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      Tratamiento
      antibiótico de la neumonía adquirida en la comunidad 
      Comentario al  artículo nº
      467 
      Creo
      que por ahora no disponemos de la evidencia en cuanto a eficacia clínica
      que nos permita establecer de forma incontestable qué macrólido,
      claritronicina o azitromicina, administrados de forma farmacodinámicamente
      eficiente es preferible en el tratamiento empírico de la neumonía grave
      adquirida en la comunidad. La experiencia con azitromicina en la NAC es
      importante y las tasas de curación clínica, en general, han resultado
      cuando menos comparables a las obtenidas con eritromicina y claritromicina.
      La limitación del uso de azitromicina a la hora de tratar al paciente crítico
      en nuestro medio radica en la no disponibilidad de la forma intravenosa.
      Otra cuestión sería determinar durante cuánto tiempo debería
      mantenerse el azálido. 
      Las
      concentraciones séricas máximas de los macrólidos varían ampliamente.
      Es cierto que las de azitromicina (0,4 mg/dL, con 500 mg por vía oral)
      son inferiores a las observadas con otros macrólidos, pero las obtenidas
      con eritromicina, por ejemplo, son también muy bajas y este hecho no
      parece ser fundamental para su eficacia. No pueden hacerse
      simplificaciones, ya que la farmacocinética y farmacodinamia de estos
      antibióticos es compleja y aún no se conoce en profundidad, pero su
      eficacia terapéutica no parece depender de un parámetro estático como
      es la concentración sérica máxima (Cmax). Para los macrólidos de
      catorce átomos de carbono el principal parámetro predictor de eficacia
      es el tiempo en que la concentración sérica del fármaco supera a la
      concentración mínima inhibitoria (CMI) para el microorganismo
      considerado (T>CMI), mientras que en el caso de azitromicina lo es la
      exposición total de la bacteria al antimicrobiano (medida por el área
      bajo la curva de la concentración plasmática-tiempo con respecto a la
      CMI, AUC24h/CMI). Todos los macrólidos aceptados en esta
      indicación (eritromicina, claritromicina, azitromicina) alcanzan
      concentraciones tisulares e intracelulares que superan notablemente a los
      niveles séricos. Además queda por aclarar la trascendencia clínica de
      otros efectos conocidos in vitro como el postantibiótico (EPA) o
      el postantibiótico sub-CMI. 
      Pienso
      que es difícil responder categóricamente a la pregunta de qué antibiótico
      sería preferible a priori para el tratamiento de la neumonía por Legionella,
      fundamentalmente porque no disponemos aún de ensayos clínicos
      comparativos con la suficiente potencia estadística (según Edelstein,
      estudios que incluyan de 300 a 900 pacientes en cada “brazo” para
      obtener una reducción en la mortalidad de al menos un 50%). Actualmente,
      macrólidos y fluorquinolonas se recomiendan como tratamiento de primera
      elección. Aunque recientemente algunos expertos han indicado que las
      fluorquinolonas resultan preferibles, ambos tipos de antimicrobianos
      tienen unas CMI para Legionella lo suficientemente bajas y unas
      excelentes propiedades farmacodinámicas como para lograr buenos
      resultados clínicos, si bien esto deberá seguir investigándose con los
      ensayos clínicos apropiados. Los niveles intracelulares de azitromicina
      son al menos cinco veces superiores a los logrados con eritromicina y ha
      resultado igual o superior en eficacia, en comparación con otros macrólidos,
      en modelos experimentales, donde se ha obtenido la inhibición de la
      replicación intracelular de Legionella con concentraciones
      realmente bajas (0,125 mg/L). En enfermos con infecciones leves a
      moderadas es eficaz, pero necesitamos datos de eficacia en pacientes con
      neumonía grave. Se han descrito fracasos terapéuticos en pacientes con
      formas graves tratados en monoterapia con un macrólido o una
      fluorquinolona, y aunque no hay datos que demuestren definitivamente que
      la combinación de un macrólido (ni tampoco una fluorquinolona) con
      rifampicina sea más eficaz en estos casos sigue recomendándose su
      asociación, porque tampoco está claramente descartada su eficacia. Sí
      hay evidencia, in vitro, de que la asociación de macrólido y
      fluorquinolona resulta sinérgica. 
      La
      rifampicina sigue teniendo un papel en el tratamiento de algunos pacientes
      con NAC grave, no sólo por su excelente actividad frente a Legionella spp.,
      sino por su destacada acción frente a Staphylococcus spp,
      incluyendo los resistentes a la meticilina -que aunque relativamente
      infrecuentes, son patógenos a tener en cuenta en la NAC grave- y otras
      bacterias Gram positivas, como el propio Streptococcus pneumoniae. 
      Como
      en muchas otras enfermedades infecciosas, muchos aspectos del tratamiento
      de la neumonía (fármaco elegible, dosis, duración, etc.) probablemente
      no puedan establecerse de manera irrefutable y de hecho existen
      importantes diferencias de valoración en los distintos consensos y pautas
      de actuación de reconocido interés. 
      
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      Beatriz Sánchez Artola 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Octubre 2002. 
      Enlaces: 
      
      Palabras clave: Neumonía
      adquirida en la comunidad, Antibioterapia empírica, Mortalidad, Pronóstico,
      Tratamiento.
       
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