inyecta "propofol" por ende es anestesiólogo, o que con 
      recetar digoxina ya es cardiólogo, a menos claro está que en las 
      universidades españolas preparen superanestesiólogos que tengan grandes 
      conocimientos en cardiología, infectología, medicina interna, etc ¿se 
      puede confiar en un anestesiólogo para manejo postoperatorio de una sepsis 
      abdominal o de un postoperatorio de cirugia cardiaca?, para nada. Ahora 
      bien, que un anestesiólogo si es su deseo además quiere hacer la 
      residencia de medicina intensiva y dedidarse a ella, pues es perfectamente 
      valido, pero que el anestesiólogo se encargue de todas las áreas críticas 
      del hospital (urgencias, cuidados intensivos y quirófano) pues no me 
      parece que tenga la preparación suficiente para ello. Claro, alguien puede 
      decir, "el anestesiologo es el intensivista del quirofano": perfectamente 
      válido, pero querer usurpar otra especialidad como la medicina intensiva 
      no me parece correcto. 
      La pregunta es entonces: 
      definamos lo que es una especialidad médica, la cual se basa en el 
      concepto de residencia médica universitaria, a saber, es un sistema de 
      formación de posgrado, intensivo, de dedicación exclusiva, limitado en el 
      tiempo (3 a 4 años según la especialidad y el establecimiento), que se 
      realiza en establecimientos asistenciales públicos o privados, o en 
      unidades docentes acreditadas, y que consiste en una actividad profesional 
      programada, supervisada y de creciente complejidad, que permite alcanzar 
      en forma paulatina y progresiva, los conocimientos científicos, técnicos y 
      humanistas necesarios para el correcto ejercicio de una especialidad 
      determinada, una vez concluida la misma y avalada por una Universidad o 
      una Institución oficial de prestigio. O sea, el especialista en X área es 
      un médico con una actitud mental hacia un grupo de problemas específicos 
      que son su especialidad. No puede un anestesiólogo tener la misma actitud 
      ante un dolor precordial que un cardiólogo, ni éste que un intensivista o 
      un internista, esto es equivalente a lo que hacen muchos cirujanos cuando 
      le dicen al anestesiólogo" te hablé para que le pongas un bloqueo" o 
      "échale un propofolazo", cuando quien debe decidir el tipo de anestesia 
      que requiere un X paciente es el anestesiólogo. 
      Es obvio que la 
      especialidades son una division arbitraria del conocimiento del cuerpo 
      humano, el cual no entiende de "especialidades", y habrá padecimientos que 
      deban ser dominanos por varios especialistas que sean peritos en el manejo 
      de un X problema (insuficiencia cardiaca aguda) por ejemplo manejada por 
      cardiólogo, intensivista, internista, pero aquí habrá que dilucidar ¿quien 
      de los tres por ejemplo tiene mejor criterio quirúrgico cardiaco en caso 
      de ser por endocarditis infecciosa? ni dudar que el cardiólogo, y no se 
      trata de vanidades ridículas, a ver "quien sabe más", sino más bien de 
      reconocer campos y trabajar en equipo cuando el caso lo amerite, hacer 
      medicina interdisciplinaria es básico y no solo el bloquearse pacientes 
      porque a un médico le parece que él se siente capaz de manejarlo por él 
      mismo. 
      Por último, es bien 
      claro que existe y siempre ha existido discriminación para el intensivista 
      en los Hospitales (yo lo viví en carne propia), y ésta ha sido de parte 
      sobre todo de anestesiólogos y muchos cirujanos. Yo soy cardiólogo 
      intervencionista, que aunque hice residencia de medicina intensiva, nunca 
      la ejercí en postgrado, pero la viví en pleno como residente, y de ahí me 
      hice cardiólogo, así que puedo hablar de ambas partes y, seamos honestos, 
      los intensivistas nunca han sido bien vistos por otros especialistas (no 
      es mi caso); para mi es bien claro y no se trata de ponerme a favor o en 
      contra de alguien o de una X especialidad, (si no es fútbol), sino de 
      darle su lugar a quien lo merece y la medicina intensiva para mi es 
      insubstituible en cualquier hospital que se precie de serlo. 
      Alejandro F. Luque Coqui 
      Cardiólogo 
      Centro Médico y Diagnóstico Integral 
      Celaya Gto Mexico 
      
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página  
      
      Envía un comentario para 
      su publicación
       
      
      Comentario nº 13. Carmen 
      Gomar 
      Aunque las discusiones, incluso las confrontaciones, 
      son a veces dolorosas, son siempre mejores que el silencio y el 
      resentimiento y estoy contenta de 
      que  Demetrio haya abierto este foro. 
      Los anestesiólogos, desde nuestra óptica, también 
      podemos quejarnos de cosas parecidas a las que expone la carta de Demetrio 
      Carriedo, pero personalmente no las atribuyo a ninguna intención malévola 
      u orquestada de otros especialistas, sino a escasa agilidad de nuestra 
      política sanitaria y a la politización en las decisiones. 
      Mi posición es de respeto a todos los especialistas que 
      hacen su trabajo bien, pero quiero y debo hacer el mío bien y no pienso ni 
      de lejos renunciar a ello. 
      Soy  responsable de un Servicio de Anestesiología que 
      atiende cirugía compleja en pacientes graves y para atender con calidad 
      esta asistencia es irrenunciable que los anestesiólogos en él estén 
      expuestos a la medicina crítica. 
      La complejidad de gran parte de la actuación anestésica 
      actual tiene mucho en común con el cuidado del paciente crítico, al igual 
      sucede con la reanimación. La exposición del anestesiólogo a pacientes 
      graves e inestables en quirófano exige que esté capacitado para actuar 
      ante pacientes en estado y circunstancias críticas, con una complejidad 
      clínica y tecnológica con frecuencia superiores a la de muchos de los 
      pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos o críticos. Por 
      ello para mantener el nivel de competencia profesional que exige la 
      anestesia actual es irrenunciable que los servicios de 
      Anestesiología actuales tengan en su seno cuidados críticos. Quien 
      opine que la actividad de anestesia y de cuidados críticos son 
      incompatibles es que desconoce la asistencia anestésica actual. 
      Diré más, el buen anestesiólogo es un buen médico de críticos. 
      Para que un servicio de anestesiología esté acreditado 
      para la docencia a nivel europeo 
      y español también, debe tener a su 
      cargo pacientes de cuidados críticos. 
      Los anestesiólogos hace tiempo que sabemos que mucha de 
      la asistencia compleja que debemos hacer exige una dedicación especial con 
      formación específica. Son ejemplos la anestesia cardiaca, la torácica, la 
      neuroanestesia, la anestesia pediátrica, transplantes, el dolor crónico... 
      y por supuesto los críticos. La anestesiología es un campo muy extenso, en 
      el que interactúan los cambios de 
      las especialidades quirúrgicas y ahora también los de las médicas, y no 
      pretendemos que con las rotaciones de la residencia se alcance el nivel de 
      competencia exigible para todas las áreas complejas, pero sí 
      se proporcionan las capacidades, actitudes y habilidades que permiten 
      desarrollarlas, incluidos los cuidados críticos. 
      Estoy de 
      acuerdo en que 4 años son pocos para nuestra especialidad. La duración de 
      la especialidad de Anestesiología y Reanimación en todos los países 
      europeos excepto en Portugal y España, es de 5 años.  Por lo tanto la 
      especialidad no es corta, es que la mantienen corta en España en donde la 
      duración de 4 años. Es una situación transitoria, aunque desgraciadamente 
      excesivamente prolongada, que debe ser corregida por mandato europeo. Los 
      problemas de otras especialidades como la fusión de cirugía cardiaca y 
      torácica, echó hacia atrás el 
      anteproyecto de ley que en enero 
      del 2002 incluía la ampliación de la especialidad de Anestesiología y 
      Reanimación a 5 años. Así pues, éste 
      será un problema de próxima solución. 
      A pesar de ello, debo decir que la exposición de los 
      residentes de Anestesiología y Reanimación en número de pacientes, horas 
      de asistencia y diversidad de situaciones clínicas es muy superior a la 
      mayoría de las especialidades y por tanto esta duración de la formación 
      que todos consideramos corta es parcialmente compensada. 
      Del mismo modo, 
      estoy convencida de la facilidad que entrañaría una formación adicional de 
      anestesia quirúrgica para muchos intensivistas actuales jóvenes que, eso 
      sí, estuvieran dispuestos a asumir la sobrecarga de trabajo que tenemos 
      actualmente los anestesiólogos. 
       La base de esta discusión es mucho más profunda que 
      los comentarios desafortunados que pueden hacer algunos individuos de 
      distintas especialidades sobre otras, y que encienden mechas apasionadas. 
      Seguir hablando entre las dos especialidades quizás nos haga acercarnos o 
      alejarnos, pero desde luego contribuirá a aclarar las cosas. 
      Carmen Gomar 
      Jefe del Servicio de Anestesiología 
      Hospital Clínic. Barcelona. 
      
      
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página 
      
      Envía un comentario para 
      su publicación 
       
      
      
      
      
      Comentario nº 14. Concepción 
      Madurga Gil
      
      Cuidados críticos 
      
      
      Sinceramente pienso, que además 
      de un conflicto de intereses de las diversas especialidades, hay unos 
      conocimientos y habilidades que se solapan entre los diversos 
      especialistas que hacen que los cuidados críticos no sean exclusivos de 
      nadie, ni siquiera de los intensivistas. 
      El anestesiólogo está capacitado 
      porque atiende de forma continuada, monitorizada y controlada con muchos 
      fármacos y bajo anestesia, los múltiples cambios previstos e imprevistos 
      que se producen durante la cirugía, manteniendo la hipnosis, relajación, 
      analgesia, estabilidad hemodinámica, metabólica y respiratoria del 
      paciente, durante la inducción de la anestesia, el mantenimiento y el 
      despertar en ocasiones prolongado en una reanimación postoperatoria.
       
      ¿Quién puede negar su habilidad 
      en el control de la vía aérea, ventilación manual con mascarilla, 
      intubación oral, nasal, selectiva, la ventilación a veces en condiciones 
      extremas en pacientes con patología respiratoria, neumonectomías, etc; en 
      la inserción de vías periféricas, centrales, arteriales; en el balance de 
      fluidos, en la necesidad o no de trasfundir, o de los trastornos de la 
      coagulación...? Todo ello valorado preoperatoriamente, por una visita 
      médica para la que para un cardiólogo p.e: nunca hay contraindicación 
      quirúrgica. ¿Sabe él que pasará en una intervención de recambio de cadera, 
      o prótesis de rodilla, sabe cuánto sangrará, sabe a qué estrés se someterá 
      ese corazón, puede calcular el riesgo de embolia o IAM silente 
      perioperatorio?. Es evidente que no. ¿Y qué habría que hacer en caso 
      necesario? ¿cuánto tiempo tardaría en desfibrilar al paciente que sale de 
      circulación extracorpórea y fibrila? ¿qué dosis le pondría de aminas?. 
      ¿Que haría en el momento de 
      clampar y canular la aorta? ¿tendría la NTG preparada?¿cúantos microgramos 
      le pondría? ¿y cuándo el cirujano le pidiera bajar la PAM? ¿y el MCP?. Y 
      en la neurocirugía, ¿que haría un neurólogo para disminuir la PPC? y el 
      ginecólogo ¿a quién avisa ante el prolapso de cordón? y ¿en la embolia del 
      líquido amniótico? y ¿quién reanima al recién nacido o prematuro mientras 
      llega el neonatólogo, si es que hay? ¿quién hace las sedaciones para un 
      endoscopista? ¿quién asiste el dolor del parto? ¿cuántos pacientes 
      desahuciados encuentran terapias en las clínicas del dolor?. 
      El anestesiólogo hace cada día 
      este trabajo, dentro y fuera del quirófano sin llamarse intensivista, ni 
      cardiólogo. 
      En nuestro centro, cuando UCI 
      tiene una intubación dificil, vías difíciles, niños con bronquiolitis y 
      comprimiso respiratorio, problemas de dolor o sedación, avisan a 
      anestesia, también en la RCP, y no por ello les estamos usurpando su 
      trabajo, sencillamente colaboramos con ellos, sin interferir en su 
      objetivo, que es el restablecimiento del paciente con problemas médicos 
      y/o quirúrgicos que han precisado una atención monitorizada, continuada e 
      intensiva en la UCI. 
      Ello no implica que el 
      anestesiólogo sea incapaz de hacer un trabajo parecido en la unidad de 
      reanimación postoperatoria, y ya me perdonarán los intensivistas, con más 
      conocimiento de causa que ellos, ya que los que conocemos a fondo lo que 
      pasa en el quirófano, en las distintas cirugías y en las respuestas de los 
      pacientes al estrés quirúrgico somos nosotros. 
      Si bien,  también quiero expresar 
      mi más sincero agradecimiento a los intensivistas, que tienen la tenacidad 
      de sacar adelante a pacientes pluricomplicados, por patología previa, 
      sepsis, o por yatrogenia, contra todo pronóstico. Vaya por delante mi 
      reconocimiento de sus cualidades y la de sus conocimientos, que hace de su 
      especialidad una formación diferente a la de los anestesiólogos, con mayor 
      estudio y diversificación en los aspectos médicos de las patologías, 
      mientras que anestesia tiene mayor conocimiento de los aspectos  y 
      procedimientos quirúrgicos. 
      Aunque esta misma diversificación 
      de sus conocimientos y habilidades hace que se solapen con otros 
      especialistas, no tan sólo de anestesiología, sino  también de 
      cardiología, neurología, urgencias, medicina interna, nefrología, C.O.T.,  
      infecciosas, etc. 
      Por ello, deberían definir con 
      claridad el contenido de la especialidad, salir de su "jaula de oro" de la 
      UCI, suavizar los criterios de exclusión y lidiar con el paciente crítico 
      allá dónde esté, porque si no un día encontrarán que, sencillamente, los 
      diferentes especialistas ya no les necesitan y no les remiten sus 
      pacientes. 
      Por ello, la actitud (con C) más 
      honesta y serena, es que recapacitemos todos sobre el alcance de nuestras 
      aptitudes (con P) y limitaciones, y hagamos un esfuerzo de cooperación en 
      beneficio de los pacientes, que no tienen la culpa de ser "entes 
      indivisibles", para que cada especialista tome el trocito que le 
      corresponde. 
      Concepción Madurga Gil 
      Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor 
      Centro Médico Teknon. Barcelona. 
      
      
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página  
      
      
      Envía un comentario para su publicación
      
       
      
      Comentario nº 15: Beatriz Sánchez 
      Artola 
      Realización armónica, pero sin 
      supresiones 
      
      Estimados lectores de REMI, 
      Desde un punto de vista externo a ambas especialidades 
      y con buenos amigos  en las dos, quiero dar mi opinión. Entiendo que lo 
      fundamental en este debate es recordar que en España existen especialistas 
      en Medicina Intensiva y que lo que lo que el doctor Carriedo y quienes 
      contestan en la misma dirección pretenden es evitar la desaparición de una 
      especialidad legítima. 
      Para quien ha trabajado en hospitales mano a mano con 
      profesionales de las dos disciplinas, es evidente que tienen más elementos 
      diferenciales que unificadores. Sin duda, lo que más me sorprende es que 
      este es un debate que en otras especialidades o no tiene cabida en nuestro 
      país o no se ve con la misma tolerancia. Es cierto que de forma periódica 
      hay pequeños o grandes roces entre especialistas por cuestiones de 
      competencias, pero esto de asumir, e incluso amparar, la maniobra de 
      desplazamiento de todo un colectivo de profesionales que han demostrado 
      sobradamente ser imprescindibles, pero que, ante todo, tienen un derecho 
      que debiera ser inalienable, se me antoja inaudito. Si una cuestión 
      similar se dirimiera, por ejemplo, entre Cardiología y Medicina Interna, 
      simplemente se hablaría sin ambages, y con razón, de intrusismo 
      profesional. 
      La gran mayoría de las opiniones 
      que aquí se han expuesto por parte de quienes han contestado a la carta 
      inicial son respetuosas, constructivas y hasta amables, pero decir que 
      este debate es siempre así, sería hacer demagogia. 
      De igual forma, mi impresión es que quienes escriben 
      para denunciar, desde el respeto, una situación que es sabida, pero no por 
      ello menos improcedente, no pretenden ir en contra de unos compañeros (los 
      especialistas en Anestesiología y Reanimación) a quienes, sin duda, 
      apreciarán como profesionales. Deduzco, por las opiniones vertidas y por 
      el conocimiento previo, que los intensivistas estiman a los anestesistas 
      como imprescindibles, eso sí, en su especialidad. Al menos, no he 
      encontrado intensivistas que me transmitieran ideas amenazantes hacia el 
      futuro de la especialidad de Anestesiología o que menospreciaran su labor. 
      No he oído conversaciones donde se ponga en duda su papel en el sistema 
      sanitario español. 
      Es esperable que el debate sea intenso porque no se 
      trata de una discusión por un quítame allá esa pequeña competencia, sino 
      de propugnar la desaparición de una especialidad reconocida y esencial. 
      Esto no es algo que se imagine, sino que se ha expuesto a las claras, sin 
      tapujos, en este mismo medio, hace bien poco, y por parte de personas con 
      un peso específico más que considerable. Se trata de rebelarse contra 
      desplantes y razonamientos incorrectos, a menudo construidos sobre 
      falacias discursivas. Son éstos y no otros los argumentos a los que 
      criticaré en las siguientes líneas. 
      Me consta que no se va en contra de las personas, sino 
      de una posición. Y esa queja es, desde luego, legítima y necesaria. Me 
      faltan elementos de juicio para atribuir las responsabilidades, por 
      omisión y/o intromisión, de la “fagocitosis” lenta pero persistente que 
      padece la Medicina Intensiva en España, aunque no para considerar que su 
      desaparición como especialidad primaria en nuestro país sería una 
      arbitrariedad; un grave error, que iría en detrimento de una atención de 
      calidad al paciente “crítico” (como al doctor Blesa, esta denominación me 
      parece horrible), porque es impensable que un mismo especialista pueda 
      atesorar los conocimientos de más de una especialidad, a no ser que se 
      sumen (no que se condensen) ambas. Y ni aún así, porque tras un 
      aprendizaje inicial es imposible actualizarse con la calidad requerida en 
      un programa formativo resultante descomunal. 
      Muchos de quienes inician un discurso persuasivo en 
      intención, hacen un estupendo exordio, pero la argumentación posterior ya 
      es otra cosa. Utilizar el recuerdo de que “antes” los intensivistas no 
      existían es débil, poco seductor y fácilmente contestable; bastaría con 
      alegar lo que ya respondió el doctor Palencia en este debate, que ahora 
      que la Medicina avanza mucho más rápido de lo que podemos asumir; 
      afortunadamente, existen unos especialistas específicos para cada área del 
      conocimiento de la Medicina. Ni más ni menos, que lo que se respondería si 
      la discusión fuera a la inversa o en torno a otras dos especialidades 
      (¡hay tantas especialidades que hace años no existían!…). 
      Esta no es una discusión filosófica, pero aún así sería 
      deseable evitar el discurso confuso, que observo que en este tema (que no 
      necesariamente en estas páginas “electrónicas”) se ha llevado a cabo de 
      diversos modos: 
      1) Eliminando las diferencias entre significados y 
      posturas ideológicas (todos trabajamos por una causa común, todos 
      pretendemos el beneficio del paciente…) y anulando, a menudo con el 
      agravio (por ejemplo, acusando de “prepotencia”), los criterios. Lo que en 
      su estado final podría, intencionadamente o no, reducir el motivo de la 
      discusión al absurdo y atribuir falsamente la razón a una actitud 
      aparentemente conciliadora. 
      2) Haciendo evidente lo que no lo es, simplificando, 
      reduciendo y omitiendo motivos e intereses (los claros y los oscuros), 
      como cuando tras ver un anuncio sobre un agua ligera integramos como 
      verdad absoluta que beberla nos deja cual sílfides. En este caso, esa 
      “verdad” sería: los anestesistas son los especialistas en el paciente 
      “crítico” y la Medicina Intensiva ha sido una ilusión producto de una 
      determinada tesitura política. 
      3) Oscureciendo los hechos, enredando y desviando del 
      interés de discusión, mezclando intereses “filántropos” (como salvaguardar 
      el futuro de los especialistas europeos, estar al servicio del paciente…), 
      con cuestiones políticas (emergencia de una situación en un preciso 
      momento de la historia, coincidencia con una tendencia política europea…). 
      Utilizando asimilaciones tendenciosas (defender la Medicina Intensiva 
      sería sinónimo de actitud antieuropea y de complacencia en los tiempos de 
      la “dictadura franquista”, exponer unos hechos y querer solucionarlos 
      sería un llamamiento a una “guerra”…). Semejante revoltijo obstaculiza 
      notablemente una respuesta consistente que no comprometa la cordialidad, 
      porque a partir de una premisa falsa (la queja y el deseo de solucionar 
      una situación que es injusta es igual a la incitación a la “guerra”) 
      cualquier argumentación se verá como agresiva (al ir en contra de la 
      filantropía, de la convivencia entre especialistas o de la fraternidad, la 
      libertad y la igualdad de los europeos). Por cierto, decir que evitar que 
      desaparezca una especialidad esencial en nuestro país es “ir en contra de 
      la construcción europea”, aparte de las consideraciones argumentales, 
      resulta tremendamente desproporcionado en estos tiempos humanamente 
      convulsos y económicamente desavenidos. 
      Algunas personas han utilizado una falacia argumental 
      de pésimo gusto (y de temer, naturalmente), la apelación a la fuerza. 
      Recordemos esta sentencia: “¿habrá que imponérsela 
      (una resolución a los intensivistas) desde el exterior por presión 
      política?”. Se han esgrimido descalificaciones fáciles y 
      pensamientos nada modélicos en cuanto a comprensión, diálogo y 
      camaradería, donde el mayor argumento es el “número muy superior” en 
      cantidad (y, a tenor de algunos escritos, aplastante también en sentido 
      literal). Si de número se trata, a lo peor, un mal día, a otros 
      especialistas les da por apoyar la desaparición de alguna de las 
      especialidades que aparezcan en su programa y cuyos profesionales sean 
      menores en número; ¿cometerían este abuso por propia iniciativa o 
      esperarían a una instancia europea para no ser menos?. 
      ¿Preocupación por el futuro de los Médicos Internos 
      Residentes (MIR) españoles en Europa?… otra falacia no formal, la de 
      apelación popular, en este caso a los sufridos especialistas en formación. 
      Esto si que es inesperado… ¡ay!, si los MIR importaran siempre de manera 
      tan exquisita, cuán distinta sería la residencia de todos ellos. Además no 
      será una misión imposible lograr el sitio en Europa a unos profesionales 
      sin acogotar a otros en España. 
      Coincido con el Dr. Carriedo, y cuantos han contestado 
      en este sentido, en que éste es un tema preocupante, que demanda una 
      acción específica por parte de los afectados y, entre éstos, debe ser 
      impulsada por quienes tienen las máximas competencias específicas. El día 
      que el debate cambie de personajes, afecte o no a mi especialidad, mi 
      postura, acertada o no, tendrá el mismo sentido de contrariedad y 
      preocupación y así me pronunciaré. 
      Me sorprenden algunas opiniones que adolecen de 
      desconocimiento sobre la propia naturaleza de la Medicina. La misma 
      definición de la especialidad como Cuidados Intensivos o “Críticos” ya 
      plantea un problema, al definir el todo por la parte. Los “cuidados” 
      ofrecidos a un paciente “críticamente” enfermo son el resultado final de 
      un proceso. Antes de poderlos aplicar adecuadamente hace falta conocer en 
      profundidad  una fisiopatología única y complicada, que sólo se puede 
      estudiar en el marco indicado: el de una especialidad específica, con un 
      cuerpo doctrinal propio, que es la Medicina Intensiva. Es más, vería 
      lógico que alguien considerara aumentar el tiempo de formación dentro de 
      la propia especialidad (algo que no me atreveré a sugerir mientras la 
      Formación Sanitaria Especializada conlleve la adhesión a un 
      “infracontrato” y a otras flagrantes irregularidades laborales), pero 
      nunca su dilución”. 
      Una reflexión sobre la distinción algo artificial que a 
      veces hacemos del “paciente crítico” en pluricomplicado o pluripatológico 
      (dichoso “palabro”) o no. A la luz de los conocimientos actuales (basta 
      con recordar la fisiopatología de la inflamación o de las repercusiones 
      sistémicas de la ventilación mecánica), dudo que exista un “paciente 
      crítico” exclusivamente “unipatológico”, pero así y todo, creo que éste,
      a priori, también será tratado más adecuadamente desde la Medicina 
      Intensiva. 
      Coincido en que la Medicina Intensiva es 
      multidisciplinar, pero no más que el resto de la Medicina; desde la 
      Cirugía General hasta la Neurocirugía, pasando por la Anestesiología lo 
      son. Precisamente por ello, necesitamos especialistas específicos para 
      cada rama del saber. Bien multidisciplinar es mi especialidad o la 
      Medicina de Familia y no nos planteamos que desaparezcan ¿o sí?. 
      La Medicina Intensiva es sin duda muy atractiva. Es una 
      especialidad francamente interesante, amplia, completa… aunque también 
      tiene otros intereses más prosaicos o esta situación, aún con la urgencia 
      europea, no se hubiera creado. 
      Se sigue hablando de “adaptación”, de “formación 
      complementaria” y eso es inaceptable. No son formaciones complementarias, 
      sino especialidades distintas. Podemos utilizar la reciprocidad para 
      argumentar esto último, trocando los papeles tan sólo un momento ¿qué 
      opinión les merecería que desapareciera la Anestesiología como disciplina 
      primaria y otros especialistas (por ejemplo un internista) tras un período 
      más o menos largo (¿de seis a doce meses?) de “complemento” ejercieran 
      como especialistas en Anestesiología y Reanimación, no en otro país, sino 
      en éste y en este preciso momento, y asumieran todas y cada una de las 
      atribuciones que ahora realizan estos especialistas?. Puede que esté 
      equivocada, pero me parece un dislate y una provocación. Si los compañeros 
      que creen en la eficacia de la complementariedad alteraran los personajes 
      (internistas, médicos de familia, geriatras, nefrólogos… lo que ustedes 
      quieran), y escenificaran algo similar, probablemente lo calificarían como 
      despropósito. 
      Bien pensado, la distancia entre un internista y un 
      intensivista es, en términos de formación en fisiopatología y terapéutica, 
      menor que la que existe que entre un anestesista y un intensivista ¿por 
      qué no permitimos libre paso entre internistas e intensivistas, pero no 
      otros especialistas más distantes y menos “horizontales”, tras una 
      formación adicional?... En nuestro sistema actual, sería una insensatez, 
      una preclara falta de respeto. Si no contáramos con formación específica 
      en cada área o estuviéramos en un hospital de distrito en una zona 
      tropical, pues “uno para todos y todos para uno”, pero aquí y ahora, suena 
      como la intención de la UEMS de desplazar descaradamente a un sector 
      profesional. 
      Lo correcto, lo honesto, en mi humilde opinión, es 
      instar a todos aquellos que deseen ejercer como intensivistas a que 
      soliciten dicha especialidad primaria al acceder a una plaza de formación 
      sanitaria especializada y no, en el mejor de los casos, a aumentar el 
      tiempo de residencia o hacer una modificación programática a modo de 
      “curso puente” de otra especialidad, cualquiera que esta sea y por más 
      similitudes o coincidencias históricas que existan o se quieran encontrar. 
      Después de leer la sincera, e impecable, contestación 
      de la doctora Santa Teresa, echo de menos que otros médicos en formación 
      en Medicina Intensiva, que serán los principales afectados en un futuro 
      muy cercano, no se hagan escuchar. Que no exijan, a quienes corresponda, 
      que se pongan los medios necesarios para defender la dignidad de esta 
      especialidad primaria y se les dé garantías de que su esfuerzo no será en 
      balde. La ilusión que han puesto para estudiar esta hermosa especialidad, 
      a pesar de los nubarrones que se avecinan, y la honradez intelectual que 
      han demostrado al elegirla, no pueden ser “premiadas” con el “ninguneo”. 
      Es urgente un compromiso inequívoco, por parte las personas competentes 
      para ello, de que se solucionarán los posibles problemas organizativos 
      propios de la especialidad y se frenará la tendencia anexionista. 
      Ni el querido Gardel creía de verdad que “20 años no es 
      nada” y ya han transcurrido 35 desde que se reconoció la Medicina 
      Intensiva como especialidad primaria. El tiempo pasa, los conocimientos se 
      multiplican y lo que surgió respondiendo a una necesidad científica no 
      puede desaparecer hoy que esa necesidad es mayor. 
      Que hay que “armonizar” posiciones con Europa; pues 
      depende, hombre, depende. Si eso supone que cada uno ejerza su 
      especialidad pues sí. Ahora bien, si por “exigencias” de la “realización 
      armónica” de Europa se realizan supresiones al escribir el acorde y nos 
      cargamos la fundamental pues no estoy de acuerdo. 
      Además, ¡quién sabe si en un futuro también querrán 
      “armonizarnos” a otros especialistas del modo que mejor les acomode!. 
      España debe procurar ser “diferente” a Europa siempre que sea menester, 
      faltaría más… Recientemente, siguiendo directrices de allende los mares, 
      hemos ido frontalmente en contra de corrientes político/sociales europeas 
      vitales para nuestra convivencia, para la “construcción europea”, y hasta 
      para la dignidad humana y, por desgracia, no hemos tenido prurito en ser 
      unos oponentes marginales. Pero, dejando aparte la mezcolanza de 
      afinidades o inconstancia en el querer, ¿cómo se va a censurar que quien 
      pretende defender un sistema que se estima que es mejor y, no lo 
      olvidemos, está legalmente constituido, lo haga activamente?. 
      No vayamos, por equidad y por prevención (¿a quién le 
      tocará mañana?), en la dirección equivocada de aplaudir la absorción 
      despótica de especialidades y sí en la de mejorar en lo posible la 
      formación en cada una de ellas. Siguiendo con el símil armónico, seamos lo 
      suficientemente hábiles como para presentar el acorde completo. 
      Saludos a todos 
      Beatriz Sánchez Artola (“nota extraña” al acorde) 
      Médico Internista contra los unísonos (para no debilitar la armonía) 
      
      
      
      
      
      
      
      
      Volver al principio de esta página 
      
      
      Envía un comentario para su publicación 
       
      Comentario nº 16. Jose 
      Manuel Añón Elizalde 
      Creo que el malestar que 
      expresa Demetrio es sentido por una gran parte de los intensivistas 
      españoles, pero sin embargo no creo que la culpa de esta situación deba 
      buscarse exclusivamente en enemigos extrínsecos a nuestra especialidad. 
      Bien es verdad que en ciertos casos la apertura de nuevas áreas de 
      críticos no ha recaído sobre los intensivistas y que incluso se ha perdido 
      la atención al paciente crítico a nivel extrahospitalario (como ha quedado 
      bien claro en la OPE que actualmente está en marcha) pero ¿solo porque 
      tenemos "enemigos" que nos las han arrebatado?.  
      Quizá los intensivistas hemos estado 
      demasiado acostumbrados a encerrarnos en nuestras UCIs y no abrirnos al 
      resto del hospital y mucho menos a las áreas extrahospitalarias, 
      manteniendo así un modelo arcaico de Medicina Intensiva y vemos 
      actualmente con pesar que una parte de nuestro trabajo está siendo asumido 
      por otros especialistas. Como todos sabemos, la política de empresa se ha 
      introducido como modelo de gestión en los hospitales siendo frecuente leer 
      artículos en los que se teoriza sobre "ventaja competitiva", "cadena de 
      valor", etc. Debemos competir con otros especialistas, debemos "ofrecer" 
      nuestros servicios. La importancia de la Medicina Intensiva en los 
      hospitales y la elevada calidad de nuestro trabajo no deja lugar a dudas. 
      Demostremos que además de hacer un trabajo de calidad, nuestro trabajo es 
      también rentable.  
      Tal como se ha comentado en este foro, 
      el intensivista debe encontrarse allá donde se encuentre el enfermo 
      crítico (a nivel intra o extrahospitalario), pero además, la Medicina 
      Intensiva puede ofrecer otros muchos servicios. Debemos salir de nuestros 
      "bunker" y abrirnos al hospital y fuera de él pero... ¿estamos 
      dispuestos?. 
      Evidentemente hemos perdido áreas frente 
      a otros especialistas. Pero ¿hasta qué 
      punto podemos afirmar que estas áreas nos las han arrebatado?. Quizá no 
      las hemos sabido defender o incluso las hemos cedido. ¿No hemos sido en 
      ocasiones los intensivistas los que con una actitud pasiva y dejándonos 
      llevar más por la comodidad que por la preocupación de que nuestra 
      especialidad crezca y se potencie hemos permitido (e incluso favorecido) 
      estas pérdidas?. No nos embarquemos en una guerra contra nadie y 
      analicemos nuestro interior para poder tomar posibles soluciones. No 
      quiero particularizar pero todos sabemos de hospitales donde los pacientes 
      postquirúrgicos y politraumatizados se han perdido de los Servicios de 
      Medicina Intensiva y han pasado a ser responsabilidad de potentes 
      Servicios de Anestesiología y Reanimación, o de UCIs que han cedido (o que 
      no tomaron cuando se debió) Unidades Coronarias.  
      También peligra algo tan nuestro como la 
      RCP. ¿Cómo se entiende que otros licenciados en Medicina (especialistas o 
      no) puedan ser instructores de RCP avanzada 
      mientras hay intensivistas que no lo son?. Se ha antepuesto un diploma 
      acreditativo de un peculiar cursillo de metodología docente a cinco años 
      de residencia, un título de especialista en Medicina Intensiva y a nuestra 
      labor diaria. Se debería haber defendido la RCP como algo "intrínsicamente 
      nuestro" de forma que desde el grupo de trabajo correspondiente se 
      dictasen las recomendaciones y actualizaciones a todo el colectivo de 
      intensivistas "acreditados" por todo lo anteriormente expuesto, sin 
      trabas, porque la RCP es parte de nuestro trabajo.  
      ¿Cómo se ha permitido que en la reciente 
      OPE el título de Medico especialista en Medicina Intensiva para la 
      obtención de una plaza de urgencias extrahospitalarias (en las que se 
      incluye el 112) puntúe "0" puntos y solo se valore el título de Médico 
      especialista en Medicina de Familia?.  
      Tenemos que hacer una profunda reflexión 
      sobre el origen de nuestros problemas y buscar vías de solución que sin 
      duda deben pasar por el diálogo y por profundos cambios de actitud. 
      Finalmente, agradezco a Demetrio y a los colegas de la SCLMICYUC la 
      apertura de este debate, sin duda necesario, pero que debe ser tratado 
      desde el respeto mutuo entre compañeros que lícitamente aspiramos a 
      fortalecer y potenciar nuestras especialidades.  
      José Manuel Añón Elizalde 
      Servicio de Medicina Intensiva Hospital Virgen de la Luz. Cuenca 
      
      Envía un comentario para 
      su publicación 
      
        
      
      
      
       |