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      Aceptar o no aceptar los ingresos en UCI de 
      pacientes trasladados desde otros centros: ¿es esa la cuestión o el 
      dilema? 
      [Versión para imprimir] 
      ¿O ni siquiera constituye un dilema? 
      La primera reacción al leer el artículo 
      firmado por Rosenberg y cols. [1], y publicado en Ann Intern Med, es hacer 
      un recuento de la propia experiencia y comprobar si los datos de “nuestra 
      UCI” permiten reafirmar o controvertir los datos del estudio en cuestión. 
      El comentario aparecido en REMI, y firmado 
      por Beatriz Sánchez-Artola [2], aunque con comprensible cautela plantea 
      una posibilidad (“influir negativamente en la disposición a admitir 
      pacientes trasladados”) que, aunque inicialmente sugerente, acaba por 
      ponerme la piel de gallina. 
      No pretendo afirmar que BSA “dice”, porque 
      sería una falacia. Los que sí “dicen” son los autores del trabajo 
      referenciado, que afirman (sic) “los centros de referencia pueden ser 
      incentivados para rechazar pacientes que no se beneficien potencialmente 
      del traslado a sus unidades” (traduttore traditore). 
      En el mismo número que nos ocupa de Annals 
      of Internal Medicine, se publica un comentario resumen, dirigido a los 
      pacientes (¿?) [3], en el que se explica, con una cierta profundidad, lo 
      que significa el estudio y las implicaciones teóricas del mismo. 
      En esa especie de “editorial para legos” ya 
      se pone al lector en guardia ante el hecho de que los resultados del 
      estudio, aunque interesantes, son solo la consecuencia de la experiencia 
      de una unidad, en un solo centro, y de ninguna manera son superponibles a  
      todas las experiencias que pudieran recogerse. 
      La segunda advertencia, muy importante, es 
      que los autores del estudio no tienen en consideración los motivos por los 
      que se traslada a los pacientes. 
      Por mi parte, añadiría dos consideraciones 
      más. 
      Se desconoce también el patrón funcional de 
      las UCIS u Hospitales remitentes y las UCIs y centros receptores o “de 
      referencia”. Después de los trabajos de Pronovost y cols. [4] sobre las 
      dotaciones profesionales de las UCIs americanas (y de los modelos europeos 
      comparativos, y, yo añadiría, de los españoles en particular), este factor 
      es o puede ser de la máxima importancia. 
      Otra consideración viene dada como 
      consecuencia, no ya de la organización interna particular de cada centro, 
      sino del sistema sanitario de los USA en particular, donde no existe una 
      regionalización estructurada en niveles de la asistencia, que además no 
      responde a un patrón público de potencialidades crecientes, y de 
      utilización progresiva de recursos. 
      No he podido resistir la primera tentación 
      mencionada. Durante el período de enero de 1999 a julio de 2003, la UCI 
      que dirijo ha recibido un total de 4.413 ingresos consecutivos, de los que 
      455 (Tabla I) han sido “referidos” desde otros centros por: a) falta de 
      camas en sus UCIs (382 pacientes); b) no existir UCI en el centro 
      remitente (39 casos); y c) limitación asistencial de las UCIs donde 
      originalmente se ingresó al paciente (31 pacientes). Esta última 
      limitación puede tener su origen en una limitación estructural (carencia 
      de posibilidad de hemodiálisis o carencia de posibilidad de atención 
      neuroquirúrgica, por ejemplo). ¿Cómo podría nuestra UCI y nuestro Hospital 
      cuestionar la indicación de esos ingresos?. 
      La diferencia entre los modelos 
      asistenciales norteamericano y el nuestro podría hacer, por ejemplo, que 
      nuestro hospital de referencia para Cirugía Cardiaca (única posibilidad 
      asistencial no ofertada en la cartera de servicios de nuestro Hospital) 
      cuestionara le indicación de ingreso de los pacientes subsidiarios de esa 
      indicación asistencial, que les remitimos desde nuestra UCI. 
      Aún más, en determinados casos, los centros 
      que se hallan ubicados en zonas de avalancha turística o estacional, como 
      es el nuestro, se plantea, periódicamente, la derivación de pacientes a 
      sus lugares habituales de residencia, donde el entorno familiar y social 
      puede actuar mejor en beneficio del paciente. ¿Y si nos dijeran que no?. 
      Los peligros de convertir la evaluación de 
      calidad asistencial y el logro de su máxima comparación efectiva a los 
      estándares disponibles (a ver quién traduce lo de “benchmarking” con 
      seriedad, porque a mí sólo se me ocurre lo de copia plagiante de las 
      formas y modos de trabajo de los demás) en el auténtico leit-motiv de la 
      asistencia, es peligroso. C. Quigley (un historiador de los fenómenos 
      sociales llamados civilizaciones) denomina como “institucionalización” al 
      proceso por el que el mecanismo de conseguir algo se convierte en el 
      objetivo en sí mismo. 
      Los análisis de calidad asistencial pueden 
      hacerse en transversal (comparándose con otros) o en longitudinal 
      (comparándose con uno mismo a lo largo del tiempo) [5]. Las comparaciones 
      transversales (parte del “benchmarking”) tienen el riesgo de no tener en 
      cuenta factores como los que he tratado de esbozar en mi comentario, y que 
      sin duda tienen una gran importancia. 
      BSA, y tanto los autores del trabajo como 
      los del comentario citado, insinúan que los actuales sistemas de 
      predicción de resultados, como base de estudios de efectividad y análisis 
      de mortalidades estandarizadas, no incorporan – mayoritariamente – el tipo 
      de procedencia (y yo añadiría los motivos de la misma). Pero tampoco 
      incorporan datos sobre el modelo de estructura asistencial interna y 
      externa. 
      Proyectos como SAPS III (patrocinado y 
      llevado a cabo por la ESICM y sus Grupos de Trabajo, desarrollado en 2003 
      y actualmente en fase de análisis de resultados) tampoco incorpora esta 
      información, pese a que publicaciones teóricas [6] y estudios previos (EURICUS 
      I) [7] ya avanzaban la importancia de los mismos. 
      ¿Menosprecio de la importancia del dato, o 
      reconocimiento de la enorme dificultad de incorporarlos, e incluso de la 
      conveniencia de hacerlo?. Yo personalmente tengo “mi respuesta” que no 
      tiene por qué ser la buena, ni siquiera la única. 
      Como información adicional, la Tabla II  
      muestra los resultados de las SMR (y sus IC 95 %) de todos nuestros casos 
      y de los ingresos procedentes de otros centros, en el mismo período. 
      Pienso que cada uno de los interesados puede hacer su propio análisis. 
      Felices y agobiantes vacaciones estivales a 
      todos. 
  
    
      | 
         Tabla I. Desglose de procedencia de ingreso en UCI 
        desde otros centros 
       | 
     
    
      |   | 
      1999 | 
      2000 | 
      2001 | 
      2002 | 
      2003 | 
      Global | 
     
    
      | Ingresos totales | 
      889 | 
      902 | 
      955 | 
      1017 | 
      650 | 
      4413 | 
     
    
      | Otras UCIs | 
      5 | 
      10 | 
      3 | 
      8 | 
      5 | 
      31 | 
     
    
      | Otros hospitales | 
      99 | 
      74 | 
      69 | 
      96 | 
      44 | 
      382 | 
     
    
      | Otros hospitales sin UCI | 
      6 | 
      15 | 
      12 | 
      6 | 
      3 | 
      42 | 
     
    
      | Totales | 
      110 | 
      99 | 
      84 | 
      110 | 
      52 | 
      455 | 
     
    
      |   | 
     
  
 
        
  
    
      | 
         Tabla II. SMR (SAPS II) 
       | 
     
    
      |   | 
      1999 | 
      2000 | 
      2001 | 
      2002 | 
      2003 | 
      Global | 
     
    
      | SMR todos los casos | 
      1,05 | 
      1,01 | 
      0,95 | 
      0,79 | 
      0,69 | 
      0,9 | 
     
    
      | IC 95% | 
      0,89-1,21 | 
      0,86-1,17 | 
      0,8-1,11 | 
      0,66-0,93 | 
      0,56-0,86 | 
      0,83-0,97 | 
     
    
      | SMR ingresos desde otros centros | 
      0,99 | 
      1,15 | 
      0,77 | 
      0,91 | 
      0,49 | 
      0,88 | 
     
    
      | IC 95% | 
      0,63-1,49 | 
      0,74-1,72 | 
      0,38-1,38 | 
      0,52-1,48 | 
      0,1-1,08 | 
      0,7-1,1 | 
     
    
      SMR: Standarized Mortality Ratio, o razón de 
      mortalidad estandarizada. 
      SMR = Mortalidad observada / mortalidad esperada según la puntuación de 
      gravedad SAPS II. | 
     
  
 
      Referencias: 
      
        - Rosemberg AL, Hofer TP, Strachan C, Watts CM, 
        Hayward RA. Accepting critically ill transfer patients: adverse effect 
        on a referral center’s outcome and benchmark measures. Ann Intern Med 
        2003, 138: 882-890. [Resumen 
        Medline]
 
        - Sánchez Artola B. Comentario al artículo citado. [REMI 
        2003, 3 (7) 642]
 
        - Summaries for patients. Ann Intern Med 2003; 138: 
        I-42. [Texto 
        completo]
 
        - Pronovost PJ, Angus DC, Dorman T, Robinson KA, Dremsizov TT, Young 
        TL. Physician staffing patterns and clinical outcomes in critically ill 
        patients: a systematic review. JAMA 2002; 288: 2151-2162. [Resumen 
        Medline]
 
        - Abizanda R, Marsé P, Valle FX, Jordá R, López J. Consideraciones 
        sobre la medida del nivel de gravedad en pacientes críticos. Su 
        aplicación a un programa de calidad. Control de Calidad Asistencial, 
        1991; 6: 56-60.
 
        - Miranda DR, Williams A, Loirat P. (eds). 
        Regionalization of Intensive Care, in Management of Intensive Care. 
        Guidelines for better use of resources. Kluwer Academic Pub., Dordrecht, 
        1990.
 
        - Miranda DR, Ryan DW, Schaufeli WB, Fidler W. 
        Organization and Management of Intensive Care. A prospective study in 12 
        european countries. Springer-Verlag, Berlin Heidelberg, 1998.
 
       
      Ricardo Abizanda i Campos 
      Servicio de Medicina Intensiva 
      Hospital Asociado Universitario General de Castelló 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu. 
      Agosto 
      2003. 
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