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      Insuficiencia
      respiratoria crónica agudizada, ventilación mecánica invasiva y
      factores pronósticos 
      La enfermedad pulmonar obstructiva crónica
      (EPOC) es una de las causas más frecuentes de morbilidad y mortalidad en
      todo el mundo. Su prevalencia en España supone el 10% de las personas
      entre 40 y 70 años (1).
      Según la OMS la prevalencia y la mortalidad de la EPOC van a seguir
      aumentando en los próximos 20 años, calculándose que para el año 2020
      la EPOC pasará a ser de la duodécima a la quinta enfermedad más
      frecuente del mundo y de la sexta a la tercera causa más frecuente de
      muerte (2). 
      La insuficiencia respiratoria aguda
      (IRA) constituye una complicación frecuente de los enfermos con EPOC que
      en ocasiones puede hacer necesario su ingreso en la UCI y la aplicación
      de ventilación mecánica invasiva. Sin embargo excepto en situaciones de
      extrema urgencia, parece existir una general tendencia a evitarla, debido
      a la supuesta elevada mortalidad y a la posibilidad de ventilación-dependencia
      de estos pacientes. 
      La mortalidad hospitalaria de la EPOC
      tras la aplicación de ventilación mecánica oscila entre el 14% y el 61%
      (3-20). Desafortunadamente, los
      estudios disponibles sobre su mortalidad tienen muchas limitaciones
      relacionadas fundamentalmente con diferencias en la gravedad de la
      enfermedad de los grupos de estudio, la ausencia de criterios
      estandarizados para la indicación de ventilación mecánica y la inclusión
      de pacientes con causas de IRA diferentes a la reagudización (21,
      22). 
      Desde hace más de dos décadas se
      han buscado variables asociadas al pronóstico en pacientes con EPOC. En
      trabajos clásicos se valoró la gravedad de la IRA en función del valor
      del pH (4, 23),
      considerándose ésta una variable importante asociada a la
      mortalidad, pero que no se confirmó en estudios posteriores. Otras
      variables con las que se ha encontrado una relación con el pronóstico
      han sido la necesidad de
      ventilación mecánica, la
      edad (16, 24, 25),
      el volumen espiratorio forzado en un segundo (FEV1) (11,
      20), los niveles de albúmina (20, 24,
      26) y sodio séricos (20, 26),
      el cociente presión arterial de oxígeno/fracción inspirada de oxígeno
      (PaO2/FiO2), el índice de masa corporal, el cor
      pulmonale (24), el estado funcional (3,
      5, 6, 11, 23,
      24), los infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax
      en el momento de la intubación (14), y la coexistencia
      de otras enfermedades (comorbilidad) (25). Otros
      (9, 15) sin
      embargo no han podido identificar factor aislado alguno con valor
      predictivo sobre la mortalidad. 
      Nevins et al (27)
      recientemente han publicado el último trabajo dirigido a la búsqueda de
      variables de predicción en este grupo de enfermos. Llevaron a cabo un
      estudio prospectivo sobre una muestra de 166 enfermos con EPOC que
      precisaron ventilación mecánica invasiva por IRA. El estudio se realizó
      durante un periodo de cuatro años y se incluyeron pacientes con el diagnóstico
      de EPOC determinado por pruebas de función respiratoria (PFR) cuando
      estuvieron disponibles o por criterios clínicos. Los criterios de
      intubación no estuvieron protocolizados y la etiología de la IRA fue
      clasificada como sigue: de origen respiratorio (reagudización, neumonía,
      Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo –SDRA-, etc), cardiacas
      (insuficiencia cardiaca, infarto agudo de miocardio, parada cardiaca,
      etc), otras (hemorragia digestiva, sepsis, accidente cerebrovascular, etc)
      o cualquier combinación de ellas. 
      La mortalidad hospitalaria total de
      la cohorte fue del 28% (n= 46). Encontraron que la presencia de un APACHE
      II  elevado, niveles de albúmina
      sérica y hematocrito bajos, y FEV1/FVC altos se asociaron con
      una mayor mortalidad hospitalaria. Además los pacientes que fallecieron
      estuvieron más tiempo en ventilación mecánica que los supervivientes.
      En el análisis multivariante se encontró que la ventilación mecánica
      > 72 horas, junto con la presencia de malignidad y de comorbilidad
      asociada a APACHE II fueron factores predictores del resultado. Entre los
      pacientes que previamente tenían PFR, no se encontró diferencia en la
      mortalidad entre aquellos con un FEV1<30% y los que
      presentaron un menor grado de obstrucción. 
      El citado estudio es uno de los más
      amplios realizados hasta el momento pero desafortunadamente repite algunas
      de las deficiencias metodológicas ya presentadas en trabajos previos lo
      cual hace que sus resultados sean cuestionables. 
      Los criterios de inclusión fueron
      menos rigurosos que los utilizados en otros estudios. Solo el 34% de los
      enfermos tenían PFR realizadas en los dos años previos a su ingreso. El
      resto fueron incluidos como EPOC según criterios clínicos. 
      En lo que respecta a la muestra
      estudiada, se diferenció entre pacientes con reagudización (definida
      como aumento en la disnea con o sin tos y producción de esputo con o sin
      evidencia concomitante de neumonía), y pacientes no reagudizados en los
      que las causas de IRA-ventilación mecánica fueron diversas lo que hace
      que muchos de los resultados obtenidos puedan estar condicionados o
      sesgados por esta heterogenidad de la muestra. Así,
      y a diferencia de lo publicado en otros trabajos (11,
      20), encontraron como
      factor asociado a la mortalidad hospitalaria la gravedad de la enfermedad
      aguda más que la importancia de la enfermedad de base, sin embargo en el
      grupo de pacientes no reagudizados se incluyeron procesos tales como SDRA,
      sepsis, etc con cifras de mortalidad hospitalaria que por sí mismas
      pueden llegar a alcanzar el 60% (28, 29). 
      No
      encontraron relación entre el valor del FEV1 y la mortalidad
      hospitalaria, pero solo aproximadamente un tercio de todos los pacientes
      estudiados tenían previamente a su ingreso PFR y no se detalló en qué
      porcentaje de ellos la causa de ventilación mecánica era la reagudización.
      Aunque las PFR son de ayuda para determinar fundamentalmente el pronóstico
      a largo plazo, también se ha encontrado en otros estudios con muestras más
      homogéneas y criterios más estrictos de selección la asociación del
      FEV1 con la mortalidad hospitalaria (11, 20). 
      Controvertida es también la asociación
      encontrada entre los índices de gravedad general APACHE II y SAPS con la
      mortalidad. En estudios en los que se ha evaluado la asociación de
      sistemas de puntuación general como APACHE en grupos específicos de
      patologías no se ha encontrado un valor pronóstico de este tipo de
      sistemas de puntuación. Trabajos realizados con muestras más homogéneas
      (20, 26) que la estudiada por Nevins
      et al (27) han encontrado una inconsistente correlación
      entre APACHE II y SAPS y la mortalidad en pacientes con EPOC. Los índices
      de gravedad generales suelen ser muy específicos (predicción de
      supervivencia: 90%) pero no muy sensibles (menos exactos en la predicción
      de la muerte: 50-70%) (30), y no se han recomendado para
      establecer predicciones en grupos específicos (31). 
      Coinciden con otros trabajos (20,
      24, 26) en destacar la importancia de
      la albúmina sobre el pronóstico, asociación que viene a subrayar la
      importancia del estado nutricional en estos enfermos. Ya clásicamente
      Vandenbergh et al (32) demostraron que los pacientes con
      EPOC que presentaban pérdida de peso tenían una menor supervivencia que
      los que mantenían su peso estable. Cabré et al (33)
      demostraron una correlación directa entre cifras de albúmina sérica y
      parámetros de función respiratoria y Laaban et al (34)
      encontraron malnutrición en el 60% de los pacientes con EPOC e IRA siendo
      más frecuente en los que precisaron ventilación mecánica con una
      disminución en los niveles de albúmina, prealbúmina y proteína ligada
      al retinol. También la comorbilidad y la ventilación mecánica
      prolongada han sido factores encontrados en otros estudios y curiosamente
      han encontrado una mayor supervivencia en aquellos pacientes que
      previamente habían sobrevivido a otros episodios de ventilación mecánica. 
      En conclusión, se puede decir que
      los resultados obtenidos por Nevins et al (27) van a
      formar parte del conjunto de los obtenidos en diferentes trabajos, pero
      evidentemente sin poder llegar a establecer conclusiones definitivas. Se
      necesitan amplios estudios con poblaciones homogéneas y criterios de
      inclusión más estrictos para analizar qué factores pueden identificar
      pacientes con EPOC reagudizado de pronóstico desfavorable cuando precisan
      ventilación mecánica. En el momento actual no disponemos de evidencia
      para discriminar a este tipo de enfermos y solo la irreversibilidad de la
      enfermedad o enfermedades asociadas (criterios similares aplicados a otros
      tipos de pacientes ingresados en la UCI), o los deseos del propio enfermo
      tras una correcta y objetiva información ofrecida por su médico pueden
      ser criterios de exclusión. 
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      ©REMI, http://remi.uninet.edu
      . Julio 2001. 
      Palabras
      clave: EPOC, Ventilación mecánica, Pronóstico.
       
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