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      Nutrición
      enteral en el paciente crítico: ¿sonda nasogástrica o nasoyeyunal? 
      En
      los últimos meses se han publicado dos artículos en la revista Critical
      Care Medicine que comparan las vías nasoyeyunal y nasogástrica de
      nutrición enteral, planteándose la utilidad de la colocación de rutina
      de sonda nasoyeyunal para nutrir a los enfermos críticos. 
      En
      el número de marzo, Davies et al (1) concluyen que 
      la nutrición por sonda nasoyeyunal (SNY) se asocia a un menor volumen de
      residuo gástrico que la nutrición por sonda nasogástrica (SNG), y una
      tendencia (sin significación estadística) a una mejor tolerancia, por lo
      que "se compara favorablemente con la nutrición por SNG". 
      El
      estudio multicéntrico español de Montejo et al (2)
      publicado en abril, y comentado recientemente en REMI (3),
      concluye que la nutrición por SNY se asocia a menos complicaciones
      gastrointestinales que por SNG, resultado debido exclusivamente a acompañarse
      de un menor residuo gástrico, aunque la alimentación por dicha vía no
      previene la neumonía nosocomial y se asocia a dificultades técnicas
      importantes, por lo que se concluye que ambas vías son válidas y se
      recomienda investigar en qué subgrupos de pacientes podría ser
      ventajosa la vía nasoyeyunal, quizá los pacientes con residuos gástricos
      persistentemente elevados cuando se alimentan por SNG. Más allá de los
      datos, Davies et al parecen partidarios entusiastas de la nutrición por
      SNY, entusiasmo que atemperan en sus comentarios Montejo et al. 
      El
      estudio de Davies et al arrastra un problema metodológico que en mi opinión
      invalida sus conclusiones: la nutrición se administró en distinta fase
      en uno y otro caso. La nutrición por SNG se inició a las 54 horas del
      ingreso en UCI, momento en el que probablemente las alteraciones fisiológicas,
      incluido el vaciado gástrico, están más alteradas que en el momento en
      que se inició la nutrición por SNY, a las 81 horas del ingreso en UCI
      (una diferencia de 27 horas más tarde que en los casos en que se inició por sonda
      nasogástrica). De modo que los resultados podrían indicar únicamente
      que los pacientes nutridos más precozmente tienen mayores volúmenes
      residuales gástricos que los que reciben la dieta enteral más tardíamente,
      hecho por otra parte bien conocido. Con esta diferencia temporal, los
      autores debieron controlar los factores que pueden influir en la
      intolerancia a la dieta, en especial los fármacos que alteran el
      vaciamiento gástrico, como los sedantes, los opiáceos y las drogas
      vasoactivas, fármacos y factores que todos ellos suelen utilizarse más a
      menudo o a dosis más altas en los primeros momentos del ingreso en UCI. 
      Hay
      que señalar también que en el estudio de Davies los problemas con la
      sonda nasoyeyunal fueron frecuentes: el 35% de los tubos nasoyeyunales se
      salieron accidentalmente, por un 32% las nasogástricas. Aunque la
      incidencia es similar en ambos casos, sin embargo,
      dadas las dificultades técnicas y logísticas y el elevado costo de la
      colocación de sonda nasoyeyunal por vía endoscópica con guía, como
      realizaron los autores, la descolocación de la sonda nasoyeyunal resulta
      una complicación mucho más importante que la de la nasogástrica. 
      El
      estudio de Davies destaca a pesar de todo por otros aspectos: la alta tasa
      de éxitos en la colocación de la sonda nasoyeyunal, superior al 90%, la
      agresividad de la pauta de inicio de la nutrición enteral hasta alcanzar
      el aporte calórido deseado, y el escaso número de casos en que se tiene
      que recurrir a la nutrición parenteral. Todos ellos son factores que
      afianzan las estrategias de soporte nutricional enteral precoz y agresivo. 
      En
      el estudio de Montejo et al, ambos grupos de pacientes (los que recibieron
      nutrición por SNG y SNY) recibieron la dieta en idéntico momento desde
      el ingreso en UCI, 24 horas, por lo que la diferencia de residuo gástrico
      no se puede achacar a ningún factor temporal; sin embargo, los autores no
      encontraron ventajas en este menor volumen residual; los desenlaces clínicamente
      relevantes analizados: mortalidad, estancia en UCI,
      incidencia de neumonía nosocomial y eficacia del aporte nutricional
      (aporte calórico administrado), no difirieron entre los grupos, aunque
      el estudio puede tener un número insuficiente de casos para detectar
      diferencias en esos desenlaces, para lo que se requeriría un estudio de
      mayor tamaño. 
      Hay
      que señalar que el desenlace "complicaciones
      gastrointestinales", que en el estudio de Montejo et al es
      significativamente menor con la nutrición por SNY y el de Davies
      "mejor tolerancia" que tiende a ser mayor por SNY, son resultados
      clínicos agregados, con las limitaciones recientemente expuestas en este
      foro de este tipo de análisis (4), y que en ambos casos
      se deben exclusivamente a las diferencias en el volumen de residuo gástrico.
      El volumen de residuo gástrico elevado (definido por una cantidad
      arbitraria) no es en sí una complicación,
      sino un indicador de posibles complicaciones: aspiración y
      neumonía, de un lado, e incapacidad para administrar el aporte
      nutricional adecuado por otro. En ninguno de los dos estudios se
      evidenciaron diferencias en ninguno de dichos aspectos. Tampoco se
      utilizaron procinéticos, fármacos que han demostrado mejorar el vaciado
      gástrico y permitir un adecuado aporte nutricional por vía nasogástrica
      en la mayor parte de los enfermos, equivalente al logrado por vía
      transpilórica (5). 
      Por
      tanto, en consonancia con las conclusiones de Montejo et al, creo que la
      administración de dieta por sonda nasoyeyunal no aporta ventajas
      como medida rutinaria de nutrición enteral en los enfermos críticos, y
      habría que estudiar su utilidad exclusivamente en los casos de residuo
      gástrico elevado o intolerancia gástrica que no mejoran con tratamiento
      procinético. Estas conclusiones coinciden con las recomendaciones
      recientemente publicadas sobre soporte nutricional en pacientes con trauma
      (6): "en pacientes críticos, la alimentación
      gástrica precoz es factible, y los resultados clínicos son equivalentes
      a los de la alimentación duodenal; por esta razón, y dado que el acceso
      al estómago se puede obtener de forma más sencilla y rápida, parece
      justificado intentar inicialmente la alimentación gástrica". 
      Eduardo
      Palencia Herrejón 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Junio 2002. 
      Referencias: 
      
        - Davies AR, et al. Randomized
          comparison of nasojejunal and nasogastric feeding in critically ill
          patients. Crit Care Med 2002; 30(3): 586-590. [Resumen
          Medline].
 
        - Montejo JC, et al. Multicenter,
          prospective, randomized, single-blind study comparing the efficacy and
          gastrointestinal complications of early jejunal feeding with early
          gastric feeding in critically ill patients. Crit Care Med 2002; 30(4):
          796-800. [Resumen
          Medline].
 
        - Gómez   Tello V. ¿Merece la pena el esfuerzo de
          colocar sondas yeyunales en los enfermos críticos?. REMI
          2002; 2 (5): 374.
 
        - Latour J. Sobre el uso de resultados clínicos
          agregados en los ensayos clínicos. REMI
          2002; 2 (5): E10.
 
        - Boivin MA, et al. Gastric
          feeding with erytrhomycin is equivalent to transpyloric feeding in the
          critically ill. Crit Care Med 2001; 29: 1916-1919. [Resumen
          Medline].
 
        - EAST Practice managenent guidelines for nutritional
          support of the trauma patient. [PDF
          256K] [Resumen HTML].
 
       
      Enlaces: 
      
      Palabras clave: Nutrición
      enteral, Sonda nasogástrica, Sonda nasoyeyunal, Intolerancia gástrica.
       
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      Revista
      Electrónica de Medicina Intensiva 
      Comentario al editorial 13. Debate nº3 
      ¿Nutrición por sonda nasogástrica o nasoyeyunal? 
      Autor: Jesús López-Herce Cid 
      Con
      respecto al debate ¿Nutrición por sonda nasogástrica o transpilórica?
      me gustaría hacer algunas consideraciones basadas en nuestra experiencia
      en pacientes pediátricos. Nosotros hemos estudiado de forma prospectiva más
      de 300 niños críticamente enfermos con nutrición transpilórica (1-3).
      Aunque no hemos realizado un estudio comparando su eficacia y efectos
      secundarios con respecto a la nutrición gástrica, creemos que en el
      paciente críticamente enfermo la nutrición transpilórica presenta varias
      ventajas, y  éstas son mayores cuanto mayor es el estado
      de gravedad del paciente. También es cierto que estas ventajas a veces
      son difíciles de demostrar en estudios comparativos multicéntricos como
      el de Montejo y cols, porque las pautas de nutrición no son exactamente
      iguales en todas las unidades y
      pacientes, y porque la tolerancia a la alimentación depende de
      muchos factores digestivos y extradigestivos. 
      
        - 
          
Una
          de las ventajas de la alimentación transpilórica sobre la  gástrica
          es la rapidez en alcanzar el aporte calórico deseado. Esta ventaja es
          más evidente cuando el inicio de la nutrición es precoz y el
          incremento del aporte nutricional se va ajustando según la tolerancia
          del paciente,  pero es difícil de demostrar en las UCI que
          utilizan pautas estrictas de incremento del aporte nutricional.
          Nosotros en pacientes pediátricos alcanzamos el aporte calórico
          total en menos de 24 horas (1).  
        - 
          
Otra
          ventaja de la nutrición transpilórica es el menor riesgo de aspiración,
          lo que hace que no se suspenda la nutrición para movilizar al
          paciente, asearle, aspirarle, o realizar técnicas invasivas. Esto
          hace que el aporte calórico real sea mayor que en los pacientes en
          que se utiliza la nutrición gástrica. Nosotros no suspendemos la
          nutrición transpilórica salvo por complicaciones (1,2).  
        - 
          
Los
          pacientes que requieren sedación profunda y sobre todo los que
          requieren administración de relajantes musculares en perfusión
          continua no suelen tolerar la nutrición gástrica. En cambio
          generalmente toleran bien la alimentación transpilórica, aunque
          presenten estreñimiento y precisen enemas (1,2).  
        - 
          
En
          nuestra experiencia cuando se establece un programa específico de
          nutrición transpilórica precoz, disminuye de forma 
          significativa el número de pacientes que requieren nutrición
          parenteral (3). En el momento actual en nuestra unidad solo reciben
          nutrición parenteral los pacientes con contraindicaciones de la
          nutrición enteral por cirugía intestinal y quilotórax refractario a
          dieta pobre en grasas.  
        - 
          
Existen
          diversas técnicas que facilitan la introducción de la sonda transpilórica.
          Pero incluso con la introducción a ciegas, cuando se adquiere
          suficiente experiencia, el porcentaje de éxitos es muy elevado y
          pocos pacientes precisan introducción endoscópica (en nuestra
          experiencia solo ha sido precisa en 3 casos de 315 pacientes con
          nutrición transpilórica) (1).  
       
      De
      acuerdo con nuestra experiencia, y aunque no podemos ofrecer datos
      comparativos, consideramos que la nutrición enteral transpilórica es el
      método de nutrición inicial en el paciente crítico con ventilación mecánica
      importante y sedación profunda, o con alteración hemodinámica
      importante. El intento en estos pacientes de iniciar la nutrición
      por vía gástrica generalmente lleva al fracaso y/o a un retraso
      importante en conseguir el aporte calórico adecuado, justo en los días
      en que las necesidades son más elevadas. 
      Referencias: 
      
        - Sánchez
          C, López-Herce J, Moreno de Guerra M, 
          et al. The
          use of transpyloric enteral nutrition in the critically ill child. J
          Intensive Care Med 2000; 15:
          247-254.
          [Resumen]
        
 - Panadero
          E, López-Herce J, Caro L, Sánchez A, Cueto E, Bustinza A, Moral R,
          Carrillo A, Sancho L. Transpyloric enteral feeding in critically ill
          children. J Pediatr Gastroenterol Nutr 1998;
          26: 43-48.
          [Resumen]
 
        - De
          Lucas C, Moreno M, López-Herce J, Ruiz F, Pérez-Palencia M, Carrillo
          A. Transpyloric enteral nutrition reduces the complication rate and
          cost in the critically ill child. J
          Pediatr Gastroenterol Nutr 2000; 30:
          175-180. [Resumen]
 
       
      Jesús
      López-Herce Cid 
      Sección de Cuidados Intensivos Pediátricos 
      Hospital Gregorio Marañón, Madrid 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Junio 2002. 
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