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      Tratamiento de la embolia pulmonar 
      "masiva" 
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      La embolia pulmonar (EP) es una patología muy frecuente en la práctica 
      clínica, y conlleva una elevada morbilidad y mortalidad. Aunque no se 
      conoce su verdadera incidencia, ya que se ha observado que sólo se 
      diagnostican previamente de forma correcta la tercera parte de los 
      enfermos que fallecen de EP, en Estados Unidos se ha estimado que se 
      producen más de 600.000 casos nuevos  al año, causando o 
      contribuyendo a un número de muertes que van desde 50.000 a 200.000, con 
      un 15% de mortalidad intrahospitalaria (1, 2). La incidencia anual 
      estimada en Europa Occidental oscila entre los 60.000 casos de Italia y 
      España, y los 100.000 de Francia (3, 4). 
      A pesar de que la instauración del tratamiento 
      anticoagulante se ha acompañado de un descenso de la mortalidad en la EP 
      (5), el reciente registro de pacientes "International Cooperative Pulmonary 
      Embolism 
      Registry" (ICOPER) cifra la tasa de mortalidad a los tres meses  
      en un 15% de los casos (6), y además, tampoco ha disminuido durante los 
      últimos tres decenios la prevalencia de EP halladas en las necropsias, 
      quizás por la mayor longevidad alcanzada durante ese lapso de tiempo (3). 
      
      Pregunta
      nº 1: 
      Respecto al tratamiento de primera elección de este paciente, ¿cuál de las 
      siguientes opciones es la más correcta? 
      
        - 
          
Anticoagulación con heparina  
        - 
          
Fibrinolisis inmediata con rt-PA seguida de 
          anticoagulación con heparina  
        - 
          
Trombectomía quirúrgica  
        - 
          
Fragmentación endovascular del trombo y 
          fibrinolisis local  
       
      La respuesta correcta es 
      la b) Fibrinolisis inmediata con rt-PA seguida de anticoagulación con 
      heparina. 
      El tratamiento en la EP varía en función de la 
      gravedad del proceso, forma de presentación y patología subyacente del 
      paciente. En líneas generales la anticoagulación continúa siendo la piedra 
      angular del tratamiento, con unas indicaciones establecidas de un modo muy 
      preciso, mientras que la fibrinolisis genera aún gran controversia. 
      En los últimos 30 años se ha visto que en pacientes con 
      EP con inestabilidad hemodinámica o shock (situación que se 
      presenta en nuestro caso clínico) la mortalidad es de tres a siete veces 
      mayor, independientemente del 
      tratamiento recibido (7). Así, la presencia de inestabilidad hemodinámica 
      o shock ha sido definida como el umbral o punto discriminador para la 
      administración de fibrinolisis, a pesar de que múltiples estudios 
      prospectivos no han conseguido demostrar ningún resultado de mortalidad 
      superior frente a la anticoagulación. 
      El uso de fibrinolíticos en la EP que se acompaña de shock 
      se basa en los hallazgos del UPET (8), que analizó 160 pacientes en 1970, 
      describiendo mayor grado de reperfusión pulmonar y estabilización 
      hemodinámica a las 24 horas de tratamiento en el grupo que recibió 
      urokinasa comparado con el de anticoagulantes, pese a no encontrar 
      diferencias evolutivas de mortalidad o de EP recurrentes entre los dos 
      grupos. Posteriormente, en 1995, Jerges-Sánchez realizó un pequeño estudio 
      de ocho pacientes con EP e inestabilidad hemodinámica (9), encontrando 
      que los cuatro que recibieron fibrinolíticos sobrevivieron y los cuatro 
      que recibieron heparina murieron, cuya interpretación debe hacerse con 
      precaución, porque los pacientes del primer grupo fueron tratados con 
      fibrinolíticos en las primeras cuatro horas del comienzo del cuadro 
      mientras que los del segundo grupo presentaron EP recurrente con 
      insuficiencia 
      respiratoria grave a pesar de recibir heparina previamente. El estudio se 
      suspendió por razones éticas, tras haber incluido y analizado sólo ocho de 
      los cuarenta enfermos previstos. Este ha sido el único estudio que ha 
      encontrado una reducción de la mortalidad en la EP masiva tratada con 
      fibrinolíticos. 
      Se han estudiado las relaciones entre la extensión 
      anatómica de la EP y la aparición de shock, sin que se haya conseguido 
      encontrar una correlación de utilidad clínica para guiar las decisiones 
      terapéuticas. Desde el punto de vista anatómico, se han propuesto múltiples definiciones 
      de EP masiva, como aquélla que provoca una obstrucción superior al 
      40% del árbol vascular pulmonar, determinada por arteriografía o gammagrafía, 
      o bien un defecto de perfusión que afecte a dos o más lóbulos, o la 
      obstrucción de una rama pulmonar principal. Sin embargo, en varios 
      estudios se ha visto que la EP masiva, a menos que se acompañe de shock, 
      no se asocia a un incremento de la mortalidad y que la mayoría de los 
      pacientes con EP anatómicamente masiva no presentan shock (8, 10). 
      Existen otras situaciones en que se ha propuesto el 
      tratamiento fibrinolítico sin pruebas que lo avalen, 
      como son la EP estable en pacientes con una reserva funcional disminuida por enfermedad 
      cardiaca o respiratoria previas, o la EP submasiva (que discutiremos más 
      adelante). 
      Otra opción terapéutica a tener en cuenta en los casos 
      de EP masiva (con shock) son las técnicas invasivas (trombectomía 
      quirúrgica o endovascular). Su indicación se basa en la elevada mortalidad 
      de esta situación, por encima del 30% en las distintas series 
      (11), produciéndose dos de cada tres muertes en la primera hora de 
      evolución (12, 13), porl o que se requiere llevar a cabo una actuación diagnóstica y 
      terapéutica rápidas para salvar la vida del enfermo. No se ha definido, ni 
      es probable que se haga, en qué situaciones podría ser preferible el 
      tratamiento invasivo en vez de la fibrinolisis, a excepción de los casos 
      en que la fibrinolisis está claramente contraindicada. 
      Tradicionalmente se realizaba trombectomía quirúrgica, 
      asociada o no a fibrinolisis, pero este procedimiento terapéutico, 
      utilizado como último recurso en situaciones agudas y como tratamiento de 
      la hipertensión pulmonar debida a tromboembolismo pulmonar crónico, presenta una 
      elevada tasa 
      de mortalidad (14). Actualmente la angiografía, además de proporcionar un 
      diagnóstico rápido, permite monitorizar la presión venosa central y 
      realizar técnicas invasivas tales como la fragmentación, tromboaspiración, 
      fibrinolisis “in situ” e implantación de filtro de vena cava inferior, 
      todo ello en el mismo procedimiento y con control inmediato de los 
      resultados. 
      Desgraciadamente hemos de tener en cuenta que no se 
      dispone de dichas técnicas invasivas en muchos hospitales o, a pesar de 
      disponer de ellas, no se cuenta con demasiada experiencia de uso ni con la 
      adecuada rapidez de acceso que sería necesaria para aprovechar sus 
      ventajas teóricas. 
      En nuestro caso, nos encontramos con una EP 
      anatómicamente masiva (TC helicoidal), acompañada de shock, y con muy 
      escasa reserva funcional por patología pulmonar previa, por lo que creemos 
      que la indicación de tratamiento fibrinolítico frente al más conservador 
      de heparina, queda fuera de toda duda. 
      
      Pregunta
      nº 2: 
      Respecto al uso de fibrinolíticos en la embolia pulmonar, ¿cuál de las siguientes 
      afirmaciones es verdadera? 
      
        - 
          
La administración de bolo de rt-PA es más efectiva 
          que la infusión durante dos horas  
        - 
          
El rt-PA reduce la mortalidad en mayor medida que 
          la urokinasa o la estreptokinasa  
        - 
          
Los fibrinolíticos producen una lisis del trombo 
          más rápida que la anticoagulación  
        - 
          
La tasa de complicaciones hemorrágicas de los 
          fibrinolíticos es en la embolia pulmonar similar a la de la anticoagulación 
          con heparina  
       
      La respuesta correcta 
      es c) Los fibrinolíticos producen una lisis del trombo más 
      rápida que la anticoagulación. 
      Las tres únicas pautas terapéuticas de fibrinolisis 
      aprobadas hasta el momento por la FDA son las siguientes: 
      
        - 
        
Estreptoquinasa (SK): bolo de 250.000 UI a pasar en 
        30 minutos, y a continuación perfusión de 100.000 UI/h, durante 24 horas 
        (1977).  
        - 
        
Uroquinasa (UK): bolo de 4.400 UI/kg a pasar en 10 
        minutos, siguiendo luego con perfusión de 4.400 UI/kg/h durante 12 horas 
        (1978).  
        - 
        
Activador tisular del plasminógeno (rt-PA): 100 mg en 
        perfusión durante 2h (1990).  
       
      No parecen existir diferencias entre los distintos 
      fibrinolíticos en cuanto a su efectividad o seguridad  si se utilizan a 
      las dosis aprobadas (15). Algunos estudios han mostrado que el rt-PA 
      produce mayor rapidez en la lisis del trombo y mejoría hemodinámica en las 
      primeras horas comparado con UK o SK, pero estas diferencias no se 
      mantienen pasadas 12 ó 24 horas (16, 17, 18). Tampoco se han encontrado 
      diferencias significativas en cuanto a mortalidad o riesgo de hemorragia. 
      En la actualidad, el más utilizado de los tres 
      regímenes terapéuticos es el rt-PA, dada la comodidad que supone la escasa 
      duración de su perfusión. Partiendo de la base teórica de que perfundir el 
      fibrinolítico en períodos más cortos de tiempo conseguiría alcanzar 
      concentraciones mayores de fármacos en sangre, que provocarían mayor lisis 
      del trombo con menor riesgo de hemorragia, se han utilizado bolos de rt-PA 
      comparados con el régimen de dos horas, sin demostrar mayor eficacia ni 
      seguridad sobre dicha pauta (19). 
      Los fibrinolíticos han demostrado (mediante 
      angiografía, TAC helicoidal, parámetros hemodinámicos o ecocardiografía) 
      producir una lisis del trombo más rápida comparada con la heparina en 
      múltiples estudios excepto en dos (20), pero ninguno de ellos ha 
      demostrado diferencias en el grado de resolución de la embolia después de 
      cinco a siete días. 
      Éstas y otras posibles ventajas de la terapia fibrinolítica 
      deben ser contrabalanceadas por el mayor riesgo de hemorragia cuando se 
      compara con el tratamiento con heparina. La incidencia de hemorragia "mayor" oscila 
      entre el 6,3 y 11,9% con los fibrinolíticos frente a un 1,8% con heparina (19). La complicación más importante y peligrosa es la 
      hemorragia intracraneal, con una incidencia en la EP tratada con 
      fibrinolíticos de 1,2%, tras ser 
      revisados 18 estudios aleatorizados con un total de 896 pacientes que 
      recibieron terapia trombolítica (19). 
      
      
      Pregunta nº 3: 
      Respecto las diferentes estrategias terapéuticas en la embolia pulmonar, ¿cuál de las 
      siguientes opciones es verdadera? 
      
        - 
          
Existe amplio consenso en la indicación de 
          fibrinolisis en la EP estable en pacientes con enfermedad cardiaca o 
          respiratoria previa  
        - 
          
Se ha demostrado una disminución de la mortalidad 
          en la EP submasiva tratada con fibrinolíticos respecto a la 
          anticoagulación  
        - 
          
La fragmentación mecánica solo está indicada cuando 
          existe contraindicación para la fibrinolisis  
        - 
          
La colocación de filtro en vena cava inferior está 
          indicada en la EP recurrente a pesar de una correcta 
          anticoagulación  
       
      La respuesta correcta es 
      la d) La colocación de filtro en vena cava inferior está indicada en la EP recurrente a pesar de una correcta anticoagulación. 
      La EP abarca un amplio espectro de cuadros clínicos, que 
      van desde los episodios embólicos que apenas causan repercusión clínica hasta 
      los que conducen al shock o incluso a la muerte. Estas 
      diferencias han motivado la necesidad de estratificación de estos pacientes según 
      niveles de riesgo dejando atrás los criterios anatómicos. Parecen no 
      existir dudas acerca de la indicación de fibrinolisis en la EP hemodinámicamente inestable, 
      y que en la EP con estabilidad hemodinámica  la evolución es favorable con 
      anticoagulación sola, sin justificarse la necesidad de someter a estos 
      pacientes al riesgo de complicaciones hemorrágicas que supone la terapia 
      fibrinolítica, que por otra parte no reduce la mortalidad (8). 
      La polémica surge ante un amplio subgrupo de EP con 
      cifras tensionales mantenidas pero con signos ecocardiográficos de 
      disfunción de ventrículo derecho (EP submasiva), que llega a alcanzar 
      hasta un 40% del total de las EP en algunas series, constituyendo un área 
      intermedia entre la enfermedad leve y la afectación hemodinámica 
      mayor (6). 
      Goldhaber et al publicaron en 1993 los resultados de un 
      ensayo prospectivo, aleatorizado, en el que estudió 101 enfermos con EP y 
      estabilidad hemodinámica, realizándoles a todos ellos una ecocardiografía 
      previa al inicio del tratamiento, que se repitió a las 3 y 24 horas, 
      observando a los 14 días cinco EP recurrentes, dos de ellos mortales, en 
      el subgrupo de 18 pacientes con disfunción de VD tratados con heparina 
      versus ninguna EP recurrente en el subgrupo de disfunción de VD 
      tratados con rt-PA. Aunque estas diferencias no fueron estadísticamente 
      significativas (p = 0,06), quizás por el tamaño muestral, permitieron 
      expresar al autor que este subgrupo de EP se beneficiaría del tratamiento fibrinolítico (21). Años más tarde, Kasper sugiere que la detección 
      ecocardiográfica de aumento de postcarga de VD en enfermos con TA estable 
      es un determinante de peor pronóstico (22), y Konstantinides, analizando 
      los resultados del registro MAPPET aprecia que a los 30 días en los 
      pacientes tratados con fibrinolíticos la mortalidad fue de 4,7%, mientras 
      que en los que recibieron heparina fue del 11,1%, mientras que la tasa de 
      EP recurrentes fue del 18% con heparina y del 7,7% con fibrinolíticos (23). Este artículo fue el primero en 
      encontrar una mejoría 
      de la supervivencia en el uso de fibrinolíticos en la EP 
      submasiva, reforzando los razonamientos de Goldhaber. Pese a ello, los 
      resultados fueron cuestionados, ya que el grupo de 
      enfermos que recibió heparina era de mayor edad y tenía más patología 
      cardiaca y/o respiratoria de base, factores que podrían haber influenciado 
      su mayor mortalidad. 
      Recientemente, en el año 2002, Konstantinides et al 
      publicaron un estudio, el MAPP-3, comparando el rt-PA con la 
      heparina en pacientes con EP submasiva, sin que se encontraran ventajas 
      clínicas relevantes con el tratamiento fibrinolítico (24). En dicho 
      estudio no se encontraron diferencias en la mortalidad ni en la necesidad 
      de drogas vasoactivas, ventilación mecánica o RCP, aunque un porcentaje 
      mayor de los tratados con heparina recibieron fibrinolisis secundaria. A 
      pesar de la disfunción ecocardiográfica de ventrículo derecho, utilizada 
      para definir la embolia pulmonar submasiva, la mortalidad hospitalaria fue 
      muy baja en ambos grupos, del 3,4% con alteplasa y del 2,2% con heparina 
      (diferencia no significativa). Queda por tanto sin definir si existe algún 
      subgrupo de pacientes con embolia pulmonar no masiva (sin shock) que 
      pudiera beneficiarse del tratamiento fibrinolítico. Recientemente, se han 
      publicado varios estudios que sugieren la utilidad de la determinación de 
      troponina para identificar a los pacientes de alto riesgo, en los que 
      estaría indicado evaluar la utilidad del tratamiento fibrinolítico 
      mediante ensayos clínicos aleatorizados. 
      Respecto al tratamiento intervencionista de la EP, la 
      técnica más apoyada en la actualidad es la fragmentación endovascular del 
      trombo. Con ella se consigue dispersar el émbolo central hacia las ramas 
      vasculares periféricas, mejorando así la perfusión y disminuyendo la 
      presión pulmonar, estabilizando secundariamente la situación hemodinámica 
      del paciente. 
      Dicha técnica estaría indicada ante una EP masiva con 
      inestabilidad hemodinámica en  la que exista contraindicación absoluta para 
      el tratamiento anticoagulante y/o fibrinolítico (o si se dispone de dichas 
      técnicas invasivas con fácil acceso en el hospital) o tras tratamiento 
      médico agresivo (fibrinolíticos) que resulte ineficaz (25). 
      El uso de filtros de vena cava inferior no tiene 
      contraindicaciones, ya que su mortalidad es casi nula, pero presentan una 
      morbilidad apreciable, debiendo 
      recurrirse a ellos de forma restringida, siempre tras 
      demostrar la existencia de trombosis en venas tributarias de la vena cava inferior, en la 
      enfermedad tromboembólica venosa con contraindicación absoluta para la 
      anticoagulación y ante fenómenos embólicos recurrentes a pesar de una 
      correcta anticoagulación. También debe considerarse la colocación de 
      filtro en la EP masiva con compromiso hemodinámico; en pacientes con 
      función cardiopulmonar comprometida, en los que la recurrencia de 
      embolismos acarrearía una muy elevada mortalidad; en aquellos pacientes en 
      los que se realiza embolectomía pulmonar; ante embolismos paradójicos por 
      la presencia de foramen oval permeable y en embolismos pulmonares sépticos 
      a partir de miembros inferiores o venas pélvicas. Por último, son 
      indicaciones relativas los pacientes neoplásicos con trombosis venosa de 
      riesgo y aquellos pacientes de alto riesgo sometidos a cirugía 
      abdominopelviana sin EP previa (26). 
      Respuestas a las 
      preguntas de autoevaluación 
      Pregunta nº 1- La respuesta correcta es la b) Fibrinolisis 
      inmediata con rt-PA seguida de anticoagulación con heparina. 
      Pregunta nº 2- La respuesta correcta es la c) Los 
      fibrinolíticos han demostrado una lisis del trombo más rápida que la 
      anticoagulación en los primeros días. 
      Pregunta nº 3- La respuesta correcta es 
      la d) La colocación de filtro de vena cava inferior estaría indicado ante 
      TEP recurrente a pesar de una correcta anticoagulación. 
      
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      completo PDF] 
         
       
      Patricia Santa Teresa Zamarro 
      Eduardo Palencia Herrejón 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Mayo-Julio 2003. 
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