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      Intensivistas, Unidades de Cuidados 
      Intensivos y enfermos graves 
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      El "Institute for Clinical Systems Improvement" 
      (ICSI) es una organización sin ánimo de lucro cuya finalidad es promover 
      la calidad de la asistencia médica, y ayudar a sus miembros a identificar 
      y poner en práctica las medidas necesarias para mejorar la calidad 
      asistencial. Incluye entre sus miembros a más de 6.000 médicos de 40 
      organizaciones de Estados Unidos. El ICSI revisa la evidencia científica 
      existente sobre cuestiones clínicas relevantes, y a partir de ella redacta 
      pautas de actuación clínica e informes de evaluación de tecnologías 
      sanitarias. Estos documentos se revisan con una periodicidad bianual, 
      incorporando las nuevas evidencias disponibles para mantenerse 
      actualizados. 
      El 30 de abril de 2003 el ICSI hizo público su Informe 
      de Evaluación de Tecnologías nº 73, sobre la eficacia y seguridad de la 
      presencia de especialistas médicos titulados en Medicina Intensiva ("Board 
      Certified Intensivists") a cargo de los pacientes críticos. 
      En Estados Unidos ingresan anualmente más de 4 millones 
      de enfermos en Unidades de Cuidados Intensivos, con una mortalidad 
      estimada en UCI del 8-10% (entre 400.000 y 500.000 fallecidos cada año). 
      Aunque la especialización en Medicina Intensiva existe desde 1986, solo el 
      10% de sus hospitales tienen una cobertura suficiente de intensivistas, 
      que supervisen o se hagan cargo del cuidado de los enfermos críticos. 
      Actualmente existen en Estados Unidos 5.500 intensivistas y se están 
      formando otros 600, estimándose que serían necesarios en un número de 
      30.000 para cubrir todas las Unidades de Cuidados Intensivos del país, lo 
      que supondría una inversión muy importante. En Estados Unidos existe un 
      modelo troncular de especialización médica, y los intensivistas obtienen 
      su titulación tras un periodo de formación genérica en una especialidad 
      básica (Medicina Interna, Cirugía, Anestesiología), recibiendo después al 
      menos un año adicional de formación específica en Cuidados Intensivos. 
      En Estados Unidos se identifican cuatro modelos de 
      asistencia a los pacientes críticos en relación al grado de implicación de 
      los intensivistas en su cuidado. En la UCI cerrada, el intensivista 
      es el médico responsable del enfermo durante su estancia en la Unidad. En 
      la UCI abierta es el médico que lo remite a UCI quien sigue siendo 
      el responsable de su atención en ella, sin ninguna participación de los 
      intensivistas; entre ambos extremos se encuentran dos modelos intermedios: 
      el de la consulta obligatoria con un intensivista cuando un 
      paciente requiere ingreso en UCI, o la consulta opcional, a 
      criterio de su médico responsable. 
      A partir de un informe del Institute of Medicine 
      del año 1999, en el que se constataba que cada año se producen en los 
      hospitales americanos entre 50.000 y 100.000 muertes como consecuencia de 
      errores médicos evitables (2), el grupo Leapfrog, consorcio de más 
      de 140 organizaciones sanitarias públicas y privadas, ha desarrollado una 
      serie de recomendaciones destinadas a evitarlas, recomendando el modelo de 
      UCI cerrada como una de las tres principales medidas para mejorar la 
      seguridad de los pacientes en el hospital (3). 
      El año 2002 Pronovost et al. (4) publicaron en JAMA el 
      resultado de una revisión sistemática que mostraba que las UCI con 
      "elevada" presencia de intensivistas se asociaba a una reducción en la 
      mortalidad en UCI (del 39%), en la mortalidad hospitalaria (del 29%) y de 
      la estancia en UCI y en el hospital, con respecto a las UCI con "escasa" 
      presencia de intensivistas. Como ha señalado el grupo Leapfrog, esto 
      significaría que la dotación de intensivistas en las UCI de todos los 
      hospitales de Estados Unidos podría salvar 160.000 vidas cada año. La importancia 
      e implicaciones de este estudio 
      han sido ampliamente debatidas en REMI en los últimos meses (5-10). 
      El actual documento del ICSI sumariza los estudios 
      existentes sobre la cuestión, concluyendo que las UCI con elevada 
      presencia de intensivistas titulados se asocia a reducciones en la 
      mortalidad y la duración de la estancia en numerosos estudios con controles no 
      aleatorios, encontrando los resultados convincentes. Los estudios 
      existentes también sugieren que la dotación de intensivistas se asocia a 
      una reducción en la tasa de complicaciones y en los costos de la 
      hospitalización. La heterogeneidad de 
      los distintos estudios sin embargo impide apreciar a qué razones se debe 
      el beneficio encontrado, y no resuelve cuál podría ser el modelo óptimo 
      para poner en marcha la dotación de intensivistas en un hospital o una UCI 
      de características concretas. 
      ¿Tiene alguna aplicación todo lo anterior en nuestro 
      entorno, en un continente y en un país donde se acepta mayoritariamente la 
      existencia de UCI cerradas?. En mi opinión sí. Aunque en nuestro país se 
      escuchan voces y se aprecian movimientos tendentes a hacer desaparecer la 
      especialidad de Medicina Intensiva como especialidad primaria (11), 
      pretendiendo hacer tabla rasa de 25 años de trabajo e ignorando la opinión 
      y el punto de vista de los profesionales que, día a día, vienen 
      desarrollando su labor, ni siquiera esas opiniones extremas, intolerantes 
      e interesadas cuestionan la necesidad de la especialización, aunque 
      degradan la figura del intensivista, convirtiéndolo en un profesional con 
      otra ocupación principal que adquiere una serie de habilidades en un 
      periodo más o menos corto de tiempo, que lo capacitarían para atender a 
      los enfermos críticos. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Como 
      señaló en un editorial anterior Ricardo Abizanda (6), lo que define la 
      necesidad de una especialidad médica es la existencia de un cuerpo de 
      conocimientos y un conjunto de técnicas y habilidades propios, 
      suficientemente extensos y profundos como para requerir una formación 
      específica y singular. Y la Medicina Intensiva es una especialidad médica 
      porque cumple todos esos requisitos, en absoluto es un "cursito" que 
      puedan hacer otros especialistas para venir a ocupar nuestros puestos de 
      trabajo. 
      Cada país tiene su historia y sus circunstancias, y 
      evoluciona para mejorar la formación de sus profesionales a partir de lo 
      que ya existe. Quizá el ejemplo más reciente es el de Suiza, donde la 
      especialidad de Medicina Intensiva requiere ya de tres años de formación 
      específica además de los tres años previos en la especialidad troncular. 
      Los dos años de formación específica que recomienda la 
      UEMS para conseguir una formación 
      adecuada representa un avance en muchos países, donde esta formación 
      especializada se empieza a considerar un imperativo que en España ya se 
      cumple desde hace muchos años, gracias a que aquí existía un programa de 
      especialización en Medicina Intensiva al que cada vez se parecen más los 
      que se hacen en el resto del mundo. Y no permanecemos parados, en la 
      actualidad se está llevando a cabo una modificación del programa de 
      formación en la especialidad de Medicina Intensiva que actualiza los 
      conocimientos, técnicas y habilidades requeridos para ejercer esta parcela 
      de la Medicina, y garantizará la óptima capacitación de los profesionales 
      que atienden a los enfermos graves. 
      La Intensive Care 
      Society del Reino Unido es un ejemplo de cómo los condicionantes 
      de cada país modelan los tiempos y los modos en que se accede a la 
      atención y la formación médica especializadas. En su web presenta un 
      interesante documento titulado "Evolution of Intensive Care in the UK" 
      (12). Su flamante nueva especialidad, desde junio de 1999, es la evolución 
      necesaria en su sistema sanitario, con fuertes limitaciones 
      presupuestarias en las últimas dos décadas y hasta hace bien poco, después 
      de recorrer un largo camino, desde la época en que se vio la conveniencia 
      de agrupar los enfermos graves en una unidad separada donde vigilarles y 
      suministrarles terapia respiratoria, hasta la actualidad, en que se 
      considera al enfermo crítico, allá donde se encuentre, como el sujeto al 
      que hay que prestar una atención de calidad por médicos expertos en su 
      manejo. En este documento se reconoce cómo los conflictos de intereses con 
      las especialidades tradicionales de Cirugía, Medicina y Anestesia han 
      retrasado el desarrollo de una formación y titulación adecuadas en 
      Cuidados Intensivos, lo que ha venido unido a una escasez de camas de 
      Cuidados Intensivos, y solo recientemente han venido a paliarse ambos 
      problemas, tanto la titulación de los profesionales como la existencia de 
      camas para enfermos graves. 
      Con las herencias recibidas por sus propios 
      condicionantes históricos, con sistemas sanitarios muy distintos, con 
      inversiones e infraestructuras sanitarias muy desiguales, con rigideces e 
      intereses corporativos velados o explícitos, en cada país se avanza, a 
      ritmos distintos y por caminos diversos, hacia el futuro incuestionable de 
      la especialidad primaria de Medicina Intensiva. 
      No solo existe el problema de la formación y la 
      acreditación de la especialidad de Medicina Intensiva, sino también, y más 
      importante, el de la ubicación y la calidad de los cuidados que reciben 
      los enfermos graves. Se ha señalado que en la actualidad los enfermos 
      críticos constituyen un porcentaje considerable de los pacientes 
      ingresados en el hospital, que podría rondar el 40% (JL Vincent, 
      Bruselas 2002, comunicación personal). En cierta medida los hospitales se 
      van convirtiendo, cada vez más, en grandes Unidades de Cuidados 
      Intensivos, Cuidados Intermedios y Cuidados Especiales. Ya nadie se 
      extraña de que todas las camas del hospital tengan tomas de oxígeno y 
      vacío, o de encontrar en la mesita o en la cabecera un pulsioxímetro o un 
      monitor de ritmo cardiaco. Los enfermos hospitalizados son cada vez más 
      graves, requieren más atención y vigilancia. Se aprecia la importancia de 
      contar con una adecuada dotación de enfermería, que supone la diferencia 
      entre una hospitalización más corta y favorable o una estancia larga y 
      salpicada de complicaciones evitables, o muertes evitables. Los más 
      atrevidos pautan dopamina, incluso noradrenalina, o intentan manejar a sus 
      enfermos con disfunción multiorgánica, muchas veces sin ni siquiera avisar 
      al intensivista. Proliferan las unidades de Cuidados Intermedios o 
      Especiales,  y a veces solo se llama al intensivista desde ellas 
      cuando el fracaso de órganos está ya establecido y es irreversible. Los 
      intensivistas, como se ha dicho, debemos abandonar nuestra torre de marfil 
      y salir a las plantas a atender a los enfermos graves. Es una labor nueva, 
      necesaria, en la que debemos colaborar con el resto de los profesionales 
      del hospital. No podemos pretender atender a todos los enfermos graves en 
      nuestra UCI, ni podemos pretender no atender a los enfermos graves si no 
      los ingresamos en nuestra UCI, ni podemos permitir que se trate de manera 
      inadecuada a los enfermos graves fuera de la UCI. 
      Referencias: 
      
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        Brown D, Ravenscraft S, Weinert C.
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        [PDF 
        453K]
 
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        Institute of Medicine 2000. To err is human: Building a safer health 
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        LeapFrog Group. ICU Physician Staffing Fact Sheet. [PDF 
        52K]
 
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        Pronovost PJ, Angus DC, Dorman T, Robinson KA, Dremsizov TT, Young TL. 
        Physician staffing patterns and clinical outcomes in critically ill 
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        [PDF]
 
       
      Eduardo Palencia Herrejón 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu. 
      Agosto 
      2003. 
      Palabras clave: Cuidados Intensivos, 
      Especialistas en Medicina Intensiva, Dotación de personal, Estancia, 
      Mortalidad, Pronóstico. 
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