| 
              
            El espejo de vestir no es una pieza magnificente por 
            dimensiones o por complejidad; al contrario, es su sencillez lo que 
            atrae. Hay un sofá acolchado, elegantemente tapizado y en perfecta 
            armonía con el cortinaje, a través del cual difunde la luz natural. 
            El cromatismo en tonos claros de la alcoba y de la joven, contrasta 
            bellamente con el precioso color carmesí de la rica alfombra. Una 
            unión impecable de la frescura y la calidez hace que todo en la 
            estancia resulte acogedor y permita imaginar el bienestar “burgués” 
            del que parece disfrutar la protagonista. 
            El gran espejo de vestir o psyché 
            no es utilizado aquí como instrumento de autocomplacencia, ni parece 
            adivinarse en la protagonista una actitud de exhibición. Morisot nos 
            descubre a una joven, en gesto más distraído que coqueto, en pleno 
            proceso de acicalamiento; está componiendo su ropa interior, una 
            combinación de un tejido vaporoso y seguramente noble. Pero a pesar 
            de que incurrimos en un espacio muy privado, la naturalidad aleja 
            cualquier sensación de intromisión. Es, en definitiva, una imagen 
            delicada de algo muy cotidiano, un retrato amable, bien alejado de 
            las instantáneas tan indiscretas de otros artistas. 
            La obra es también exquisita en 
            ejecución. Con trazo resuelto y espontáneo, aunque se intuye un 
            pormenorizado estudio previo de la composición, esta gran dibujante 
            o mejor dicho “desdibujante” pues no precisa de contornos definidos 
            para lograr la precisión, consigue transmitir una sensación perfecta 
            de amplitud, aunque muestre tan sólo una parte de la habitación. Las 
            pinceladas amplias, libres y trazadas en múltiples direcciones 
            transmiten una magistral liviandad, a pesar de la contundencia de 
            las mismas en cuanto a densidad del óleo. Mediante el uso de colores 
            degradados y de infinitos matices para la confección de las sombras 
            -porque las sombras ya no serán nunca más auténticas sombras en la 
            paleta impresionista-, da un tratamiento magnífico a las 
            transparencias y a las diferentes texturas de los elementos de la 
            alcoba. 
            Morisot ocupó un importante lugar en 
            el renovador movimiento pictórico del siglo XIX. Fue cofundadora del 
            grupo independiente constituido por aquellos cuyas obras habían sido 
            reiteradamente rechazadas por el conservador “Salón” parisino y 
            organizado bajo el nombre de “Sociedad anónima (cooperativa) de 
            artistas-pintores, escultores (grabadores)”. En 1874, en el Bulevar 
            de los Capuchinos de París tuvo lugar la primera de las exhibiciones 
            conjuntas de los disidentes, si bien la designación de “Exhibición 
            Impresionista” no llegó hasta la tercera convocatoria. Berthe 
            intervino en siete de las ocho muestras organizadas hasta 1886. 
            Murió joven a causa de una infección respiratoria, posiblemente la 
            gripe, que le habría contagiado su hija Julie. A pesar de ello, nos 
            dejó un extraordinario legado en calidad y productividad, que le 
            valió  unas críticas excelentes y una cotización notable, con 
            frecuencia superiores a los atesorados por sus colegas. Sin embargo, 
            tras su prematura muerte su celebridad se vio un tanto oscurecida, e 
            incluso hoy, en alguna recopilación, los autores aun reconociendo la 
            relevancia de la obra de Berthe, dedican más líneas a “impresiones” 
            sobre su círculo personal que al análisis pictórico de su 
            “impresionante” trabajo. Por fortuna, ha resurgido en los últimos 
            años un interés serio por el análisis de esta notable figura del 
            arte del siglo XIX. 
            Bibliografía y enlaces: 
            
              - 
              
Kathleen Adler, Tamar Garb. Berthe 
              Morisot. Nueva York: Phaidon Press Limited, 1987.  
              - 
              
Xavier Bray, Bill Scott, Julliet 
              Wilson-Bareau. Mujeres impresionistas: la otra mirada. Bilbao: 
              Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2001.  
              - 
              
Sylvie Patin, Sylvie Patry, Hughes 
              Wilhelm. Berthe Morisot. Martigny: Fondation Pierre Gianadda, 
              2002.  
              - 
              
Extensa muestra de la obra de 
              Morisot en la fabulosa base de datos visual gratuita
              
              The Athenaeum.  
              - 
              
Recreación de la Primera Exhibición 
              Impresionista de 1874, con una interesante reproducción de algunas 
              de las críticas contemporáneas. En:
              
              The Mark Harden's Artchive.  
              - 
              
Morisot en la
              
              National Gallery of Art, Washington.  
              - 
              
Morisot en los Museos de Orsay 
              (París) y de Beaux-Arts (Pau)
              
              Ministerio de Cultura y de Comunicaciones de Francia.  
              - 
              
              Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
 
             
            
            Beatriz Sánchez Artola 
            ©REMI, http://remi.uninet.edu. 
            Julio 2003.  
            Envía tu comentario para su 
            publicación  |