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       Revista
      Electrónica de Medicina Intensiva 
      Vía aérea nº 2. Vol 2 nº 12, diciembre 2002. 
      Autor: Nieves de Lucas García 
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    | Intubación
      en la asistencia inicial al traumatizado grave | 
   
  
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       Directrices de la Eastern Association for the
      Surgery of Trauma (EAST), y la Brain Trauma Foundation (BTF); curso de soporte vital
      avanzado en trauma (ATLS) del American College of Surgeons. 
      
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     La
      intubación orotraqueal con premedicación se asocia a menos
      complicaciones y más éxitos que la intubación orotraqueal sin
      premedicación y la intubación nasotraqueal 
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    Indicaciones de la intubación
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      La “Eastern Association for the Surgery of Trauma”  (EAST), basándose en una amplia revisión
      bibliográfica, considera que el paciente traumatizado precisa intubación
      traqueal en las siguientes circunstancias (recomendación de nivel 1): obstrucción de vía aérea, hipoventilación, hipoxemia
      grave (hipoxemia a pesar de oxígeno suplementario), deterioro cognitivo
      severo (GCS< 8), parada cardiaca, shock hemorrágico grave e
      inhalación de humos. 
      Las recomendaciones del Colegio Americano de Cirujanos
      para el soporte vital avanzado en el paciente traumatizado (ATLS) añaden
      otras situaciones con compromiso inminente o potencial de la vía aérea,
      como son la protección de broncoaspiración de sangre o vómito, las
      fracturas faciales, la actividad convulsiva persistente, el hematoma en
      cuello, la lesión traqueal o laríngea y el estridor. 
      Las  guías 2000 para RCP y cuidados cardiovasculares de
      emergencia (AHA e ILCOR) indican la intubación en una circunstancia más
      que podría dar lugar a debate: el trauma torácico (por ejemplo:
      contusión pulmonar, trauma penetrante). El trauma torácico penetrante
      obliga a un ajustado orden de prioridades durante la asistencia inicial,
      de manera que retrasos innecesarios en la asistencia quirúrgica, acarrean
      con frecuencia la muerte del paciente por complicaciones tales como el
      taponamiento cardiaco o la exanguinación. En el trauma torácico
      penetrante la necesidad de intubación traqueal debería valorarse
      entonces cuidadosamente buscando indicaciones “de nivel 1”. 
     
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    Dificultades
      en la intubación
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      Al establecer o mantener la vía aérea se debe tener
      precaución para evitar los movimientos excesivos de la columna cervical,
      sin hiperextender, hiperflexionar o rotar la cabeza y el cuello del
      paciente. Esto puede llevarse a cabo con el apoyo a la intubación de un
      asistente que mantenga alineada la columna cervical. La intubación puede
      ser técnicamente difícil por las causas que concurren en cualquier
      intubación (artritis severa de columna cervical, cuello corto
      musculoso...) u otras, como las lesiones traumáticas faciales o
      cervicales. La oclusión esofágica por presión cricoidea es una maniobra
      útil para prevenir la broncoaspiación y proporcionar una mejor
      visualización de la vía aérea. 
      En caso de fractura de laringe no diagnosticada o si
      existe rotura incompleta de la vía aérea, la intubación puede
      precipitar la obstrucción total o la ruptura completa de la vía aérea,
      incluso cuando no existían hallazgos clínicos (ronquera, enfisema subcutáneo
      o fractura palpable) que sugirieran esta posibilidad. Si es posible
      detectar la situación, puede ser útil la intubación guiada por un
      endoscopio flexible, si está rápidamente disponible. En caso de intubación
      fallida estaría indicada la realización de una traqueotomía de
      emergencia. 
     
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      Métodos
      de intubación
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      Intubación orotraqueal (IOT) frente a intubación
      nasotraqueal (INT) 
      La EAST considera con nivel 1 de recomendación como método
      de elección de intubación en el paciente traumatizado la IOT guiada por
      laringoscopia. La documentación que revisa parece concluyente al
      respecto. 
      En su revisión encuentra los siguientes porcentajes de
      fallos en la intubación de emergencia (en orden decreciente): 
      IOT con premedicación 3,7% (218/5963; 
      IC95% 3,2 – 4,2%), IOT sin premedicación 20,8%(124/595; IC 95%
      17,5 – 24,1%), INT (sin premedicación) 
      23,2% (144/620; IC 95% 19,9 –26,5%). El riesgo relativo de
      intubación fallida para la INT frente a la IOT con premedicación fue de 6,8
      (p<0,001), con porcentajes totales de complicaciones (en orden
      decreciente): IOT con premedicación 3,6% (IC 95% 3,0-4,2%), INT 4,4% (IC
      95% 2,7-6,1%), IOT sin premedicación 19,0% (IC 95% 13,7-24,3%). 
      Esta evidencia a favor de la IOT frente a la
      INT en el paciente traumatizado no es tenida en cuenta por el ATLS, que
      considera aún en sus guías de 1997 que el determinante más importante
      en la elección entre una IOT y una INT es la experiencia del médico,
      excepto en pacientes en apnea, en que estaría indicada la IOT. Parece
      claro que la experiencia debería orientarse a la técnica con menor
      porcentaje de fallos y menos complicaciones. 
      Uso de premedicación 
      Los datos mencionados en el apartado
      anterior respaldan también el uso de la premedicación en la intubación
      como método para aumentar el porcentaje de éxitos en la técnica. El
      riesgo relativo de intubación fallida para la IOT sin premedicación  frente a la que empleó premedicación fue de 6,1. 
      La
      traducción de las evidencias a la recomendación de la EAST no resulta
      tan fácil de entender. Recomienda, con nivel I, que cuando la mandíbula
      del paciente no se encuentre relajada se emplee la premedicación, con los
      siguientes objetivos: parálisis muscular, sedación, mantenimiento de la
      estabilidad hemodinámica, prevención de la hipertensión intracraneal,
      prevención del vómito y prevención de la extrusión intraocular.
      En esta redacción destaca la expresión “si la mandíbula no se
      encuentra relajada” como punto de partida en la decisión de premedicar
      o no, a lo que cabría poner dos objeciones: 
      
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Las IOT sin premedicación que se han documentado,
          realizadas en pacientes con GCS muy bajo, tuvieron a pesar de ello una
          tasa de fracasos mayor a la IOT con premedicación. La evidencia no
          apoya el hecho de que no se premedique a un paciente con mandíbula
          relajada.  
        - 
          
La recomendación de nivel 1, con el algoritmo a que da lugar, se basa en
          el criterio “mandíbula relajada” que parece traducir una mayor
          facilidad técnica para la persona que intuba, y no otro tipo de
          criterios como podrían ser las necesidades del paciente. Es cierto
          que, una vez considerada la premedicación se propone una pauta de fármacos
          distinta según el paciente presente GCS <=8, inestabilidad hemodinámica
          o traumatismo ocular.  
       
      El
      ATLS no refleja ni siquiera en términos ambiguos la conveniencia de
      premedicar. Afirma que en la mayoría de los casos en que es
      necesario realizar una intubación durante la revisión primaria no se
      requiere el uso de drogas sedantes o paralizantes,
      y que el uso de anestesia, sedantes y drogas bloqueadoras
      neuromusculares para efectuar la intubación endotraqueal en el paciente
      traumatizado no está exento de riesgo. Una vez más la necesidad parece
      referirse exclusivamente a la sencillez o dificultad para el sanitario que
      realiza la técnica. Y el riesgo en el uso de fármacos no es contrapesado
      frente al riesgo del no uso. El ATLS, a pesar de su gran valor didáctico,
      no acaba de incorporar algunas evidencias nuevas. 
        
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      Métodos
      alternativos a la intubación
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      La EAST considera como nivel 1 la
      cricotirotomía cuando se precisa intubación traqueal y las cuerdas
      vocales no se pueden visualizar durante la laringoscopia o la faringe está
      llena de grandes cantidades de sangre o vómito. La mascarilla laríngea y
      el combitube son alternativas a la cricotirotomía con nivel de
      recomendación 3, pudiendo emplearse cuando hay experiencia limitada en
      esta técnica. Las dificultades para la ventilación a través de una
      cricotirotomía parecen, sin embargo, hacer deseable en pacientes con
      necesidad de al menos normoventilación (TCE severos), mayores estudios en
      el uso de combitube y mascarilla laríngea, dispositivos muy prometedores
      en los que, hasta ahora, la experiencia es más limitada que en la
      cricotirotomía.
       
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      Bibliografía
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        - Eastern Association for the Surgery of Trauma (EAST);
      2002. 80 p. 261 referencias.
      Guías para la intubación de emergencia en el traumatizado [ PDF,
      372K]
 
        - 
          
ATLS 1997. Sexta edición. Colegio
          Americano de Cirujanos.  
        - 
          
Guidelines 2000 for CPR an Emergency Cardiovascular Care.
      Part 8: Advanced Challenges in Resuscitation: Section 3: Special
      Challenges in ECC.
      Circulation 2000; 102 [Suppl I]: I229-I252  
        - 
          
Airway Management of the
      Trauma Victim. Trauma.org  
        - 
          
Brain
      Trauma Foundation 1995. Head injury guidelines (PDF imprimible)  
        - 
          
Brain
      Trauma Foundation 2000. Management and prognosis of severe traumatic
      brain injury (PDF no imprimible)  
       
      
      Nota:
      el capítulo de manejo inicial del TCE en las recomendaciones de la Brain
      Trauma Foundation del año 2000 no varía en su redacción más que en el
      año límite de revisión de literatura. 
       
      Nieves de Lucas García 
      SAMUR-Protección Civil, Madrid 
      ©REMI, http://remi.uninet.edu.
      Diciembre 2002. 
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      Palabras
      clave: Traumatismos, Vía aérea, Intubación traqueal, Tratamiento.
       
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