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      Monitorización
      del bloqueo neuromuscular en pacientes
      críticos 
      Los
      pacientes ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos son con
      diferencia, los más intensa y continuamente monitorizados de todos los
      pacientes hospitalizados. Monitorizamos sus signos vitales así como la
      mayoría de los fármacos que administramos. Las catecolaminas son
      ajustadas a variables hemodinámicas; las dosis de antibióticos,
      anticonvulsionantes, y broncodilatadores son ajustadas por niveles sanguíneos
      y administramos sedantes guiados por escalas de sedación. Sin embargo, la
      contradicción surge con el uso de los bloqueantes neuromusculares.
      Diferentes encuestas reflejan que sólo entre el 8% y el 21% de las
      Unidades de Cuidados Intensivos emplean neuroestimuladores para controlar
      la administración prolongada de BNM (1, 2). 
      Este tipo de monitorización es un hecho rutinario en el acto anestésico,
      y por tanto es difícil de explicar su ausencia cuando los BNM se
      administran de forma prolongada o a pacientes con mayor riesgo de
      presentar complicaciones con dichos fármacos. 
      Muchas
      son las razones que justifican esta necesidad de monitorización: la gran
      variabilidad interpersonal en las dosis necesarias para alcanzar un mismo
      nivel de bloqueo, la alteración del metabolismo de los BNM en presencia
      de FMO, el acúmulo de metabolitos, la aparición de tolerancia, las
      frecuentes interacciones medicamentosas y la presencia de alteraciones
      hidroelectrolíticas que pueden modificar las respuestas a los BNM (3). 
      No
      podemos olvidar que en los últimos años ha aumentado de forma
      significativa el empleo de estos fármacos en los pacientes críticos. Las
      nuevas técnicas de ventilación en el SDRA ( relación invertida,
      hipercapnia permisiva, decúbito prono) que exigen una completa adaptación
      del paciente al respirador, difícilmente conseguible sólo con sedantes y
      analgésicos, explican este incremento. Además es frecuente su empleo en
      pacientes ventilados con presión intracraneal elevada, en los sometidos a
      hipotermia y en los pacientes con estatus asmático refractario a fármacos
      broncodilatadores. 
      Paralelamente
      al aumento en el empleo de estos fármacos, han surgido numerosas
      publicaciones sobre las complicaciones que presentan los pacientes críticos
      cuando se administran BNM de forma repetida o continua (4).
      La aparición de parálisis de corta duración, de horas a pocos días,
      refleja una acumulación del BNM o de sus metabolitos con persistencia de
      sus efectos una vez suspendida su administración (5).
      Esta complicación podría ser evitable con una correcta monitorización
      durante su administración. Sin embargo hay otro tipo de parálisis,
      impredecible en su aparición y de carácter más grave ya que produce
      cuadros prolongados, de hasta varios meses de duración, de tetraparesias
      flácidas que dificultan la desconexión del paciente del respirador y
      provocan largas estancias en la UCI. Aunque la patogenia de estas
      complicaciones no se conoce, el probable exceso de bloqueo neuromuscular
      somete al músculo a una profunda denervación farmacológica y le hace más
      vulnerable a otros factores miotóxicos y por tanto a la aparición de
      estas graves miopatías. La monitorización del bloqueo neuromuscular al mínimo
      nivel de profundidad indispensable puede disminuir de forma importante la
      incidencia de estas complicaciones. 
      El
      método más recomendado para valorar la profundidad del bloqueo durante
      la administración de los BNM es el tren de 4 (TOF), que consiste en la
      aplicación con un neuroestimulador de 4 estímulos eléctricos supramáximos
      con intervalo de 0,5 seg. sobre un nervio periférico (6,
      7). En condiciones normales este estímulo produce 4
      contracciones iguales en la zona muscular dependiente del nervio
      estimulado. En presencia de BNM y según el grado de bloqueo producido se
      observan 4 respuestas decrecientes, o la progresiva desaparición de las
      respuestas, con presencia de 3 (75% de bloqueo), 2 (80%), 1 (90%) o
      ninguna (mas de 90% de bloqueo). En caso de observar las 4 respuestas
      decrecientes o con agotamiento, la amplitud de la cuarta respuesta con
      relación a la primera se conoce como relación T4/T1. Cuando la relación
      T4/T1 es mayor del 70% prácticamente no existe bloqueo residual. La
      valoración de las respuestas al TOF puede realizarse de forma visual, táctil
      o con el uso de dispositivos que nos informen gráficamente del número de
      respuestas y de la relación T4/T1.
      La valoración visual y táctil pierde sensibilidad, sobre todo para
      discernir el agotamiento cuando se objetivan las cuatro respuestas. Los
      dispositivos tipo mecanogramas o electromiogramas son relativamente
      engorrosos para usarlos en las UCIS. En cambio los acelerogramas, tipo
      TOF-GUARDâ, son más sencillos y
      objetivos para valorar las mencionadas respuestas y probablemente son los
      monitores-neuroestimuladores de elección (8). Si no
      disponemos de estos monitores acelerogramas, y como la valoración visual
      y táctil del TOF tiene limitaciones para discernir, en presencia de las 4
      las respuestas, el grado de agotamiento y la relación entre ellas, cuando
      valoremos la recuperación del bloqueo al suspender los fármacos parece
      mas útil la estimulación en doble ráfaga (DBS) (6).
      Esta consiste en la aplicación de dos estimulaciones cortas tetánicas o
      ráfagas, separadas en 750 mseg cada una, con 3 estímulos supramaximales
      de 0,2 mseg de duración. Cuando estas respuestas son iguales visualmente
      podemos asegurar que no existe bloqueo neuromuscular. 
      La
      mayoría de los autores coinciden en la recomendación de estimular el
      nervio cubital valorando las respuestas en el aductor corto del pulgar (6,
      7). Para conseguir una adecuada estimulación del nervio
      cubital es importante que la zona de monitorización esté muy seca, sin
      edema, y a una temperatura mayor de 32ºC, por lo que es recomendable
      elevar el brazo y mantenerlo protegido de la temperatura exterior. Los
      electrodos del neuroestimulador deben situarse en el lado interno de la muñeca,
      el distal a 1 cm del punto donde el pliegue proximal de flexión cruza el
      lado radial del tendón del flexor superficial de los dedos. El proximal
      se colocará a 2-3 cm del distal, en el recorrido del cubital. El cambio
      de electrodos se debería realizar cada 12 horas. 
      El
      grado de bloqueo neuromuscular que se busca en el paciente crítico se
      podría definir como aquel que asegura la ausencia de movimientos diafragmáticos
      y por tanto la ausencia de tos tanto espontánea o tras una estimulación
      traqueal. El objetivo por tanto sería el conseguir el mínimo grado de
      bloqueo que nos asegure este fin, evitando la administración de dosis
      excesivas que puedan producir efectos indeseables. Probablemente la
      administración de menos cantidad de BNM y el mantenimiento de niveles de
      bloqueo poco profundos incida en la disminución de los efectos
      secundarios en los que están implicados estos fármacos. En el momento
      actual no existen estudios en pacientes críticos que hagan referencia a
      cual es este nivel de profundidad mínimo. En los estudios comparativos
      entre BNM administrados de forma continua los objetivos de profundidad
      buscados eran diferentes, oscilando entre obtener 1 a 3 respuestas en el
      TOF. Nosotros, en un estudio diseñado
      con el fin de valorar este mínimo grado de bloqueo neuromuscular
      necesario, hemos encontrado que la presencia de 3 respuestas al TOF puede
      ser suficiente para conseguir los objetivos deseados e incluso, si se
      dispone de un monitor-acelerograma, podría ser suficiente mantener 4
      respuestas con una relación T4/T1 inferior al 25% (9).
      De todas formas estas necesidades pueden variar a lo largo de la evolución
      del paciente crítico y pueden ser diferentes según la causa que justificó
      dicho bloqueo (10). 
      Cuando
      se usa este tipo de fármacos se requieren una serie de garantías mínimas,
      como el asegurar en todo momento la vía aérea y la ventilación del
      paciente, una profunda sedación y analgesia, y extremar la profilaxis de
      la trombosis venosa profunda y en los cuidados de ojos, piel y decúbitos.
      No se debe olvidar el riesgo de enmascaramiento de ciertas situaciones que
      pueden surgir durante su empleo, como la aparición de nuevos problemas
      neurológicos, como convulsiones, el desarrollo de fiebre o las catástrofes
      abdominales. 
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          REVISIÓN: [Resumen]
          [Texto
          completo] [PDF
          24K]
 
        - Strange C, Vaughan L, Franklin C, Johnson J. Comparison of
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          paralysis. Am J Respir Crit Care Med 1997; 156:
          1556-1561. [Texto
          completo]
 
       
      Palabras clave: Bloqueantes
      neuromusculares, Tren de cuatro estímulos, Monitorización.
       
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